El corazón estaba a punto de reventarle cuando aquellos disparos llenaron el aire y todo el caos se convirtió en un silencio profundo y sobrecogedor. Ni siquiera lo había visto. ¡Maldición ¿cómo era posible que ni siquiera lo hubiera visto?!Pero de un segundo a otro solo había sentido el choque de aquel pequeño cuerpo contra el suyo y luego había visto aquellos hombres desplomándose en el suelo. Nadie había tenido que decirle que se trataba de ella, sabía que era ella, sabía que era Giulia, pero en el mismo momento en que intentó darle la vuelta solo escuchó un gruñido y retiró la mano instantáneamente de su hombro para encontrar sus dedos llenos de sangre.—¡Giulia! —aquel miedo se escapó por entre sus labios con un susurro y la atrapó entre sus brazos por temor a que se cayera, sin embargo aunque parecía que apenas estaba intentando enfocarse de nuevo , sus pies estaban firmes en el suelo.—¡Malak! —se escuchó el grito de uno de los ancianos que habían venido desde las aldeas y pro
El silencio en aquel edificio fue sustituido primero por las imprecaciones de los visires, que intentaban voltear aquella decisión contra el rey.Pero de nada sirvió que mencionaran las leyes, sus posiciones políticas o la opinión del resto del mundo cuando supieran que había enjuiciado a todo un parlamento sin derecho a largos y costosos juicios públicos. A Hasan simplemente no le importaba.—Vamos a dejar algo muy claro —sonrió mirando a cada hombre acusado en aquella sala—. Mi padre era un tirano, y aun así o quizás precisamente por eso, ninguno de ustedes se atrevió jamás a conspirar de esta forma contra él. Soy muy consciente de que el problema ha sido mío, que he tratado de que mi gobierno sea diferente. —Hasan respiró profundamente y negó con decepción—. Creí que siendo un rey bueno lograría que este país viviera en paz y prosperidad bajo mi gobierno, pero evidentemente me equivoqué. Ser un buen rey no siempre significa ser bueno, así que a partir de hoy procuraré corregir ese
Para el peso y la fuerza que tenía el carácter de aquella mujer, era increíble lo poco que pesaba su cuerpo. Hasan levantó a Giulia como si fuera una pluma y se giró hacia Karim.—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dijo y un segundo después una camioneta se estacionaba frente al edificio del Parlamento y Hasan se subía a ella con Giulia en sus brazos.El corazón le latía como un tambor dentro del pecho, y ver que ya estaba demasiado cansada como para pelear con él lo asustaba aun más.—¡Vamos, nena, me juraste que ibas a estar bien! —la regañó sacudiéndola y la escuchó suspirar.—Estoy bien, solo tengo sueño porque llevo muchos días sin dormir, cuidando tu real trasero —protestó Giulia y a él le importó muy poco delante de quién estaban, solo le dio un beso en los labios y le suplicó que fuera fuerte solo un poco más.El mismo Mustafá condujo de regreso a Palacio y para ese momento ya los médicos reales los estaban esperando. El palacio contaba con la mejor clínica del país, así que
La mano de Giulia retuvo la de Hasan apenas este se levantó, pero en cuanto hizo el primer gesto por incorporarse, los labios del rey chocaron con los suyos en un beso urgente y controlado que terminó en una rotunda negación.—No lo voy a permitir. No te vas a levantar de esta cama hasta que el doctor diga que estás bien como para levantarte, y más vale que no me discutas —sentenció.La muchacha respiró profundo, pero terminó asintiendo.—No hagas esto en privado —le aconsejó—. Tienes un nuevo Parlamento ahora, úsalo. Deja que sepan a lo que se enfrentan, y deja que decidan.Hasan hizo un gesto de afirmación antes de besar su mano y salir de allí, seguido de Karim y de Mustafá. Mientras, Diana entraba a verla y se quedaba con ella.—Déjame adivinar: casi te cuesto el divorcio porque Massimo se puso como histérico cuando te vio aquí —le dijo Giulia con un puchero.—Pues la verdad es que se puso como loco, me apretó contra uno de los muros y tuvimos que salir huyendo porque casi nos det
