Hasan Nhasir se había jurado sobre la tumba de su madre que jamás sería un asesino despiadado, sin embargo la guerra no la libraban hombres inocentes. Por más que le pesara a su conciencia, si aquellos hombres tenían oportunidad de matarlo, a él y a todos los que amaba o incluso a las personas que apreciaba, como Musalem y Mustafá, sabía que lo harían sin dudarlo. La mirada fiera y despectiva en los ojos del hombre arrodillado frente a él era una respuesta segura.—¡Alá me recibirá en su reino! —escupió Mulhar a sus pies con la mayor falta de respeto—. ¡No te molestes en torturarme, no te diré jamás dónde está Yusuf! ¡Las Doce Tribus tienen derecho a gobernar este país! ¡Tenemos derecho a su riqueza…!—¡La riqueza ya la tenían, idiota! —rugió Hasan con impotencia—. ¿¡O con qué crees que pagó Yusuf a todos los mercenarios que se reunieron en mi puerta? ¿Eh? ¿¡Con qué!?Por un momento la mirada de Mulhar dejó entrever un poco de duda, pero de inmediato volvió a ser fiera y el odio se re
Era impresionante. Nadie que no la conociera muy de cerca podía imaginar que más de treinta soldados entrenados que le doblaban el peso y la estatura obedecieran tan ciegamente a una veinteañera. Pero todos aquellos hombres habían pasado las últimas semanas siendo testigos en primera línea de lo que aquella veinteañera era capaz de hacer. —Comandante —se acercó su primer oficial con gesto apurado, sin siquiera pedir permiso porque sabía que la muchacha no toleraba que perdieran tiempo en formalidades cuando su tienda estaba abierta—. Lo tenemos. Giulia sonrió de oreja a oreja y salió con paso rápido hacia donde la camioneta estaba a punto de llegar. Normalmente salía ella misma a cada incursión, pero últimamente le estaba dando más libertad de movimiento a sus soldados, después de comprobar que eran lo suficientemente hábiles y capaces como para no necesitar su protección. Pocos minutos después dos de sus exploradores bajaban de la camioneta, lanzando al suelo a un hombre con cara d
Si había algo que Giulia Rossi conocía muy bien era que algunos hombres no podían guardar la lengua dentro de su boca cuando había mujeres hermosas presentes; y en Italia en más de una ocasión había conseguido encontrar a sus objetivos precisamente en casas de cita y burdeles, porque por alguna extraña razón, ahí era donde se sentían seguros. Tanto ella como los soldados cambiaron sus uniformes por ropas de civil, y después de cubrirse con un velo, nadie encontró extraño que seis hombres estuvieran sentados en un rincón de aquel sitio, rodeando a una mujer, bebiendo y riendo. Sin embargo lo que nadie imaginaba era que los cinco sentidos de aquellas siete personas estaban en cada conversación que se sucedía a su alrededor. Porque justo detrás de ellos, separados apenas por una cortinilla de fibra de caña, pudieron distinguir a varios de los hombres que estaban “custodiando” el pozo para Yusuf Al—Amir. —…Zaid, ya no nos des más vueltas, mejor dinos de una vez cuándo va a llegar el pag
El desierto era uno de esos amigos extremadamente peligrosos incluso para los que lo conocían bien, así que Hasan no podía evitar preocuparse por Giulia, incluso cuando sabía que cada hombre a su servicio se había criado y sabían cómo sobrevivir en él.Ella no lo sabía, pero él les había encargado protegerla más allá de lo imaginable y aun así aquel silencio lo estaba matando.Las comunicaciones entre ellos estaban bloqueadas, precisamente porque era un riesgo que Yusuf llegara a intervenirlas y lo único a lo que Hasan le tenía más miedo que no tenerla con él era a ponerla en peligro. Así que después de semanas sin hablar con ella, estaba más tenso y más desesperado que nunca.Su única conexión era Karim, pero todo lo que sabía era que ella seguía viva y haciendo estragos, porque mientras los demás cortaban suministros y acorralaban cada vez más a las Doce Tribus, ella iba dejando un reguero de cuerpos como advertencia de que la traición a la corona sería castigada con la peor de las
