Jana tenía el corazón estrujado viendo todo aquello. A ella la tenía sin cuidado el sexo del bebé, solo sabía que sería una sorpresa y que lo disfrutaría inmensamente.—Dime una cosa, ¿si no te hubiera descubierto cómo ibas a traer al bebé aquí? —le preguntó y Kris juntó las cejas con un puchero.—Bueno… te habría ido colando todas estas cosas en el cuarto del bebé poco a poco —respondió pensativo.—Claro, porque seguro que no me iba a dar cuenta de una cuna de ese tamaño que apareciera mágicamente en el cuarto del bebé.Kris resopló echándose atrás el cabello y se encogió de hombros antes de levantar las manos a la altura de la cabeza con un gesto de rendición.—¡OK, OK! Lo reconozco, no pasé las clases de “Introducción al camuflaje I” en la escuela de la mafia, yo era de los que llegaban imponiendo, ya sabes… ¡Diablos ni siquiera me pude esconder de ti dos semanas! —arrugó el ceño y Jana le acarició despacio aquel cabello que le había crecido muchísimo.—Bien, al menos reconoces que
En su vida Kris se había metido a una sala de ecografía, y sentía que el corazón le retumbaba en el pecho como si fuera un examen que tuviera que pasar o algo así. Estaba nervioso, estaba asustado, al punto de que aquella expectación hacía que le sudaran hasta las manos. Vio a Jana hablar con la doctora y esta les hizo una señal para que los dos se acercaran a la salita de ultrasonidos. En cuestión de segundos la doctora volvía a encender la máquina y Kris sintió un nudo en la garganta cuando Jana le hizo un gesto para que se acercara más. —Ven, vamos a escucharlo —le dijo y él solo pasó saliva viendo cómo la doctora revolvía el gel sobre la pancita de la muchacha. Lo primero que se vio fue una imagen del bebé y los ojos de Kris se llenaron de lágrimas porque ya se veía muy bien, completamente formadito y lindo, y en un instante el latido de su corazón lo sobresaltó. —Es... ¿Ese es él? —preguntó con voz ahogada alcanzando una mano de Jana y ella se la apretó con suavidad. —Sí, ese
Jana le habría sacado la lengua si no hubiera tenido totalmente la razón.—¿En serio? A ver, cuéntame cómo es eso —le pidió y Kris se acercó a ella despacio, acariciándole el cabello con un gesto íntimo y cariñoso.—Bueno, pues una bestia en un gran castillo trata de enamorar a una chica hermosa regalándole libros —murmuró él.—Ya... ¿y la chica se deja enamorar?—Bueno... la chica debe tener un poco de síndrome de Estocolmo porque sí, resulta que se enamoró de la bestia al final.Jana lo miró a los ojos con el corazón encogido porque sabía que en el fondo y por más que tratara de hacerlo risible, aquella era exactamente la percepción que Kris siempre había tenido sobre sí mismo, la de un monstruo justificado.—Eso tiene que cambiar —murmuró Jana y él la miró sin comprenderla.—¿Qué cosa?—Pues que esa bestia ya decidió mudar de piel ¿no es así? Entonces tenemos que hacer algo para dejarla atrás.Kris hizo un esfuerzo para que aquellas palabras no se le atoraran en la garganta, pero s
Kris se desperezó lentamente y a medida que se iba dando cuenta de la realidad, contenía el aliento. ¿De verdad ella estaba allí? ¿No era un sueño? ¿O una de esas pesadillas que comenzaban como el sueño perfecto? Jana sintió la forma en que su cuerpo se tensaba y se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.—¿Estás bien? ¿Te duele mucho? —preguntó y los ojos de aquel hombre se cristalizaron en un segundo.—Ni un poquito.—Mentiroso.—Es que tú me curas todo —susurró él acercándose para darle un beso suave en la mejilla.—¿Cuándo te hiciste eso, Kris? —preguntó Jana con preocupación mientras solo acariciaba el borde de su oreja con las manos porque no se atrevía a tocar la piel de lo irritada que estaba.—Ayer. Ya había estado investigando con algunos profesionales y ayer me hicieron la primera sesión —respondió él con un suspiro.Se dejó caer en la cama de nuevo y Jana lo miró como si fuera un niño que por fin había tenido el valor para sacarse una espina dolorosa.—Debe estar rompiéndos
