Mareada. Aterrada. Furiosa.Mar podía describir de muchas maneras aquellos sentimientos que la embargaban, pero sin dudas el peor de todos era la duda de no saber cómo estaba su hijo.—Nena, escúchame —le pidió Alan tomándola por los hombros—. Esto es lo más difícil que vas a hacer en tu vida, pero necesito que te quedes aquí.—¿Quéeee...? ¡No! ¡No puedes pedirme eso! —exclamó Mar con los ojos llenos de lágrimas.—Por eso te digo que es difícil, pero tienes que quedarte aquí. Mis padres vendrán a acompañarte, Gus y Connor no se moverán de aquí. Pero por favor tienes que quedarte, porque yo necesito preocuparme solo por Mitch y no puedo si tú vas conmigo.Mar sintió que temblaba y que algo dentro de ella se rompía lentamente, como rasgándole el alma poquito a poquito.—¿Vas a ir a Nueva York? —le preguntó.—Sí. Voy a ir a buscar a nuestro hijo y no regresaré sin él —sentenció con voz grave mientras la abrazaba y dejaba un beso ligero y lleno de fe en sus labios.Un minuto después prepa
Mitch se despertó aturdido. Había ido a buscar helado para su hermanita y de repente aquella mujer lo estaba arrastrando dentro del camión de helados. Él había intentado gritar, pero toda la voz se le había ido al ver a Sandor frente a él. En su pequeña mente de tres años no entendía mucho, solo que aquel era un hombre al que debía tenerle mucho miedo.Luego había hecho lo que todo niño sabía hacer: patear, morder, llorar y gritar, hasta que una bofetada lo había mandado al suelo. Se había hecho un ovillo y se había quedado allí, en un rincón del camión en movimiento hasta que este se había detenido.Después fue un pinchazo en uno de sus brazos y luego nada más, solo oscuridad y mucho sueño por lo que parecían largos y largos días. Sin embargo solo fueron horas, horas de vuelo desde Los Ángeles a Nueva York en que lo mantuvieron dormido para poder pasarlo por las aduanas en el vuelo privado, lo mismo que planeaba hacer luego para sacarlo del país.Pero primero tenía que mostrarlo, pri
Kainn solo creía en la amabilidad de su propia familia, así que era muy consciente de que lo que sea que Nhora Vantchev le había dicho no era por ayudarlo, sino por no tener ni una sola deuda con él que pudiera impedir atacarlo en el futuro. Por supuesto esperaba que eso no pasara, pero aún así era capaz de confiar en la información que le daba. —¿De verdad me veo como un camarero? —preguntó Alan quitándose la pajarita, porque el jefe del servicio de catering ni siquiera lo había mirado a la cara para mandarlo a una de las áreas de atención a los invitados. —Tú, no sé, pero a mí me pusieron tres copas en las manos antes de que alcanzara a entrar siquiera en el salón —gruñó Kainn—. Puto racismo. Se deshicieron de las bandejas sin que nadie los viera y Alan sacó una hoja de papel donde habían hecho un croquis feo siguiendo las indicaciones de Nhora. Habían logrado colarse gracias al servicio de comidas, porque a Nhora le habían avisado que Sandor pretendía hacer la presentación de Mic
Sacar a Sandor a patadas de su despacho no era la primera vez que lo hacía, pero ser incapaz de controlar cuánto le pegaba sí. En los últimos tiempos su salud no estaba bien, y a pesar de que Brima no estaba muy seguro de su competencia, había esperado que los años que le quedaban serían suficientes para entrenar a un buen líder, aunque eso significara que Sandor debiera ocupar su lugar por un tiempo.Sin embargo saber que había tatuado al niño y que le hablaba con tanto desparpajo sobre ser el siguiente en la línea y amenazar con un arma a uno de sus subordinados más fieles..."Dios, tiene que ser un maldit0 enfermo", gruñó para sí mismo mientras pensaba en cómo podría presentar al niño a la ceremonia que lo anunciaría al mundo como el heredero del Clan Drakon. Se arrodilló frente a la silla donde estaba sentado su nieto, miró al muchacho de cabello castaño claro con los ojos serios y pensó muy bien en qué iba a decirle.—Eres un niño muy listo, sé que no tienes miedo ni debes tenerl
