Mar sintió el olor a humo incluso antes de ver cómo entraba por la rejilla de ventilación, incluso antes de sentir el calor. Pero solo unos segundos después una nube de humo gris comenzó a deslizarse pegada al techo, haciéndola toser violentamente.Se apresuró hacia la rejilla que llevaba al asiento del conductor. Estaba abierta y ella intentó cerrarla, pero el humo ya era demasiado denso y comenzaba a sentir el calor.Adentro apenas estaba iluminado por su teléfono y Mar intentó desesperadamente frotarse los ojos para poder ver la pantalla. Sabía que tenía que calmarse pero solo consiguió respirar mucho más rápido.Trató de llamar a Alan mientras corría hacia la puerta del camión, pero tropezar con alguna de las máquinas la hizo caer de bruces mientras su celular salía disparado, dejándola en la más absoluta oscuridad.—¡Ayuda! —gritó golpeando la puerta—. ¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude! ¡Por favor!—Eso va a estar un poquito difícil —escuchó una voz que conocía perfectamente del otro
Alan tomó su mano y la besó con suavidad.—No pasa nada, nena, es la adrenalina que todavía no se me va y ando como acelerado —le aseguró y Mar se levantó para abrazarlo.—Lo sé, lo siento...—Oye, tú no tienes nada que sentir, tú solo tienes que permitir que yo... que yo te consienta hoy, así que vamos a empezar por lo básico: Un baño caliente, una copa de vino y la mejor comida que podamos pedir.Mar asintió con cansancio y lo siguió hasta la habitación, lista para meterse bajo la ducha porque le urgía quitarse aquel olor que solo le traía recuerdos angustiosos.Pero aunque él parecía calmado, Mar podía ver lo que realmente pasaba, se estaba controlando, cada cinco segundos sus puños se apretaban involuntariamente y era como si echara la impotencia hasta por los poros.—Alan, nada está bien... —murmuró y él la miró preocupado.—¿Qué...?—No sirvo para que me escondan las cosas. ¿Qué te pasa? —le preguntó y lo vio mesarse los cabellos.—No te preocupes, es que esto... me tiene al bor
Alan la vio abrir los ojos y sonrió involuntariamente, era la mejor sensación del mundo estar con ella mientras despertaba.—Hola muñeca...—Hola doctor... —susurró Mar con tono coqueto.No había nada que decir, más que levantarse y tomar el mejor desayuno de sus vidas.Mitch sonreía.Mar sonreía.Alan sonreía.La falsa familia Parker era simplemente perfecta sin necesidad de fingir nada aquella mañana, y tampoco tuvieron que hacerlo cuando llegaron al hospital y todos recibieron a Mar con besos y palabras de alivio.Las sonrisas de sus rostros y sus buenos deseos eran sinceros y cálidos, y de repente Mar volvió a sentirse bien en aquel lugar, como si fuera hermoso trabajar allí. Y no solo porque ya no estaba el idiota de Preston para martirizarla, sino porque ahora Alan era el nuevo director y ella era su asistente. ¡Ups, qué sexy se sentía eso!Pero lo primero de su trabajo era organizarle una buena agenda y poner todo en orden, así que llamó a cada jefe de servicio y programó una r
—¿Hasta cuándo nos vamos a estar escapando a las dos de la madrugada? —preguntó Mar mientras Alan reía contra su cabello lleno de sudor y le bajaba la falda del vestido de dormir.Se dejaron resbalar hasta el suelo y él la abrazó encogiéndose de hombros.—Hasta que Mitch empiece a dormir solo, y no veo que eso vaya a pasar muy pronto —jadeó intentando recuperar el aliento todavía después de lo que literalmente había sido un duro muy muy duro contra el muro—. Así que mientras tanto nos ponemos juguetones y nos escapamos a la cocina, el baño, el closet...—Me gusta esa idea —susurró Mar dándose la vuelta para sentarse a horcajadas sobre él.Le encantaba. Cada segundo a su lado la hacía sentirse segura, querida, protegida; y para alguien que había pasado todo lo que ella había pasado, aquel sentimiento era invaluable.Un día Michael tendría su propia habitación, pero mientras tanto a veces quería dormir agarrado del pelo de Pika-pi, y otras veces de la mami. Y aunque tenía ya su habitaci
