Las calles eran un hervidero de personas mientras Giulia y Diana intentaban llegar al palacio. Aquella especie de revolución se había desatado en el momento mismo en que Hasan Nhasir había dejado ver a su pueblo que estaba muy vivo y que había regresado por su trono. Por supuesto que el ejército estaba de su parte, y el pueblo de Riad se había lanzado a la calle para apoyarlo. Por todas partes había peleas, y en los callejones más oscuros Giulia pudo identificar cadáveres con los colores de las Doce Tribus. —¡El rey está vivo!—¡El rey regresó! —¡El rey está vivo!Y solo en ese momento el corazón de Giulia comprendió cuán buen rey tenía que haber sido aquel hombre desde su ascenso al trono como para que hasta las mujeres se arriesgaran a salir a la calle en un momento como aquel, y apedrear a todos aquellos que habían participado en su ataque y que ahora “disfrutaban” de la ciudad como si fuera suya.Las puertas del palacio se abrieron completamente solo unos pocos minutos después
Siempre era lindo escuchar la voz de Mateo de Navia, más cuando aquel hombre siempre estaba dispuesto a ayudar a una Rossi o a una Hellmand. “¿¡Cancelación de cuentas?! ¡Tiene que ser una broma!” protestó Mateo fingiendo la mayor molestia del mundo. “¡No puedes hablarle al mejor hacker del mundo a esta hora de la madrugada para pedirme que cancele cuentas bancarias, niña! ¡Esa es una ofensa en toda regla!”-Bueno, si estás ocupado puedo pedírselo al “baby Orlenko”, que según dicen ya es tan bueno como tú.“¡Sí, claro, a riesgo de que la loca de su mujer lo mate!” se rio Mateo. “¡Ya me levanto! ¡Maldición, lo que uno hace por la familia! ¡Mi amooooor, necesito café!Y Diana hizo una mueca graciosa cuando escuchó a su tío Santiago amenazarlo con el tipo de café que le iba a dar a aquella hora. Sin embargo quince minutos después Mateo se volvía a poner al teléfono y rezongaba un “Listo”.-¡Eres el mejor! -le dijo Diana-. Cóbrate de lo que tengo en el Pozo. ¡Besos!Y levantó los pulgares
El corazón estaba a punto de reventarle cuando aquellos disparos llenaron el aire y todo el caos se convirtió en un silencio profundo y sobrecogedor. Ni siquiera lo había visto. ¡Maldición ¿cómo era posible que ni siquiera lo hubiera visto?!Pero de un segundo a otro solo había sentido el choque de aquel pequeño cuerpo contra el suyo y luego había visto aquellos hombres desplomándose en el suelo. Nadie había tenido que decirle que se trataba de ella, sabía que era ella, sabía que era Giulia, pero en el mismo momento en que intentó darle la vuelta solo escuchó un gruñido y retiró la mano instantáneamente de su hombro para encontrar sus dedos llenos de sangre.—¡Giulia! —aquel miedo se escapó por entre sus labios con un susurro y la atrapó entre sus brazos por temor a que se cayera, sin embargo aunque parecía que apenas estaba intentando enfocarse de nuevo , sus pies estaban firmes en el suelo.—¡Malak! —se escuchó el grito de uno de los ancianos que habían venido desde las aldeas y pro
El silencio en aquel edificio fue sustituido primero por las imprecaciones de los visires, que intentaban voltear aquella decisión contra el rey.Pero de nada sirvió que mencionaran las leyes, sus posiciones políticas o la opinión del resto del mundo cuando supieran que había enjuiciado a todo un parlamento sin derecho a largos y costosos juicios públicos. A Hasan simplemente no le importaba.—Vamos a dejar algo muy claro —sonrió mirando a cada hombre acusado en aquella sala—. Mi padre era un tirano, y aun así o quizás precisamente por eso, ninguno de ustedes se atrevió jamás a conspirar de esta forma contra él. Soy muy consciente de que el problema ha sido mío, que he tratado de que mi gobierno sea diferente. —Hasan respiró profundamente y negó con decepción—. Creí que siendo un rey bueno lograría que este país viviera en paz y prosperidad bajo mi gobierno, pero evidentemente me equivoqué. Ser un buen rey no siempre significa ser bueno, así que a partir de hoy procuraré corregir ese
