EXTRA. Una sola nocheEl sol se despedía dejando tras de sí un cielo teñido de tonos cálidos y dorados sobre la Croisette en Cannes. La alfombra roja se extendía como un camino de sueños, y entre los flashes de las cámaras y la efervescencia del festival, Karim se encontró de repente en el epicentro de la mirada de los periodistas.Vestido con un impecable traje negro, esperaba que su esposa terminara de discutir ciertos detalles importantes con un productor sobre una nueva película que tenía en mente, y él le daba su espacio porque le encantaba cuando la veía emocionada y con estrellitas en los ojos.Su impaciencia estaba bajo control, pero ciertamente se la tentaría una periodista de cabello rubio y vestida con un impecable vestido de noche, que se aproximó a él con micrófono en mano y una sonrisa que destellaba profesionalismo, pero también cierta picardía.—¡Muy buenas noches! ¡Excelente velada! ¿Podrías hablarnos sobre algunos de sus papeles en las películas que se presentan este
Mitch puso los ojos en blanco mientras veía el desastre de plumas y almohadones rotos en la sala de estar.“¡Ampárame, Dios mío porque son tres ciclones y todos salieron a mí!”—¡Henry, Ava y Lily! —exclamó llamando su atención, pero la excitación burbujeaba en la habitación mientras los niños corrían unos tras otros—. ¡Chicos, vengan aquí! —llamó Mitch intentando interrumpir su alboroto y de inmediato los tres trillizos corrieron hacia él con curiosidad.—¿Qué pasa, papá? —preguntó Ava, la más animada de los tres. No había dudas de que era una copia de su tía Faith.Mitch se aclaró la garganta antes de hablar, pero si era honesto, era más difícil meter en cintura a esos tres que a un clan de la mafia.—Chicos, esta noche vamos a estar en casa de los abuelos y habrá una gran fiesta. Vamos a celebrar una gran fiesta así que necesito que se mantengan alejados de: ¡Ejem! El pastel, la vajilla, los cubiertos, los adornos, los floreros, las lámparas, los terrarios, las mesas, las sillas, l
EXTRA. Cuando me vayaEl zumbido constante del avión se mezclaba con el murmullo de Hope, que cantaba bajito las canciones que estaba escuchando en la tablet, creando una sinfonía peculiar que acompañaba a Kris y Jana en su viaje hacia Inglaterra. Los asientos eran espaciosos y cómodos, y aunque el viaje era largo, valía la pena por llegar a la fiesta de aniversario de los padres de Jana.En el asiento contiguo, un niño pequeño comenzó a llorar de repente y Kris se levantó rápidamente y se acercó al niño, levantándolo en brazos para acunarlo, calmándolo porque al parecer había tenido un mal sueño.—Tranquilo, campeón, tranquilo. No pasa nada —susurró Kris y alcanzó el biberón que tenía en la bolsa frente a él porque sabía que beberse su jugo le quitaría la presión de los oídos y lo haría sentir más cómodo.Con dos años, Andrei seguía siendo un niño muy mimado, y su padre lo adoraba.—¿Está bien? —preguntó Jana abriendo los ojos y Kris pasó una mano suave por su cabello.—Sí, tranquila
EXTRA. Una reina en el corazón del reyEl resplandor de la luna se filtraba a través de las diáfanas cortinas, proyectando un cálido resplandor sobre la sala de estar donde Hasan había dispuesto todo para su comodidad. Acomodó los cojines del enorme sillón antes de volverse hacia Giulia, que avanzaba hacia él con un gesto cansado.—Ven, amor. Ya está todo listo —la persuadió suavemente, guiándola hacia el sillón con el cuidado reservado para algo precioso y frágil—. No deberías estar de pie demasiado.Giulia se permitió una pequeña sonrisa mientras se acomodaba en la silla con un suspiro de cansancio.—¿Shaytan? —preguntó ella con preocupación.—Rendido. Sus clases de equitación son el mejor sedante que hay.—¿Y Sahar?—Más que dormidita. Nuestra princesita no salió a ti, definitivamente, porque a juiciosa y tranquila no hay quien le gane —le sonrió Hasan acomodándose a su lado y encendiendo la computadora.La pantalla frente a ellos cobró vida, revelando a Karim del otro lado, que lo