Alan había hecho un juramento, el mismo que hacían todos los médicos de usar sus conocimientos únicamente en función del bien y para salvar vidas. No era labor suya juzgar quién merecía vivir o no, mucho menos usar lo que sabía para matar a alguien, sin embargo ¿qué se debía hacer cuando el hecho de permitirle vivir a un hombre ponía en peligro a las personas que amaba? Si hubiera sido cualquier otro hombre lo habría denunciado a la policía, pero ni Sandor ni Brima Dragonov eran hombres comunes, ninguno iría a la cárcel y era más probable que los hicieran desaparecer a que les permitieran recuperar a Michael. Alan lo había pensado durante cada hora que no tenía a su hijo en sus brazos, y no podía imaginar ni una sola forma en la que salir de aquella situación que no fuera de la manera más drástica posible. —Hijo de put@ —siseó Sandor intentando levantarse, pero estaba tan débil que no podía—. ¿Qué me hicist...? ¿Qué me inyectaste...? Se tambaleó contra una pared y luego volvió a ca
—Nhora tenía razón. —Fue lo primero que dijo al teléfono cuando por fin miró arriba y vio aquel cuerpo balanceándose—. Brima no quería a su hijo porque está enfermo, es asmático, así que para él no era un heredero digno.Cerró los ojos por un segundo y tomó la boca del primer túnel que sabía que lo llevaría afuera."Por eso se llevó a Mitch, porque creyó que él sería mejor", murmuró Kainn al teléfono.—Así es. Los padecimientos de Mitch salieron después de que Mar vino a Los Ángeles, así que Sandor no tenía ni idea —murmuró Alan con voz gélida—. Necesito que hagas lo que planeamos, lleva a Mitch al hospital más cercano, pídele a Jackson que se ocupe del resto."Entendido, pero... ¿estás seguro de que quieres culpar a Sandor por esto? Ese tipo podría tomar represalias serias..."—No te preocupes, ya no está en posición de hacer eso."No me jodas, Alan, ¿y en qué posición está?", le preguntó su hermano preocupado.—En posición de péndulo —replicó la parte más oscura de Alan Parker, esa
"¡Dime que está bien! ¡Por dios dime que está bien, Alan!", sollozaba Mar al teléfono mientras él intentaba que no se le escapara ni un solo gruñido de dolor mientras caminaba apurado hacia el pequeño cuarto donde habían internado a Michael.—Tranquila mi amor, ya llego... ya estoy llegando, Mitch está bien, está b...Alan abrió la puerta y lo recibió el grito feliz de su hijo.—¡Papiiiiiiiii! —exclamó el pequeño corriendo hacia sus brazos y Alan respiró aliviado cuando lo vio corriendo y saltando como un cachorrito, como si no fueran las cuatro de la madrugada ni tuviera una gota de sueño.—¡Campeón! ¡Ven vamos a ver a la mami que está asustada! —le dijo Alan activando la cámara y de inmediato comenzaron una videollamada para que Mar se quedara más tranquila."¿Mitch? ¿Mitch estás bien, mi vida? ¿Eh? ¿Cómo te sientes mi amor?", le preguntó Mar, que por fin pudo respirar bien cuando vio su sonrisa.El pequeño estaba muy bien, feliz porque su papá ya había llegado; y en el otro lado de
Mar corrió hacia la puerta con el corazón acelerado y tratando de controlar el miedo que sentía. Sus pasos eran ansiosos y pesados, y su respiración se hizo profunda y agitada mientras gritaba por ayuda:—¡Kainn! ¡Kainn!Su desesperación se escuchó en toda la casa y de inmediato Kainn derrapó frente a su puerta—¿Qué pasa? ¿Mar...?—sus ojos se desviaron hacia Alan y el corazón se le detuvo al darse cuenta de lo que estaba pasando.—Es Alan —lo apuró Mar apretando los puños alrededor de una mano de Alan—. Se puso muy mal. Tenemos que llamar a una ambulancia, ¡ahora!Kainn no respondió, solo sacó su celular y le marcó al 911, llamando a gritos a una ambulancia.En la cama, respirando pesadamente y con las manos aferradas a las sábanas, Alan intentaba controlar aquellos gritos que le atenazaban la garganta. Su espalda dolía horriblemente, como si estuvieran cortándola con una sierra para madera.—Está bien, cariño —murmuró Mar tratando de mantener la calma—. Vamos a llevarte al hospital.