Y la verdad era más fácil decirlo que hacerlo, porque sin importar lo gracioso que se viera Samuel andando de rodillas desde la sala hasta la habitación de Naiara, en pleno escándalo lleno de ánimos del abuelo, como si aquello fuera una carrera de larga distancia, no hubo forma de la muchacha le abriera la puerta del cuarto.—¡Medidas desesperadas! —sentenció el abuelo—. ¡Por la ventana será!Y esas fueron sus últimas palabras antes de irse a dormir.Samuel, que por supuesto ya era más respetuoso con todo el asunto de la supersticiones, le dio la vuelta a la casa y se coló por la ventana de Naiara, permitiéndole solo tres protestas antes de cubrir su boca con la suya, apretarla contra una pared, y robarle todos aquellos condenados besos que decía ella que no quería darle.Sabía que estaban en medio de un desastre, pero aquel era el suyo, el de los dos, juntos. Y mientras estuvieran juntos no había absolutamente nada que no pudieran resolver.Por supuesto que los besos se calentaron y
CAPÍTULO 94. La dueña de El Mirador—¿Qué le hiciste?El tono de Nadia era exageradamente agresivo para una mujer embarazada, aunque si era honesta, Naiara debía reconocer que jamás había escuchado un timbre distinto en las palabras de su hermana, al menos no cuando se trataba de ella.Siempre llena de sarcasmo, siempre llena de envidia, siempre manipulando, y eso por desgracia no se le pasaría con un embarazo, porque Nadia simplemente era eso: un mal corazón criado por dos personas que ni siquiera lo tenían.—¿De qué estás hablando? —espetó Naiara encarándola, porque ya no estaba dispuesta a permitir que Nadia la mangoneara.—¡Todo esto es tu culpa! ¡Todo esto es tu maldit@ culpa, porque la única razón, la única, por la que Justin vino hasta acá fue por ti!—Pues entonces no debiste hablar frente a él sobre lo que estaba sucediendo aquí, porque yo no fui la que lo llamé, él vino por sus propios pies, y créeme cuando te digo que no fue precisamente bienvenido.Pero ni antes ni ahora,
CAPÍTULO 95. DescubrimientosNaiara respiró profundo mientras escuchaba aquella propuesta. Definitivamente no le hacía mucha gracia pactar una tregua con Samuel en aquel momento… o nunca, pero si era honesta tenía que reconocer que había prioridades.—Muy bien, primero lo urgente y después lo importante —aceptó adelantando su mano derecha para estrechar la de Samuel como si de verdad la tregua necesitara ser oficializada—. Lo acepto. Vamos a descubrir qué diablos es lo que quiere tu padre de El Mirador, o de lo contrario estaremos en esta maldit@ lucha toda la vida sin saber por qué.Samuel estrechó su mano y luego le abrió con una sonrisa a la puerta de la camioneta, ayudándola a subir. Lo primero era esperar por su nueva casa y acomodarse en ella sin matarse, y luego buscarían la forma de averiguar qué demonios era lo que quería Francisco Leal, y por qué Rafael estaba tan dispuesto a ayudarlo.—Puede ser cualquier cosa —dijo el abuelo Félix con un suspiro en el mismo momento en que
CAPÍTULO 96. Recuerdos importantesNaiara le arrancó de las manos a Samuel aquellos documentos y los hojeó apresurada.—¿Esto es lo que creo que es? —preguntó frunciendo el ceño, solo un segundo antes de que Samuel tomara su cara entre las manos y la levantara para darle un beso sonoro y atrevido.—¡Eso mismo es, amor, exactamente eso que estás pensando! —respondió él—. Cuando me dijiste que todo debía quedar registrado mencionaste pozos de agua, quizás ni siquiera lo pensaste pero yo recordé. Recordé que cuando era un muchacho y tú estabas pequeña, hubo un tiempo en el que tú me correteabas a mí, y luego yo empecé a corretearte a ti porque en la hacienda empezaron abrir algunos pozos de agua.El abuelo Félix abrió mucho los ojos y se levantó de su sillón de inmediato acercándose a ellos, porque ese episodio en particular sí que lo recordaba.—Eso es cierto, teníamos dos pozos en El Mirador, pero hubo una sequía muy grande, así que le pedimos permiso al Ayuntamiento para abrir tres po
