—¿Quiere repetir eso por favor, doct... Alan? —murmuró Mar como si le acabara de decir que se quitara la ropa sobre el escritorio.—Escucha, no pensé que fuéramos a llegar a esto pero es evidente que Wayland quiere asegurarse —suspiró Alan—. Si llegan a casa y no ven nada tuyo ni de Michael van a empezar a sospechar.Mar abrió y cerró la boca varias veces, como si estuviera a punto de soltar una excusa pero honestamente su cerebro no la acompañaba.—No creo que eso tenga algo que ver. No todas las parejas viven juntas antes de casarse...—¿Crees que alguien se trague ese cuento? —replicó Alan—. No somos novios virginales, ¿crees que viajaría de África hasta aquí por una mujer con la que no duermo?—Parece que usted mismo se está respondiendo —siseó ella.—¡Mar!—¡Tú! Perdón, tú. Tú mismo te estás respondiendo —murmuró Mar.—Mira sé que no es lo ideal, pero creo que somos adultos civilizados y podemos sacrificar un poco de privacidad de los dos para conseguir lo que queremos. ¿Verdad?
Alan se detuvo en el umbral de la puerta. Mar estaba parada en medio de la habitación, contoneándose de un pie a otro para ver si aquel movimiento calmaba a su hijo, que se aferraba a su pecho. Escuchó la tos del niño, y aquel jadeo bajo de cuando no podía respirar bien.Mar tenía los ojos hinchados y enrojecidos de tanto intentar contener las lágrimas pero finalmente algunas se le escapaban.—No entiendo qué pasa... le di su medicina...Alan se acercó a ella acariciando arriba y abajo la espaldita de Michael para ayudarlo con la tos.—El clima está cambiando y los niños con alergia lo sienten más. Dame un minuto enseguida vuelvo.Alan bajó a uno de los cuartos que usaba de depósito. Ahí guardaba muchas cosas que le enviaban de donación, pero por más que buscó no logró encontrar ningún nebulizador. Tomó las llaves del auto y así mismo se fue a la farmacia más cercana, y si la dependienta se asombró, se aseguró de solo venderle lo que pedía y ni chistar. Con ver a aquel monumento en pi
Mar tenía que reírse, no podía hacer otra cosa.El doctor Parker, que con tanta seriedad la había al conocerla, él que era tan severo y tan distinguido... ahora no quería dormir.—¡Oye, tú eres el adulto, pon el ejemplo! —exclamó Mar, pero solo obtuvo dos cabezas que se levantaron en su dirección y un par de pucheros casi idénticos.—¡Pero no quiero dormir...! —protestó Alan.—¡Pero ya son las diez!Alan casi rezongó como si tuviera la misma edad de Michael. Mientras ella organizaba la compra, él había despejado una habitación completa para armar las vías de tren, y estaban construyendo los pueblitos y las granjas. Tenían cientos de miniaturas y Alan iba armando las casitas mientras Michael colocaba los animales.—¿Puedes ir por el nebulizador, porfa? —le preguntó en voz baja y ella subió por el aparato y la medicina.—Oye campeón. Antes de seguir con los trenes, hay que conseguir un GI Joe que defienda el territorio, ¿de acuerdo?, pero yo ya soy muy grande así que te toca a ti —le di
—Por favor... no... no me toques...No lloraba, pero había un temblor en su voz que le revolvía el estómago a Alan. No necesitaba mucho más para darse cuenta de que algo le había pasado a Mar y su corazón tocó fondo solo de imaginar de qué podía ser aquella cicatriz.Médicos sin Fronteras lo había llevado a enfrentar miles de casos complejos y tristes, así que sabía reconocer muy bien los síntomas de agresión cuando los veía. Ayudarla de la forma tradicional no era una opción, así que levantó sus manos a la altura del pecho donde ella pudiera verlas.—Mar, mira mis manos —dijo moviendo sus dedos—. Están aquí, linda, mira mis manos, ¿ves? no te voy a tocar, ¿OK? Todo está bien. Mírame... eso... Vamos a respirar despacito y desde allá me vas a decir qué te duele ¿de acuerdo? ¿Sí?Le hablaba como si tuviera la edad de Michael, pero Alan tenía habilidad para calmar a cualquier niño asustado, con ella no podía ser diferente.—Solo quiero ayudarte, linda, pero necesito que me digas cómo te
