Cacería.Los Silenciosos estaban con la adrenalina a tope y la guardia real aún más. A pesar de todo su entrenamiento, eran muy contadas las ocasiones en que realmente tenían que actuar, porque los Garibaldi eran más respetados en Europa que el mismo Papa. Así que aquella era una oportunidad de ejercer para lo que realmente se les pagaba.En entrenamiento intensivo de la guardia real y más de cien hombres seleccionados del ejército comenzó esa misma mañana, mientras, un salón de operaciones se había montado en el despacho de Hasan, donde un doctor estaba presente en todo momento para asegurarse de que Giulia no corriera peligro y su herida evolucionara bien.—Lo estamos rastreando, tranquilo. El desierto lo escupirá tarde o temprano, pasará por alguna aldea, alguna caravana lo verá —le aseguró Giulia porque el primer objetivo de todos era acabar con Yusuf Al-Amir—. Ahora vamos a concentrarnos en lo segundo más importante: cortar todos los canales de suministro a las Doce Tribus.Karim
Lo escuchó reír por lo bajo. No podía ser de otra forma, porque no había nada que hiciera aletear más el corazón de Hasan que aquella clase de amenazas de Giulia.Un segundo después sentía su boca contra su piel, devorándola en un camino lento y delicioso hacia su boca antes de hundir la lengua en ella y dejarse llevar. Era delicioso, aquel aroma profundo del café en la madrugada invadía su paladar y la hacía ronronear de gusto mientras sentía las manos de Hasan acariciándola.Lo sintió rozar con sus dedos la venda que todavía llevaba puesta sobre el hombro, y Giulia envolvió las piernas a su alrededor, haciéndole una pequeña inmovilización contra sus caderas para que ni se le ocurriera escaparse.—Estoy bien —susurró suspirando mientras sentía el cuerpo caliente de Hasan sobre ella—. Por favor…Su piel vibraba solo con la expectación, como si hubieran pasado meses y no días desde la última vez que habían estado juntos, y Giulia enredó sus dedos en aquel cabello largo, tirando de él p
Al inicio Giulia tenía que reconocer que entre el sueño, el cansancio post sexo y aquel dolor plano y constante de la herida, no le había prestado demasiada atención a aquellas palabras, pero solo dos días después entendió perfectamente por qué Hasan le estaba pidiendo aquello.Cuatro equipos se estaban preparando para salir, con cuatro objetivos muy diferentes, y todos incluían volver con la cabeza de Yusuf Al—Amir.Hasan iba a cargo del primero y Mustafá del segundo. Diana y Massimo se ocupaban del tercero, y Giulia se quedó muda de la impresión cuando el primer acto de Hasan aquella mañana fue poner una pequeña caja en sus manos frente a la severa formación de soldados.—¿Esto qué…? ¿Esto qué es, Hasan? —balbuceó y lo vio sonreírle con confianza.—Es tu nombramiento —respondió él—. A partir de hoy Giulia Rossi es la Comandante del Regimiento de la Guardia Real.La muchacha abrió mucho los ojos, impactada, y miró a Mustafá porque sabía que ese era su puesto.—Pero…—Tranquila. Él ac
Hasan Nhasir se había jurado sobre la tumba de su madre que jamás sería un asesino despiadado, sin embargo la guerra no la libraban hombres inocentes. Por más que le pesara a su conciencia, si aquellos hombres tenían oportunidad de matarlo, a él y a todos los que amaba o incluso a las personas que apreciaba, como Musalem y Mustafá, sabía que lo harían sin dudarlo. La mirada fiera y despectiva en los ojos del hombre arrodillado frente a él era una respuesta segura.—¡Alá me recibirá en su reino! —escupió Mulhar a sus pies con la mayor falta de respeto—. ¡No te molestes en torturarme, no te diré jamás dónde está Yusuf! ¡Las Doce Tribus tienen derecho a gobernar este país! ¡Tenemos derecho a su riqueza…!—¡La riqueza ya la tenían, idiota! —rugió Hasan con impotencia—. ¿¡O con qué crees que pagó Yusuf a todos los mercenarios que se reunieron en mi puerta? ¿Eh? ¿¡Con qué!?Por un momento la mirada de Mulhar dejó entrever un poco de duda, pero de inmediato volvió a ser fiera y el odio se re