EXTRA. CIERRE GENERAL DE LA SERIE DULCES VENENOSUN AÑO MÁS TARDELa historia de Kainn Black y Elisa Hrlow había empezado hacía muchos años, y era la historia de un amor lleno de dolor. Dos almas heridas, demasiado heridas que solo podían unirse para conseguir una venganza, pero que terminaron enamorándose perdidamente el uno del otro.La historia de Christopher Moe y Malina Ristick había sido tormentosa y urgente. Marcada por engaños, intrigas y traiciones que amenazaron con destruir completamente su felicidad, hasta que el perdón y el amor demostraron ser más fuertes que el rencor entre ellos.La historia de Alan Parker y su Mar había sido construida sobre una completa mentira, sobre un contrato de mutuo beneficio, hasta que la vida les demostró que en el corazón nadie gobierna, porque el acuerdo de mentiras terminó convirtiéndose en una hermosa y verdadera familia.La historia de Faith Black y Charlie Moe había empezado cuando solo eran unos niños, y a pesar de la cobardía, el rese
—¡Marina! —el grito de su compañera en la puerta del pequeño laboratorio médico la hizo saltar—. ¡Marina, apúrate!—¿Qué pasó? —preguntó asustada.—¡Acaban de admitir en Urgencias a un niño pequeño de una guardería cercana, y cuando vi el apellido...! ¡Es ese impronunciable... como el de tu hijo...!—¿Dragonov? —se llevó al pecho una mano temblorosa.—¡Sí, ese, corre!Marina sintió que el corazón se le aceleraba mientras corría hacia la entrada del hospital. Sí, su hijo de tres años tenía ese apellido raro porque aunque su marido había nacido en Estados Unidos, sus padres eran búlgaros. Mientras el ascensor bajaba las lágrimas saltaban en sus ojos por temor de que a su pequeño Michael le hubiera pasado algo.Pero apenas las puertas se abrieron, la distrajo el sonido de una voz familiar procedente de la sala de espera. Se detuvo en seco en aquella esquina y escuchó. Era la voz de su marido, que estaba hablando con otra mujer.—¿Cómo se te ocurrió traerlo aquí, Nora? ¡Este es un hospita
TRES MESES DESPUÉSMar abrió los ojos despacio, se sentó en la cama y se quedó viendo una chancla como si estuviera en piloto automático, porque definitivamente su cerebro no lograba arrancar bien todavía. Miró a su lado y sintió una opresión horrible en el pecho mientras veía dormir a Michael; su pequeño había estado tosiendo toda la noche y ella había hecho lo posible por hacerlo sentir mejor, pero sin tener medicamentos a mano, eso resultaba bastante difícil.Quería quedarse con él y acurrucarlo todo el día, pero por desgracia debía trabajar, así que Michael debía quedarse en la guardería.Lo dejó dormir un rato más mientras iba a la cocina por café, el único desayuno que de momento podía permitirse para ella. La habían ayudado a mudarse a Los Ángeles y ya no se llamaba Marina, ahora era Mar Guerrero, asistente del director de un prestigioso hospital, que a pesar de ser privado no pagaba mucho a puestos como el suyo.Los últimos tres meses habían sido un infierno para ella. Muchas
Mar temblaba de rabia mientras buscaba una bandeja y la ponía sobre la encimera donde estaba la máquina de café.Preston era un maldito xenófobo y racista, pero por desgracia como él había miles de personas en el mundo, y todo emigrante debía estar dispuesto a afrontar las consecuencias cuando salía de su país natal.Los ojos le ardían de tanto aguantar las lágrimas. No podía darse el lujo de perder aquel trabajo, ni siquiera podía responderle por las cochinadas que le había insinuado, pero después de todo lo que le había pasado en los últimos meses, no podía quedarse con aquella impotencia dentro.El aroma dulzón del café llenó el aire y Mar sirvió las dos pulcras tazas blancas. Preparó los dos cafés con la diligencia que era habitual en ella, pero antes de ir al despacho del director a llevar la bandeja miró atentamente una de las tazas... la de Preston.Las persianas plásticas del despacho solo estaban desplegadas a medias, y no había nadie alrededor. Levantó aquella taza y carrasp