Ni siquiera era capaz de explicarlo, porque a pesar de todo lo que habían vivido juntos, a pesar de que le había disparado a aquel hombre con toda la intención de hacerle daño, había algo que arrastraba a Jana irremediablemente hacia él.Las semanas siguientes fueron como una pequeña espiral de cansancio en la que ella le decía que no era necesario que siguiera sufriendo y él estaba decidido a quitarse aquel tatuaje a como diera lugar. Kris no dejaba que Jana lo acompañara a las sesiones, pero la mayoría de las veces regresaba pálido y se tomaba algo para dormir por horas porque el dolor de cabeza se le hacía insoportable.Jana iba y venía desde su casa a la de Kris, hasta que un día después de la última sesión él despertó para verla acurrucada en el alfeizar de su ventana.—¿Nena…? ¿Estás bien? —Preguntó levantándose como zombi y acercándose a ella.—Eso tendría que preguntártelo yo —murmuró la muchacha pero en el mismo momento en que hizo un gesto de incomodidad, Kris la alcanzó y l
Podría haberle dado la paliza de su vida y Kristoff Dragonov no le habría respondido porque ni quería no podía. Alan vio sus pupilas dilatadas y sus ojos desenfocados y como todo médico viejo usó lo que tenía a mano. —Señor Cooper una linterna por favor —demandó y el capataz corrió a buscarla mientras Kainn le acercaba una silla y sentaban a Kris. —Señor Parker, lamento… —Cállate —gruñó Alan y no tuvo que repetirlo porque a Kris le molestaba hasta el sonido de su propia voz. Alcanzó la linterna cuando el capataz se la entregó y movió la luz frente a los ojos de Kris. —¿Está drogado? —preguntó Moe y Alan negó. —Drogas es lo que le faltan. Está teniendo una reacción al láser con que le quitaron esto —murmuró y lo mismo Kainn que Moe se inclinaron para ver aquella herida donde solía estar su tatuaje. La piel se estaba ampollando y se notaba que era muy doloroso. Alan se sentó en una silla frente a él y apretó los dientes y los puños mientras veía la expresión silenciosa y cabizbaj
Mar respiró profundo y tomó la mano de su esposo.—No lo sé, cariño. No sé qué debemos hacer, pero Jana… parece que Jana de verdad lo quiere, y ya no podemos poner en duda que él haría cualquier cosa por ella —le dijo—. ¿Qué te parece si… si hacemos de cuenta que Jana de verdad mató al hombre al que no podemos perdonar, y este es esa segunda oportunidad que la vida le da a la gente que se lo merece?Alan apretó los puños y levantó la playera de Kris para que Mar viera todas aquellas cicatrices.—Este tiene más vidas que un gato —rezongó—. Pero pudo ser Mitch, este muchacho pudo ser Mitch y… quizás…—¿Quizás todavía podamos salvar a otro niño a tiempo? —preguntó Mar y Alan se cruzó de brazos.—No me mires con esos ojos; si se queda pelón no me voy a rapar la mitad de la cabeza por él —protestó y Mar se echó a reír con suavidad.—Bueno… ¿Y ahora qué hacemos? —le preguntó.—Invadir —replicó su esposo—. ¿O nadie se ha dado cuenta de que todos no cabemos en la casa de Jana?Dos días más pa
Nadie dijo una palabra y nadie le acercó un pañuelo, ni siquiera una servilleta. Solo lo dejaron ser, sentirse mal y sentirse bien y llorar, y le daban comida de cuando en cuando porque Alan seguía insistiendo en que se iba a desmayar.Kris tenía el pecho tan estrujado que de cuando en cuando no podía ni respirar, pero la mano calentita de Jana entre la suya obraba milagros.—Bueno, ¿ya tomaron una decisión? —preguntó Mar cuando los chicos se autoinvitaron a un tour por la hacienda y dejaron a Jana y a Kris solos en la cocina con sus padres.—Me gustaría quedarme aquí —respondió la muchacha—. Realmente me ha gustado este lugar, es tan… pacífico.Alan sonrió con suavidad y asintió. Desde que su hija era joven había estado involucrada en todo el asunto de la ayuda humanitaria y se la había pasado corriendo por el mundo salvando personas, él más que nadie creía que ya era tiempo de que se tomara un merecido descanso.—Es que este lugar es espectacular, si no fuera porque Gracie está espe