—Lizetta... —Alan no era capaz de reconocer ni su propia voz de lo molesto que estaba—. ¿¡Qué diablos estás haciendo aquí!?La rubia cerró la puerta tras ella y se acercó al escritorio, contoneándose, mientras Alan podía sentir que se le erizaban hasta los pelos de la nuca y no en el mejor sentido.—Hola querido, un placer volver a verte, aunque sea en estas incómodas condiciones —murmuró ella sentándose sin importarle que no la habían invitado.—En eso estamos de acuerdo, las condiciones son profundamente incómodas y no veo el placer por ningún lado, así que dime, ¿qué demonios haces aquí? ¿Es que no tienes ningún tipo de vergüenza?—¿Y por qué iba a tenerla? —se encogió de hombros la mujer—. Mi padre fue el que desfalcó a este hospital, yo no tuve nada que ver con eso...—¿¡Dónde está!? —gruñó Alan—. ¿Dónde está Wayland? ¿A dónde se fue tu padre?Habían tratado de localizarlo por todos lados y no había dado la cara.—Créeme, si supiera dónde está mi padre no estaría aquí, lidiando c
Alan la llenó de besos. A pesar de la tormenta que estaban pasando tener a Mar a su lado era como encontrar un refugio lleno de paz.—Bueno, futura señora Parker, vamos a levantarnos ¡porque alguien muy curioso nos está mirando!Los dos se giraron a ver a Mitch, que saltó de cabeza a aquel abrazo y corrió a buscar sus dibujos para enseñarle a Alan los que había hecho para él. Sobra decir que Alan se derritió con aquellos folios llenos de colores y los guardó para llevárselos al hospital y ponerlos en su oficina.Desayunaron juntos, felices, al punto de que el tiempo se les fue y tuvieron que apresurarse a llevar a Mitch a la guardería.—Voy a venir temprano por ti, campeón —le dijo—. ¡Ten un lindo día!Y aunque realmente quería que lo fuera, apenas llegaron a la oficina vieron a una mujer alta y con aspecto felino esperándolos frente a la puerta.—Buenos días. Busco al director Parker.—Ese sería yo —saludó Alan—. ¿En qué puedo ayudarla?—¿Podríamos hablar en privado? Soy amiga de Liz
Alan se quedó mudo, con el corazón latiendo a toda prisa y los ojos muy abiertos por el desconcierto. El hombre estaba parado firme como una roca en la puerta de su casa, con los puños apretados mientras una niña pequeña lloraba entre los dos. —Lyle Weston, ¿te acuerdas de mí? ¡Soy el viudo de tu amante! —¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Alan entre dientes, intentando mantener la calma. —¡Encontré fotos tuyas entre las cosas de Soraia! ¡Encontré todo y le hice una prueba de paternidad a mis hijos, y ahora resulta que Jana no es mía! —escupió el hombre con rabia—. ¡¿O vas a decirme que es mentira?! ¿¡Te atreves a negarme que te acostabas con mi mujer!? La mirada de Alan subió hasta Mar, que los veía abrumada, y luego negó con cansancio. —No, no lo voy a negar, pero no tenía idea de que estuviera casada y mucho menos de que tuviera hijos —declaró con toda sinceridad—. De cualquier manera, esta no es la forma de tratar a una niña que no tiene la culpa de nada. ¿Sabes el daño
Mar sabía muy bien lo que era que un hombre le pegara. Había heridas físicas que todavía podía sentir... pero las otras, esas que se escondían bajo la piel y atenazaban el alma, esas podían abrirse con una aterradora facilidad.Quizás si aquella mano de Alan hubiera apretado su brazo un poco más, si le hubiera dolido, incluso le habría dolido menos que escuchar esas palabras salir de su boca."Un trato".¿En qué momento se había permitido olvidar que aquello era un acuerdo?"Un trato".¿En qué momento se había permitido caer en otra mala decisión?"Un trato"."Dios, tengo la brújula emocional tan averiada...", era lo único en lo que podía pensar mientras se subía al asiento trasero de aquella limosina y escondía las pequeñas manos hechas puños bajo la chalina.No levantó los ojos de su falda cuando Alan se sentó frente a ella, ni se movió mientras el auto echaba a andar y los minutos pasaban, ni se inmutó con su respiración pesada y su voz inquieta.—Mar... lo siento, nena, por dios..