CAPÍTULO 64. Una figura entre las sombrasSamuel era un hombre con autocontrol, o al menos eso creía. Miró a aquel tipo de arriba a abajo y no pudo evitar una sonrisa sarcástica, porque era demasiado evidente que si algo no sabía el señorito era cómo luchar por una mujer.—Nadie puede evitar que creas lo que quieras —espetó con seguridad—. Pero si te atreves a acercarte a Naiara de cualquier forma que a ella la moleste, puedo garantizarte que una muñeca torcida será lo que menos te duela.—¿Y qué te hace pensar que a ella le molesta estar conmigo? —gruñó Justin intentando encararlo a pesar de la diferencia de estaturas—. ¡Iba a casarse conmigo! ¡Fue mi prometida! ¡Fue mi novia por años! ¡Fue...!—Cualquier cosa menos tu mujer —sentenció Samuel y aquello bastaba para callarle la boca a cualquiera, porque eso significaba dos cosas: Que había sido el primero con el que Naiara se había acostado, y que precisamente por eso sabía muy bien que no lo había hecho con Justin.—¡Maldito infeliz.
CAPÍTULO 65. Dos viejos amigosY no se equivocaba, pero lo que ni Naiara ni Samuel podían imaginar, ni en sus peores pesadillas, era que Rafael Bravo había salido de aquel hospital directamente hacia la hacienda de quien una vez había sido su mejor amigo.Lucía iba a su lado con el ceño demudado por la molestia, como si recordara todo lo que habían tenido una vez y habían perdido. Era difícil ser grande en Estados Unidos, habían logrado una vida estable y cómoda, pero no tan próspera como habrían podido lograrlo en España si solo el estúpido de su suegro hubiera querido vender una parte de las tierras de El Mirador.Ella no sabía por qué, pero Francisco Leal estaba dispuesto a pagar una fortuna al menos por la mitad de aquella finca, y ella había sido una de las primeras en convencer a su marido de venderle. El problema era que las tierras todavía le pertenecían al señor Félix, y él tenía esa condenada obsesión con el legado familiar y con lo que quería heredar a sus nietas.Sin embar
CAPÍTULO 66. Sin permisoEl pecho de Naiara subía y bajaba con desesperación. Había llamado a sus padres porque a pesar de todo lo que le habían hecho, ella era una buena persona, y porque el abuelo Félix no tenía por qué cargar con la mala relación que había entre ellos. Sin embargo era evidente que su padre se había contentado con preguntarle a un doctor cómo estaba y ni siquiera había pedido verlo.—¿Cómo puede ser posible que no tenga ni una gota de amabilidad para el abuelo? —murmuró la muchacha con tristeza y solo sintió la mano enorme de Samuel apoyándose en su espalda baja para darle la vuelta y hacerla quedar frente a él.—Yo tampoco lo entiendo —declaró con un suspiro de preocupación—. Pero estoy bastante seguro de que las cosas no van a terminar aquí. Renacuajo... sé que no tengo derecho a preguntar nada en este momento pero... ¿hay algo más que tenga que saber sobre el tipo ese que vino a buscarte?Naiara arrugó el ceño hasta que por fin recordó que hablaba de Justin ¡Así
CAPÍTULO 67. La menor de los BravoAquellas caras eran dignas de una fotografía profesional. No se podía determinar si estaban azorados, ofendidos o ahogados en la incredulidad, porque lo último que habían esperado era que la menor de la familia Bravo les respondiera de aquella manera.—¡¿Pero tú qué te has creído!? —le gritó Rafael acercándose a ella—. ¡La única razón por la que no te puse en tu sitio en el hospital era porque tenías al gorila ese detrás de ti! ¡Pero ya verás cuando su padre lo ponga en su lugar también...!—¿¡Disculpa, qué dijiste!? —replicó Naiara frunciendo el ceño mientras la rabia comenzaba a arderle en las venas—. ¡¿Estuviste hablando con el desgraciado de Francisco Leal?! ¿Eh? ¿Eso hiciste?—¡Yo puedo hablar con quién me dé la gana! —le gritó su padre.—¡Con cualquiera menos con él! —escupió Naiara en el mismo tono—. ¡Ese infeliz fue el que puso a mi abuelo en el hospital, cosa que hubieras sabido si hubieras llegado preguntando en vez de reclamando! ¡Pero a t