Era impresionante. Nadie que no la conociera muy de cerca podía imaginar que más de treinta soldados entrenados que le doblaban el peso y la estatura obedecieran tan ciegamente a una veinteañera. Pero todos aquellos hombres habían pasado las últimas semanas siendo testigos en primera línea de lo que aquella veinteañera era capaz de hacer. —Comandante —se acercó su primer oficial con gesto apurado, sin siquiera pedir permiso porque sabía que la muchacha no toleraba que perdieran tiempo en formalidades cuando su tienda estaba abierta—. Lo tenemos. Giulia sonrió de oreja a oreja y salió con paso rápido hacia donde la camioneta estaba a punto de llegar. Normalmente salía ella misma a cada incursión, pero últimamente le estaba dando más libertad de movimiento a sus soldados, después de comprobar que eran lo suficientemente hábiles y capaces como para no necesitar su protección. Pocos minutos después dos de sus exploradores bajaban de la camioneta, lanzando al suelo a un hombre con cara d
Si había algo que Giulia Rossi conocía muy bien era que algunos hombres no podían guardar la lengua dentro de su boca cuando había mujeres hermosas presentes; y en Italia en más de una ocasión había conseguido encontrar a sus objetivos precisamente en casas de cita y burdeles, porque por alguna extraña razón, ahí era donde se sentían seguros. Tanto ella como los soldados cambiaron sus uniformes por ropas de civil, y después de cubrirse con un velo, nadie encontró extraño que seis hombres estuvieran sentados en un rincón de aquel sitio, rodeando a una mujer, bebiendo y riendo. Sin embargo lo que nadie imaginaba era que los cinco sentidos de aquellas siete personas estaban en cada conversación que se sucedía a su alrededor. Porque justo detrás de ellos, separados apenas por una cortinilla de fibra de caña, pudieron distinguir a varios de los hombres que estaban “custodiando” el pozo para Yusuf Al—Amir. —…Zaid, ya no nos des más vueltas, mejor dinos de una vez cuándo va a llegar el pag
El desierto era uno de esos amigos extremadamente peligrosos incluso para los que lo conocían bien, así que Hasan no podía evitar preocuparse por Giulia, incluso cuando sabía que cada hombre a su servicio se había criado y sabían cómo sobrevivir en él.Ella no lo sabía, pero él les había encargado protegerla más allá de lo imaginable y aun así aquel silencio lo estaba matando.Las comunicaciones entre ellos estaban bloqueadas, precisamente porque era un riesgo que Yusuf llegara a intervenirlas y lo único a lo que Hasan le tenía más miedo que no tenerla con él era a ponerla en peligro. Así que después de semanas sin hablar con ella, estaba más tenso y más desesperado que nunca.Su única conexión era Karim, pero todo lo que sabía era que ella seguía viva y haciendo estragos, porque mientras los demás cortaban suministros y acorralaban cada vez más a las Doce Tribus, ella iba dejando un reguero de cuerpos como advertencia de que la traición a la corona sería castigada con la peor de las
No iba a resistirse. Dios sabía que no iba a resistirse porque la verdad era que se estaba muriendo por aquel hombre. Lo había extrañado hasta el infinito y solo quería perderse debajo de él, sentirlo contra su cuerpo y besar hasta el último rincón de aquella piel tostada y deliciosa.—Estoy enojada contigo. ¡Solo para que lo sepas! —gruñó con desesperación mientras sus manos se colaban debajo de la túnica de Hasan y la bajaba sobre sus hombros, delineando cada músculo con las puntas de los dedos hasta que aquel torso caliente estuvo pegado a sus pechos—. ¡Dios, no tienes idea de lo que te extrañé!—¡No más que yo, te lo puedo asegurar! —jadeó él abriendo con urgencia los botones de su camisa y deshaciéndose del brasier.Acarició sus senos con un gruñido casi animal y tiró de sus caderas para levantarla contra su boca, devorando aquellos pezones rozados y pequeños mientras los dedos de Giulia se hundían en su cabello. Cada trozo de ropa se perdió en cuestión de segundos mientras Hasan