Hasan juraba que no era el único que perdía el aliento viendo a Giulia con aquel uniforme de la Guardia Real, solo estaba agradecido de que todos los demás hombres en aquella sala pasaran de los setenta años o si no la crisis de celos sería completamente inevitable.Se acercó a ella tratando de buscar un solo signo en su expresión de que no estaba bien, pero aquella mujer parecía tan fuerte y segura como siempre.—Te dije que te quedaras descansando —le susurró con preocupación.—A estas alturas ya deberías haber entendido que nunca te haré mucho caso —le sonrió Giulia—. Y que tampoco te dejaré solo en los momentos más delicados, así que…Hasan contuvo el aliento y la sonrisa a la misma vez mientras le hablaba a uno de los Alto Visires.—Señor Mohamed, ¿qué contempla la ley como castigo para reinas desobedientes? —preguntó sin dejar de mirarla a los ojos y todo el Parlamento se revolvió nervioso.—Bueno… este… según la ley se establece un castigo de… este… de… azotes, Su Majestad —mur
Cacería.Los Silenciosos estaban con la adrenalina a tope y la guardia real aún más. A pesar de todo su entrenamiento, eran muy contadas las ocasiones en que realmente tenían que actuar, porque los Garibaldi eran más respetados en Europa que el mismo Papa. Así que aquella era una oportunidad de ejercer para lo que realmente se les pagaba.En entrenamiento intensivo de la guardia real y más de cien hombres seleccionados del ejército comenzó esa misma mañana, mientras, un salón de operaciones se había montado en el despacho de Hasan, donde un doctor estaba presente en todo momento para asegurarse de que Giulia no corriera peligro y su herida evolucionara bien.—Lo estamos rastreando, tranquilo. El desierto lo escupirá tarde o temprano, pasará por alguna aldea, alguna caravana lo verá —le aseguró Giulia porque el primer objetivo de todos era acabar con Yusuf Al-Amir—. Ahora vamos a concentrarnos en lo segundo más importante: cortar todos los canales de suministro a las Doce Tribus.Karim
Lo escuchó reír por lo bajo. No podía ser de otra forma, porque no había nada que hiciera aletear más el corazón de Hasan que aquella clase de amenazas de Giulia.Un segundo después sentía su boca contra su piel, devorándola en un camino lento y delicioso hacia su boca antes de hundir la lengua en ella y dejarse llevar. Era delicioso, aquel aroma profundo del café en la madrugada invadía su paladar y la hacía ronronear de gusto mientras sentía las manos de Hasan acariciándola.Lo sintió rozar con sus dedos la venda que todavía llevaba puesta sobre el hombro, y Giulia envolvió las piernas a su alrededor, haciéndole una pequeña inmovilización contra sus caderas para que ni se le ocurriera escaparse.—Estoy bien —susurró suspirando mientras sentía el cuerpo caliente de Hasan sobre ella—. Por favor…Su piel vibraba solo con la expectación, como si hubieran pasado meses y no días desde la última vez que habían estado juntos, y Giulia enredó sus dedos en aquel cabello largo, tirando de él p
Al inicio Giulia tenía que reconocer que entre el sueño, el cansancio post sexo y aquel dolor plano y constante de la herida, no le había prestado demasiada atención a aquellas palabras, pero solo dos días después entendió perfectamente por qué Hasan le estaba pidiendo aquello.Cuatro equipos se estaban preparando para salir, con cuatro objetivos muy diferentes, y todos incluían volver con la cabeza de Yusuf Al—Amir.Hasan iba a cargo del primero y Mustafá del segundo. Diana y Massimo se ocupaban del tercero, y Giulia se quedó muda de la impresión cuando el primer acto de Hasan aquella mañana fue poner una pequeña caja en sus manos frente a la severa formación de soldados.—¿Esto qué…? ¿Esto qué es, Hasan? —balbuceó y lo vio sonreírle con confianza.—Es tu nombramiento —respondió él—. A partir de hoy Giulia Rossi es la Comandante del Regimiento de la Guardia Real.La muchacha abrió mucho los ojos, impactada, y miró a Mustafá porque sabía que ese era su puesto.—Pero…—Tranquila. Él ac