Alan frunció el ceño con gesto preocupado.—¿Localizándome? ¿Por qué Kali me estaría localizando? —preguntó.—Según me dijo era un asunto de la Fundación. Parece que le llegó un caso muy difícil para el que necesitaba tu ayuda —le explicó Valeria—. No tengo toda la información pero tengo entendido que era algo que le urgía resolver contigo.Alan se quedó en silencio mientras reflexionaba.—¿Un caso de la Fundación? Kali solo me habla cuando las cosas son muy graves... Bueno la verdad es que en la última misión perdí el teléfono y tengo otro número ahora, pero la llamaré.—OK, estará de viaje por algunas semanas, pero asegúrate de decirle que ya estás aquí. Seguro vendrá a verte en cuanto regrese.Alan le dio un abrazo cariñoso como siempre y le dijo adiós, agradecido por su ayuda. Hacía años había tenido un crush con ella, pero Valeria amaba perdidamente a su esposo Nick, así que habían quedado como los mejores amigos.—¡No olvides llevármelos al Estudio! —le gritó ella.—¡No olvides
El silencio fue instantáneo y sepulcral. Nadie podía creer que Lizetta hubiera dicho semejante estupidez, sobre todo porque se notaba demasiado que el comentario estaba dirigido como una mala flecha a la autoestima de Mar. Había ahí mujeres más "damas" y con más glamour que ella y a ninguna se le había ocurrido despreciar a la prometida de Alan solo por ser asistente.Sin embargo, si Lizetta creía que podía herir a Mar recordándole a todos que era solo una empleada con puesto básico, muy pronto se dio cuenta de que había atacado a la persona equivocada.—Pues es que a mi novia cualquier ropa le queda bien ¿no te has fijado en el cuerpazo que tiene? —le dijo Alan con una sonrisa resplandeciente mientras rodeaba la cintura de Mar con uno de sus brazos—. Además tengo que confesarlo: ese uniforme fue lo primero que me cautivó. ¿Te imaginas? La conocí linda y sexy, pero encima ¿una mujer trabajadora? ¿Una mujer capaz de salir adelante? ¿Una mujer que no se cuelga del dinero de su marido ni
El resto de los invitados no tardó ni cinco minutos en marcharse, y los que todavía estaban para ver la severa ubicada que Mar le daba a Lizetta Wayland salieron aguantándose la carcajada, entre ellos Harris y su señora.—Alan, no tenías que hacerlo, no me siento tan mal... quizás solo sea una gripe —lo reconvino Mar y él levantó una ceja divertida.—¡Por favor, no puedes decirme que no disfrutaste poniendo a Lizetta Wayland en su lugar! —aseveró—. ¡Es más, esto merece un brindis, voy por la champaña!Alan salió disparado hacia la cocina y Gus se rio de lo feliz que se veía por primera vez en muchos meses. Lo que había pasado con Soraia lo había dejado en un muy mal lugar, pero verlo entusiasmado con otra mujer -incluso aunque él mismo no se diera cuenta-, lo llenaba de alivio.—Gus... —Mar se acercó a él con una sonrisa sincera—. Solo quería ofrecerte una disculpa si todo esto te incomoda un poco. Pero tienes que saber que solo es teatro. Creo que Alan tuvo un momento de "entre la es
Alan salió del dormitorio llevándose a Michael y se dirigió a su propia habitación. No sabía explicar aquel dolor oscuro que lo invadía por no poder estar ahí para ayudar a Mar, pero entendía que el niño estaba primero y se veía realmente agitado. No podía dejarse arrastrar por el miedo y la incertidumbre porque de lo contrario no lograría calmar al pequeño.—A ver campeón, ya no llores. La mami va a estar muy bien...—No no no no no —negó Michael con las lagrimitas corriendo por su rostro—. ¡El mostgo moldio a la mami! ¡El mostgo enfemó a la mami...!Alan respiró hondo varias veces y le limpió las lágrimas mientras lo invadía un sentimiento de amor y protección. Haría lo que fuera necesario para mantener a aquel niño feliz, costara lo que costara.—Escucha, campeón, la mami enfermó porque no toma mucha agüita, solo eso, te lo prometo. Pero quiero que sepas que estoy aquí y, pase lo que pase, no dejaré que nadie le haga daño a la mami. Te lo prometo.—¿Y el mostgo...?—¡Lo atacaremos