50*-CONFIAR
Esa mañana después de haber desayunado, Rossi estaba sentada en un banco hecho con un viejo tronco de árbol, se encontraba a un lado del jardín estaba encogida dentro de la chaqueta. No hacía tanto frío. Aquella parte de la reserva natural estaba al abrigo del viento y, como estaban a principios de la primavera, el sol ya empezaba a calentar.

Tenía el frío dentro y sabía que no se le iba a pasar hasta que ella no logrará frenar la ímpetu de Edward y sus intenciones de familia a largo plazo. Los días pasaban rápido y allí estaba de nuevo Edward en la villa, había llegado casi al anochecer, del dia anterior. En ese momento conversaba por teléfono con la asistente de él.

Rossi, observó a su hijo en la orilla de la pequeña laguna, dando de comer a los patos. Era un lugar muy bonito, uno de los lugares que más les gustaban al niño y a ella. Ya habían empezado a florecer los narcisos salvajes de color amarillo. En unas semanas, la primavera salpicaría de flores de todos los colores el cam
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