Kris se desperezó lentamente y a medida que se iba dando cuenta de la realidad, contenía el aliento. ¿De verdad ella estaba allí? ¿No era un sueño? ¿O una de esas pesadillas que comenzaban como el sueño perfecto? Jana sintió la forma en que su cuerpo se tensaba y se dio la vuelta para mirarlo a los ojos.—¿Estás bien? ¿Te duele mucho? —preguntó y los ojos de aquel hombre se cristalizaron en un segundo.—Ni un poquito.—Mentiroso.—Es que tú me curas todo —susurró él acercándose para darle un beso suave en la mejilla.—¿Cuándo te hiciste eso, Kris? —preguntó Jana con preocupación mientras solo acariciaba el borde de su oreja con las manos porque no se atrevía a tocar la piel de lo irritada que estaba.—Ayer. Ya había estado investigando con algunos profesionales y ayer me hicieron la primera sesión —respondió él con un suspiro.Se dejó caer en la cama de nuevo y Jana lo miró como si fuera un niño que por fin había tenido el valor para sacarse una espina dolorosa.—Debe estar rompiéndos
Ni siquiera era capaz de explicarlo, porque a pesar de todo lo que habían vivido juntos, a pesar de que le había disparado a aquel hombre con toda la intención de hacerle daño, había algo que arrastraba a Jana irremediablemente hacia él.Las semanas siguientes fueron como una pequeña espiral de cansancio en la que ella le decía que no era necesario que siguiera sufriendo y él estaba decidido a quitarse aquel tatuaje a como diera lugar. Kris no dejaba que Jana lo acompañara a las sesiones, pero la mayoría de las veces regresaba pálido y se tomaba algo para dormir por horas porque el dolor de cabeza se le hacía insoportable.Jana iba y venía desde su casa a la de Kris, hasta que un día después de la última sesión él despertó para verla acurrucada en el alfeizar de su ventana.—¿Nena…? ¿Estás bien? —Preguntó levantándose como zombi y acercándose a ella.—Eso tendría que preguntártelo yo —murmuró la muchacha pero en el mismo momento en que hizo un gesto de incomodidad, Kris la alcanzó y l
Podría haberle dado la paliza de su vida y Kristoff Dragonov no le habría respondido porque ni quería no podía. Alan vio sus pupilas dilatadas y sus ojos desenfocados y como todo médico viejo usó lo que tenía a mano. —Señor Cooper una linterna por favor —demandó y el capataz corrió a buscarla mientras Kainn le acercaba una silla y sentaban a Kris. —Señor Parker, lamento… —Cállate —gruñó Alan y no tuvo que repetirlo porque a Kris le molestaba hasta el sonido de su propia voz. Alcanzó la linterna cuando el capataz se la entregó y movió la luz frente a los ojos de Kris. —¿Está drogado? —preguntó Moe y Alan negó. —Drogas es lo que le faltan. Está teniendo una reacción al láser con que le quitaron esto —murmuró y lo mismo Kainn que Moe se inclinaron para ver aquella herida donde solía estar su tatuaje. La piel se estaba ampollando y se notaba que era muy doloroso. Alan se sentó en una silla frente a él y apretó los dientes y los puños mientras veía la expresión silenciosa y cabizbaj
Mar respiró profundo y tomó la mano de su esposo.—No lo sé, cariño. No sé qué debemos hacer, pero Jana… parece que Jana de verdad lo quiere, y ya no podemos poner en duda que él haría cualquier cosa por ella —le dijo—. ¿Qué te parece si… si hacemos de cuenta que Jana de verdad mató al hombre al que no podemos perdonar, y este es esa segunda oportunidad que la vida le da a la gente que se lo merece?Alan apretó los puños y levantó la playera de Kris para que Mar viera todas aquellas cicatrices.—Este tiene más vidas que un gato —rezongó—. Pero pudo ser Mitch, este muchacho pudo ser Mitch y… quizás…—¿Quizás todavía podamos salvar a otro niño a tiempo? —preguntó Mar y Alan se cruzó de brazos.—No me mires con esos ojos; si se queda pelón no me voy a rapar la mitad de la cabeza por él —protestó y Mar se echó a reír con suavidad.—Bueno… ¿Y ahora qué hacemos? —le preguntó.—Invadir —replicó su esposo—. ¿O nadie se ha dado cuenta de que todos no cabemos en la casa de Jana?Dos días más pa
