Mar y Alan estaban sentados en la terraza mientras veían a los niños correr por el jardín. La tarde estaba fresca y agradable, y Mar tomaba una taza de café mientras Alan aparentemente estaba concentrado en el juego de sus hijos. Sin embargo su cabeza no estaba allí, sino en la barbaridad que estaría planeando Gus, porque por más que había intentado, no había habido posibilidad de hacerlo cambiar de opinión.—Alan... Alan... ¡Cariño!—¡Mi amor! —se sobresaltó él y Mar arqueó una ceja curiosa.—¿Estás bien? ¿Por qué te sobresaltas? —preguntó ella.—Nooooo. Por nada, por nada —murmuró el médico—. Es que estaba concentrado en los niños y eso.—Y eso...Mar lo miró con atención pero no vio nada más que pudiera alertarla.—Bueno... —dijo Mar buscando otro tema—. ¿Cómo va la fisioterapia? Me alegra que no te hayas saltado ninguna sesión hasta ahora, estoy muy orgullosa de ti.Alan se encogió de hombros con un suspiro mientras acariciaba su mano con cariño.—No me puedo saltar ninguna sesión
Mar parecía una amazona lista para el combate, y Alan ni siquiera estaba en posición de protestar. Literalmente estaba con las nalgas al aire entre dos mujeres locas así que solo cerró los ojos y rezó para que aquello no terminara en campaña de guerra.—¿Algo más que necesites? —preguntó Mar con tono desafiante y la masajista se encogió de hombros.—Pues yo estoy aquí para hacer mi trabajo —dijo con determinación—. Si no lo hago es a mí a la que despiden, así que lo tocas tú o lo toco yo, pero garantizo que alguien le va a tocar el trasero a este hombre en los próximos cinco minutos.Mar apretó los labios y lo pensó un momento. No le agradaba la idea de que toqueteara a Alan, pero tampoco quería que soportara dolor solo porque ella podía ponerse celosa.—De acuerdo —sentenció subiéndose las mangas de la blusa—. Te escucho, dime lo que tengo que hacer, pero manitas fuera que si no la que te va a mandar de regreso al hospital con un final feliz voy a ser yo ¿quedó claro?La chica subió
Un colchón nuevo... un colchón nuevo... ¿Para qué demonios quería él un colchón nuevo si no iba a poder dar ni un saltito sobre él?Estaba desilusionado y sin ningunas ganas de fingir el entusiasmo que Mar estaba esperando, pero ella parecía decidida a que aquel fuera el mejor colchón sorpresa de la vida.—¡Pero cierra los ojos, amor! ¿No te hace ni un poquito de ilusión? —le preguntó ella.—Sí, nena claro que sí —suspiró él.—¡Pues cierra los ojos!—¿Es necesario?Mar puso los ojos en blanco y sacó un trozo de tela de uno de sus bolsillos, mostrándosela a Alan con un gesto decidido.—¡Ya me imaginé que te ibas a poner de rezongón, así que vendado será! —sentenció mientras le daba la vuelta y le ponía la venda sobre los ojos.Alan no tuvo más remedio que dejarse hacer, y poco después ella empujaba su silla dentro del cuarto.—Solo para que lo sepas, el vendedor me dijo que este colchón es lo mejor de lo mejor, justo lo que tú necesitas... —le fue explicando a medida que lo ayudaba a p
OTOÑOAlan insistía en sus ejercicios y en sus sesiones de fisioterapia, aunque cada movimiento le provocaba un dolor casi insoportable. Estaba determinado a seguir con el tratamiento y a volver a caminar.—Quizás lo peor de todo es que sigo sintiendo —le explicó un día a Mar—, mi instinto en las mañanas es levantarme, echarme sobre ti, hacerte el amor, cargar a los niños... Y tengo que recordarme que ya no puedo hacer eso y que debo tener cuidado.Mar se sentó sobre él en la silla y cruzó las piernas.—Lo sé, amor, pero vamos tan bien... Las cosas no han sido fáciles pero tú eres un guerrero. Vamos a salir de esta.Y no podía ser de otra forma, porque aún cuando Alan estaba en sus peores momentos, la fe de Mar y la sonrisa de sus hijos lo hacía sobreponerse y seguir.Por desgracia, esos momentos difíciles estaban lejos de terminar.INVIERNOLa recaída de Alan con los analgésicos fue inminente, el dolor era demasiado fuerte y el frío hacía que la fisioterapia fuera todavía peor. En su