CAPÍTULO 68. El caosSamuel sentía como si le hubieran salido cinco o seis ojos de lo atento que estaba siempre, incluso había pedido una licencia en el trabajo para poder estar presente en el hospital, y el jefe de la estación, que indudablemente era un viejo bombero que conocía muy bien al abuelo Félix, se la había concedido sin ponerle ninguna objeción.Y por suerte lo había hecho, porque no demoró de enterarse por Rosy y por Joaquín lo que estaba sucediendo en la hacienda. Por supuesto que la primera opción había sido su hombre es más confianza y Sergio había estado más que encantado de brindarse.Sin embargo lo que había sucedido en El Mirador solo había alcanzado para hacer que la impotencia de Rafael Bravo y la frustración de su esposa crecieran.Fueron a quedarse en una de las pequeñas casas de renta del pueblo, porque Villahermosa ni siquiera era tan grande como para que hubiera un motel, y luego Rafael se dedicó a la titánica tarea de sobornar a cuanta gente pudo para que le
CAPÍTULO 69. Una operaciónCuatro personas estaban dando un espectáculo, y cuatro personas más estaban observándolo. Era evidente que Nadia estaba totalmente descolocada con el hecho de que Justin estuviera en España, y también era obvio que los señores Bravo estaban más que furiosos porque sabían muy bien que si su “yerno” había cruzado el océano, no era precisamente por Nadia o su hijo, sino por Naiara.—¿¡No te parece bastante vergüenza que no hayas querido asumir tus responsabilidades casándote con mi hija!? —rugió Rafael y a pesar del espectáculo, Naiara se dio cuenta de que aquello ya no lo consideraba como una humillación pública.Sentía vergüenza por sus padres, pero en los últimos meses había crecido lo suficiente como para saber que no podía responsabilizarse por los errores de los demás.—Lamento mucho que estés pasando por esto —murmuró Samuel alcanzando una de sus manos con un gesto tentativo—. Y a lo mejor suena asquerosamente egoísta, pero me alegro que hayas escapado d
CAPÍTULO 70. Un asesinoNaiara retrocedió, con las manos tras ella como si intentara agarrarse de algo para no caerse, pero finalmente sintió aquellos dedos que se aferraron a los suyos y supo que solo podían ser de Samuel.—¡¿Te volviste loco?! ¡No puedes hacer algo como eso! —le gritó a su padre mientras el corazón le golpeaba tanto en el pecho que parecía que se lo iba a romper de un momento a otro—. ¡Mi abuelo necesita su operación! ¡Necesita un marcapasos ya!—¡Eso lo decidirá un médico! —replicó Rafael con tono desafiante.—¡Es que un médico ya lo decidió papá! —le gritó Naiara con desesperación—. ¡Todo un equipo médico de este hospital decidió que lo mejor para mi abuelo era operarlo!—Pues yo no confío en este equipo médico y punto —escupió Rafael—. Quiero una segunda valoración. Quiero que vengan otros especialistas de otro hospital, o quizás trasladarlo, no sé....—¡Tú lo que estás es haciendo tiempo, maldito infeliz! —le gritó Naiara fuera de sí—. ¡Lo último que te importa
CAPÍTULO 71. La presión correcta en el momento justoJustin Baker imaginaba y con razón, que ninguna de las personas en aquella sala de espera le tenía ni un mínimo de aprecio, pero de todas la única que le importaba era Naiara, y no le había mentido al decirle que era hijo de su padre, y además capaz de usar toda esa influencia para resolver cualquier problema. Al menos cualquiera legal.—Problema número uno: no conozco el pueblo, necesito que me encaminen con el juez lo más pronto posible —sentenció y quizás porque quería evitar problemas entre los hombres, o quizás porque siendo una funcionaria pública era la que mejor conocía a todas las personalidades locales, pero Rosy fue la que se ofreció de inmediato.—¡Yo te llevo, vamos! —declaró y un segundo después Justin se apresuraba detrás de ella hacia el estacionamiento donde tenía su auto.Naiara se dejó caer en una silla con la cabeza entre las manos, sin saber ni cómo reaccionar. Le dolía en el alma que su abuelo estuviera enfermo