Nadie dijo una palabra y nadie le acercó un pañuelo, ni siquiera una servilleta. Solo lo dejaron ser, sentirse mal y sentirse bien y llorar, y le daban comida de cuando en cuando porque Alan seguía insistiendo en que se iba a desmayar.Kris tenía el pecho tan estrujado que de cuando en cuando no podía ni respirar, pero la mano calentita de Jana entre la suya obraba milagros.—Bueno, ¿ya tomaron una decisión? —preguntó Mar cuando los chicos se autoinvitaron a un tour por la hacienda y dejaron a Jana y a Kris solos en la cocina con sus padres.—Me gustaría quedarme aquí —respondió la muchacha—. Realmente me ha gustado este lugar, es tan… pacífico.Alan sonrió con suavidad y asintió. Desde que su hija era joven había estado involucrada en todo el asunto de la ayuda humanitaria y se la había pasado corriendo por el mundo salvando personas, él más que nadie creía que ya era tiempo de que se tomara un merecido descanso.—Es que este lugar es espectacular, si no fuera porque Gracie está espe
Las haciendas eran realmente grandes juntas, y no hubo uno solo de la familia que no encontrara su lugar favorito, ya fuera el viejo molino, o los cenadores que habían esparcidos entre los viñedos, o los ojos de agua entre las propiedades.Kris se iba sintiendo mejor poco a poco, y era como si aquella calidez familiar pudiera metérsele hasta en los huesos. Jamás había conocido algo así, jamás había vivido algo así, pero parecía que después de todo aquella trifecta de padres protectores que eran Alan Parker, Kainn Black y Christopher Moe, estaban decididos a seguir protegiendo niños sin importar la edad que tuvieran.Para Jana era casi gracioso verlos arrastrar a Kris a todas sus malas ideas, que eran muchas y muy diversas; pero finalmente después de dos semanas de asalto al castillo, y seguros de que Jana estaba donde de verdad quería estar, todos se despidieron para regresar a sus vidas.—Vendremos más seguido —le aseguró su madre.—Y seremos los primeros en llegar cuando venga el be
Estaban llegando, de verdad estaban llegando pero Alan no había imaginado que el parto de Jana se adelantaría. Él y mar llegaron al hospital y detrás venía casi toda la familia, menos Gracie, a la que su médico ya no había dejado volar en avión. Esperaba encontrar la neurosis desatada, pero en su lugar Kris estaba perfectamente calmado, dueño de sí mismo aún en las situaciones más tensas, y ayudaba a Jana con la respiración y con el dolor sin perder los tornillos. —Ya está amor, ya está, solo un empujoncito más… —susurró en su oído mientras Jana apretaba su mano y hacía lo posible porque aquel bebé saliera de una vez. —¡Esto duele demasiado! ¡¿No pueden sacarlo ya?! —sollozó Jana intentando ser fuerte y Kris se giró hacia el médico. —¡Tiene diez minutos para sacarlo! ¡O no querrá ver lo que va a pasar aquí! ¡¿Entendió?! —gruñó con tono amenazante y apenas el médico intentó protestar Kris le dirigió una mirada asesina—. ¡Pregunté si entendió! —Sssí… sí señor Hall. ¡Vamos, señora Ha
Una locura: eso era tener una bebé pequeña en casa. Hope era un angelito chillón que a todas horas tenía hambre y a Kris no se le borraba la sonrisa de la cara, ni siquiera cuando iba de un lado a otro en la madrugada, llevándole la bebé a Jana o meciéndola por toda la habitación para que se durmiera. Aquella familia enorme estaba enamorada de la pequeña Hope, pero nadie más que su padre, eso no se podía discutir. Sin embargo la ayuda tuvo que terminar cuando avisaron que Grace iba a tener a sus trillizos, y aunque Alan y Mar insistieron en que se mudaran temporalmente a Inglaterra para tenerlos a todos juntos, la verdad era que ellos estaban muy bien con su nena. —Mamá, deja de preocuparte. Hope tiene a dos adultos responsables para ella —se rio Jana tranquilizando a Mar—. Vayan a ayudar a Mitch, la pobre Gracie con tres no le alcanzan ni las chichis para tantos niños. No te preocupes por nosotros, solo vengan de visita seguido. Los abuelos se despidieron con nerviosismo, pero era