Alan sonrió cuando las primeras hojas del otoño comenzaron a caer. Había pasado casi un año completo desde la operación, y aunque no había dicho nada porque quería darle una sorpresa especial a Mar, ya había dado algunos pasos con seguridad. Faltaba un poco, quizás otro mes para que pudiera caminar con normalidad, pero había una fecha especial a la que Alan quería llegar por sus propios pies.Sin embargo aquel día cuando llegó a casa, se encontró con Michael sentado en un escalón de la terraza. Estaba tan silencioso y tranquilo que Alan se sorprendió, porque normalmente era un niño más activo.—¿Hijo estás bien? —preguntó acercándose y el niño se levantó, sentándose en una silla a su lado.—Sí, papi —respondió con claridad. En un año su lenguaje había crecido mucho y quizás por lo que le había pasado se había vuelto más maduro—. Estoy bien.—¿Qué pasa entonces? No puedes engañar a papá, sé que algo te preocupa. ¿No quieres contarme?Mitch se pasó la mano por aquella franja derecha de
—¡Estoy nerviosa, estoy nerviosa! ¡Estoy muy nerviosa! —exclamó Mar caminando de un lado a otro de aquella pequeña habitación y de repente la puerta se abrió.—¿Amor?—¡No, Alan, no entres! ¡¿No sabes que es de mala suerte ver a la novia vestida de novia antes de la boda?! —le dijo ella asustada.—Cielo, ya hasta te hice el amor con ese vestido puesto ¿recuerdas? ¿En la tienda?—¡Pues doble maña suerte!Alan respiró profundo y su risa suave consiguió calmarla.—Nena, tú y yo no podemos tener mala suerte. ¡Somos tú yo! ¡Ya demostramos literalmente que podemos hacer cualquier cosa juntos! —le dijo Alan—. Y ya hemos demostrado que nos amamos, así que solo sal por esa puerta y déjame verte caminar por ese pasillo hasta mí ¿de acuerdo? Lo único que quiero es tenerte conmigo.Mar hizo un puchero y dos minutos después salía por aquella puerta. Obvio la marcha nupcial era muy lenta para su ansiedad, así que recorrió a paso de marcha de guerra la alfombra roja y le plantó un beso en los labios
Jana estaba a punto de cumplir los doce años y Michael tenía con ella la actitud sobreprotectora natural en un niño de su edad. Siendo sinceros era sobreprotector con todos, pero más con las chicas. Jana y Nathalia eran dos princesas para él, así que Alan y Mar vivían tranquilos porque si alguien les espantaría los novios sería él. —Listo, tu hermana está en la tienda de videojuegos intentando encontrar con qué vencerte —suspiró Mar—. Tenemos como media hora para encontrarle un regalo sorpresa. ¿Crees que nos dé tiemp...? Sin embargo no pudo acabar de hablar. Frente a ella de repente se detuvo una mujer que hizo que el corazón de Mar se detuviera. Michael la miró con curiosidad porque no la reconocía, pero su madre estaba muy segura de quién era a pesar de todos los años que habían pasado. Seguía siendo una mujer distinguida, pero su rostro había envejecido tempranamente. Nhora Vantchev la miró con preocupación y luego sus ojos se centraron en Michael, especialmente en aquella fran
SINOPSISLas gemelas Black tenían corazones de oro e instinto de fieras, Charlie lo sabía mejor que nadie porque había crecido con ellas. Sin embargo de las dos una era dulce y cariñosa ¡y la otra era su peor pesadilla!Faith y él estaban en el peor punto de su adolescencia rebelde cuando Charlie decidió alejarse lo suficiente como para poner un océano de por medio.Nadie supo jamás qué había pasado para hacerlo escapar, pero ni él mismo sabía que cuando regresara convertido en un hombre, el pasado seguiría allí, en forma de femme fatale, para demostrarle que había sentimientos de los que definitivamente no se puede escapar.PREFACIOA pesar de no tener ninguna relación de sangre, Kainn Black y Christopher Moe eran como hermanos, por tanto, era normal que sus hijos se criaran como primos.Charlie era solo unos meses más chico que las gemelas de Kainn, pero por más que intentaban, no parecían lograr hacer buenas migas de ninguna manera.Las chicas acababan de marcharse después de una d