No iba a resistirse. Dios sabía que no iba a resistirse porque la verdad era que se estaba muriendo por aquel hombre. Lo había extrañado hasta el infinito y solo quería perderse debajo de él, sentirlo contra su cuerpo y besar hasta el último rincón de aquella piel tostada y deliciosa.—Estoy enojada contigo. ¡Solo para que lo sepas! —gruñó con desesperación mientras sus manos se colaban debajo de la túnica de Hasan y la bajaba sobre sus hombros, delineando cada músculo con las puntas de los dedos hasta que aquel torso caliente estuvo pegado a sus pechos—. ¡Dios, no tienes idea de lo que te extrañé!—¡No más que yo, te lo puedo asegurar! —jadeó él abriendo con urgencia los botones de su camisa y deshaciéndose del brasier.Acarició sus senos con un gruñido casi animal y tiró de sus caderas para levantarla contra su boca, devorando aquellos pezones rozados y pequeños mientras los dedos de Giulia se hundían en su cabello. Cada trozo de ropa se perdió en cuestión de segundos mientras Hasan
Abrió los ojos despacio, y en el mismo momento en que sintió aquel dolor delicioso entre sus piernas, Giulia sonrió internamente. Le encantaba aquella sensación de tener a Hasan contra su espalda, respirando pesadamente por ese sueño profundo que solo ella le provocaba.Se dio la vuelta entre sus brazos y lo besó con suavidad, acariciando su cabello hasta que por fin lo vio despertar y estrecharla con más fuerza.—Creo que todavía no aprendí la lección. ¿Me la quieres repetir? —le preguntó con tono coqueto y Hasan la miró a los ojos con adoración.—Te la repito todas las veces que quieras solo para que te protejas, por favor —susurró—. Es más, ahora que veo lo mucho que te gustó, mejor cambiamos la estrategia, ya no te voy a nalguear por castigo.—¿Ah no?—Nop, ahora es un premio, ¡tienes que obedecerme para ganártelo!La carcajada de Giulia le inundó el corazón y Hasan acarició su rostro con ternura mientras intentaba controlar aquel instinto de protección y posesividad que sentía po
Debían ser quizás la una o las dos de la madrugada cuando Giulia salió de aquella tienda y buscó a Hasan con la mirada. Despertarse y no sentirlo a su lado en la cama era extraño para ella, así que sabía que mucho debía estar en ese momento por su cabeza.Su vista paseó con sutileza entre las tiendas y terminó en aquel pequeño oasis junto al que habían acampado en su última parada. Estaban moviéndose hacia el norte, porque en aquel último movimiento necesitaban estar todos sincronizados, pero a medida que se acercaban a su objetivo, el rey parecía más y más callado.Giulia caminó hacia él y lo vio sonreír en cuando sintió sus brazos alrededor de sus hombros.—Si no podías dormir podías decirme —susurró la muchacha en su oído—. Te juro que te habría cansado.Hasan pasó un brazo alrededor de su cintura y tiró de ella hasta sentarla en su regazo.—Lo sé, no hay nadie más que pueda a ponerme a dormir como un bebé —le dijo—, es solo que…—Que tienes demasiadas cosas en la cabeza —entendió
Los hombres estaban ansiosos, no podía ser de otra manera. Los Silenciosos de Diana y Massimo estaban acostumbrados a andar con la adrenalina a tope, y los soldados del Regimiento de la Guardia Real, que estaban acostumbrados a la tranquilidad, habían tenido unas semanas movidas y llenas de acción.Y en aquel momento en que parecía que todo estaba llegando a su final, todos estaban con los ánimos disparados.Ya había oscurecido y en la tienda de campaña principal Massimo, Diana, Giulia, Karim y Hasan estaban reunidos.—Veinte tráileres, llenos a reventar. Es lo más que pude transportar sin llamar demasiado al atención —les explicó Karim—, pero serán más que suficientes. Lo que necesitamos es inhabilitar los pozos, no destruirlos por completo, aunque sabemos que no es una inversión demasiado considerable volverlos a abrir.Giulia tomó la mano de Hasan y la apretó con suavidad, porque aquella idea suya había sido simplemente perfecta.—Podríamos hacerlos volar, como me dijo Giulia —resp