CAPÍTULO 97. RepresaliasHostilidad. Esa era la palabra correcta. Una hostilidad que superaba a cualquier otra cosa. Si antes la posición de Francisco Leal como alcalde de Villahermosa había representado alguna amenaza, ahora su influencia parecía haberse magnificado entre las peores gentes de la ciudad.Naiara ya estaba acostumbrada a que le hicieran el vacío, a que no quisieran atenderla muchas veces, a que la gente fuera grosera con ella o a que no quisieran ayudarla, pero todo lo que había pasado en los últimos días parecía haber recrudecido los ánimos.Y no había que ser muy inteligente para saber en aquel momento lo mismo Francisco que Rafael estaban histéricos, porque los dos habían visto cómo se les iba entre las manos una fortuna, aunque ninguno supiera cuál era exactamente la medida de esa fortuna que el otro estaba esperando.—¿¡Cómo pudiste dejar que esto pasara?! —le gritó Francisco la próxima vez que volvieron a reunirse, cuando Rafael tuvo que decirle que ya no iba a he
CAPÍTULO 98. Un descubrimiento impactante—Bueno si lo pones así... —Naiara le abrió los ojos a Rosy porque había que ver que ella no era la única loca en aquella pandilla, pero la mujer parecía determinada y era evidente que Joaquín también.—Renacuajo, ya sé que no te gusta la idea —murmuró Samuel un par de horas después, mientras el sol caía lentamente, y Naiara respondió con un suspiro, porque no podían hacer otra cosa, la oportunidad que estaba tocando a su puerta no se presentaría dos veces—. Quizás será mejor que no vengas. Alguien debería quedarse con el abuelo y...—Ni lo intentes. Ni siquiera lo intentes —replicó Naiara—. No me dejarán fuera de esto, ¡así que vamos todos o no va ninguno!Samuel asintió mientras la veía terminar de vestirse y se acercó de inmediato a ella, envolviéndola en un abrazo porque sabía que iban a ponerse en una posición vulnerable, pero aun así debía tener confianza en su fortaleza y en su sagacidad.—Está bien, solo voy a salir un momento. Paso por
CAPÍTULO 99. ¡Una casa con aislamiento!La gente de Villahermosa era supersticiosa naturalmente, pero aquella historia de que había fantasmas en el Ayuntamiento solo se lo habían tragado los más incautos, y desde luego Francisco Leal no era uno de ellos. Sin embargo no había ni una sola pluma movida de lugar, ni una sola silla fuera de su sitio, ni una sola puerta forzada o documento perdido, así que la policía optó por determinar que era obra de algunos chiquillos del pueblo tratando de asustar al guardia de seguridad.Naiara y Samuel, por su parte, habían cerrado aquel episodio en particular sentados en el portal de la casa después de haberse asegurado de que el abuelo estaba tranquilo y dormido.—¿Entonces eso es? —preguntó la muchacha con un suspiro lleno de tristeza—. ¿Crees que haya metales preciosos aquí, debajo de El Mirador, y por eso tu padre está empeñado en comprarlo?Samuel pasó un brazo sobre sus hombros y la acercó a su cuerpo con un gesto protector.—Me gustaría decirt
CAPÍTULO 100. Demasiado cansancio—Estamos en un cese a las hostilidades, Samuel... —intentó detenerlo Naiara sin mucho éxito—. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa... Y otra cosa es...—¡Es otra cosa, renacuajo! ¡Es otra cosa!... —murmuró Samuel desesperado mientras su boca recorría el cuello de su esposa, dejando un camino de besos disco suave sobre sus pechos, antes de levantarla por la cintura ya salen radar las piernas alrededor de sus caderas.Y a esas alturas era demasiado evidente que ninguno de los dos sabía lo que estaba diciendo.Ni siquiera se habían molestado en ver la casa por dentro, en buscar su habitación, o en aquel hermoso protocolo de imaginar dónde demonios pondrían sus muebles. Porque la verdad era que lo único que Samuel podía imaginar en aquel momento era a Naiara sobre el suelo de madera, desnuda, y gimiendo.—No me acuerdo de cuál era el cuarto... —susurró ella mientras enredaba los dedos en su cabello para atraerlo hacia su boca.Y ni siquiera iba a intent