Para el peso y la fuerza que tenía el carácter de aquella mujer, era increíble lo poco que pesaba su cuerpo. Hasan levantó a Giulia como si fuera una pluma y se giró hacia Karim.—Ya sabes lo que tienes que hacer —le dijo y un segundo después una camioneta se estacionaba frente al edificio del Parlamento y Hasan se subía a ella con Giulia en sus brazos.El corazón le latía como un tambor dentro del pecho, y ver que ya estaba demasiado cansada como para pelear con él lo asustaba aun más.—¡Vamos, nena, me juraste que ibas a estar bien! —la regañó sacudiéndola y la escuchó suspirar.—Estoy bien, solo tengo sueño porque llevo muchos días sin dormir, cuidando tu real trasero —protestó Giulia y a él le importó muy poco delante de quién estaban, solo le dio un beso en los labios y le suplicó que fuera fuerte solo un poco más.El mismo Mustafá condujo de regreso a Palacio y para ese momento ya los médicos reales los estaban esperando. El palacio contaba con la mejor clínica del país, así que
La mano de Giulia retuvo la de Hasan apenas este se levantó, pero en cuanto hizo el primer gesto por incorporarse, los labios del rey chocaron con los suyos en un beso urgente y controlado que terminó en una rotunda negación.—No lo voy a permitir. No te vas a levantar de esta cama hasta que el doctor diga que estás bien como para levantarte, y más vale que no me discutas —sentenció.La muchacha respiró profundo, pero terminó asintiendo.—No hagas esto en privado —le aconsejó—. Tienes un nuevo Parlamento ahora, úsalo. Deja que sepan a lo que se enfrentan, y deja que decidan.Hasan hizo un gesto de afirmación antes de besar su mano y salir de allí, seguido de Karim y de Mustafá. Mientras, Diana entraba a verla y se quedaba con ella.—Déjame adivinar: casi te cuesto el divorcio porque Massimo se puso como histérico cuando te vio aquí —le dijo Giulia con un puchero.—Pues la verdad es que se puso como loco, me apretó contra uno de los muros y tuvimos que salir huyendo porque casi nos det
Hasan juraba que no era el único que perdía el aliento viendo a Giulia con aquel uniforme de la Guardia Real, solo estaba agradecido de que todos los demás hombres en aquella sala pasaran de los setenta años o si no la crisis de celos sería completamente inevitable.Se acercó a ella tratando de buscar un solo signo en su expresión de que no estaba bien, pero aquella mujer parecía tan fuerte y segura como siempre.—Te dije que te quedaras descansando —le susurró con preocupación.—A estas alturas ya deberías haber entendido que nunca te haré mucho caso —le sonrió Giulia—. Y que tampoco te dejaré solo en los momentos más delicados, así que…Hasan contuvo el aliento y la sonrisa a la misma vez mientras le hablaba a uno de los Alto Visires.—Señor Mohamed, ¿qué contempla la ley como castigo para reinas desobedientes? —preguntó sin dejar de mirarla a los ojos y todo el Parlamento se revolvió nervioso.—Bueno… este… según la ley se establece un castigo de… este… de… azotes, Su Majestad —mur
Cacería.Los Silenciosos estaban con la adrenalina a tope y la guardia real aún más. A pesar de todo su entrenamiento, eran muy contadas las ocasiones en que realmente tenían que actuar, porque los Garibaldi eran más respetados en Europa que el mismo Papa. Así que aquella era una oportunidad de ejercer para lo que realmente se les pagaba.En entrenamiento intensivo de la guardia real y más de cien hombres seleccionados del ejército comenzó esa misma mañana, mientras, un salón de operaciones se había montado en el despacho de Hasan, donde un doctor estaba presente en todo momento para asegurarse de que Giulia no corriera peligro y su herida evolucionara bien.—Lo estamos rastreando, tranquilo. El desierto lo escupirá tarde o temprano, pasará por alguna aldea, alguna caravana lo verá —le aseguró Giulia porque el primer objetivo de todos era acabar con Yusuf Al-Amir—. Ahora vamos a concentrarnos en lo segundo más importante: cortar todos los canales de suministro a las Doce Tribus.Karim