Ya estamos en el desenlace de esta historia que espero les guste.
Esa mañana Rossi estaba en la habitación de su hijo con la niñera le ayudaba a lavarse la carita y sus dientes, mientras la niñera arreglaba la cama y preparaba la ropa para vestirlo. –Mami, luego de comel puedo jugar con peni a olilla de la playa? –Pero solo por un rato, tengo mucho trabajo hoy y no te quiero cerca de la playa. En ese instante entro Edward . . . –¡Hola! Rossi se puso algo intensa al instante –Buenos días familia, como amanecen.–Edward saludo mientras se acercaba al niño y lo alzaba en sus brazos –Que dice mi pequeño hombre de la casa? Se giró y vio a Edward apoyado en el marco de la puerta. No la estaba mirando a ella, sino al pequeño. Rossi se llevó una mano al estómago y entonces él la miró. –¿Todo bien? –Bono dia, papa. Quelo jugal con peni en la playa vienes conmigo pa? –Claro hijo. Pero termina de vestirte. Voy a desayunar y vengo a invitar a mami, me la prestas un rato. El niño sonrió y choco el puño con Eward comentando –No pa. Mami es de los do
Rossi tiró la servilleta y empujando la silla hacia atrás, se levantó de la mesa. Pero Edward se puso en pie antes que ella, dispuesto a impedirle el paso, decidido a terminar con aquella conversación. –Entonces ¿Así crees que podemos llegar a un acuerdo?, evitándome, no poniéndote en contacto conmigo –¿Cómo querías que me pusieses en contacto contigo? Cuando me enteré de que estaba embarazada de ti, estaba llena de emociones negativas hacia ti. Lo que me hiciste es lo peor que a una le pueda pasar y nunca lo espere de ti. Creí que entre nosotros por lo menos había una amistad. Eso no se le hace a una amiga. Edward frunció el ceño. No se le había ocurrido pensar que Rossi lo hubiera odiado –No se qué me paso. Sentí unos celos horrendo al pensar que tú habías estado con Rene mientras que conmigo nunca . . . –No tenía ni idea –admitió ella –Los hombres con su hombría . . . –Por supuesto que no, era eso Rossi. Tenía celos porque eras parte de mi vida y no te quería perder –Lo s
Las dos horas siguientes fueron una auténtica revelación. Edward todo el tiempo se había portado tan bien con Santi, desde que llego. El no tenía experiencia con los niños. Era un magnate, no un padre, pero fue paciente con el niño y no se desesperó cuando se puso pesado, esa noche cuando cenaban —Santi ya es la hora de comer —Rossi sonrió a su hijo—. –¿Tienes hambre, Santi? –Pregunto Edward al niño —¡Me llamo Santiago! —exclamó el niño. Rossi dio un respingo por el grito, pero Edward se quedó completamente quieto. —¿Le has puesto mi segundo nombre? Ella retrocedió aunque él no se había acercado. No tenía una respuesta que quisiera darle delante de Santi. No lo había hecho porque quisiera homenajear a Edward, pero sí había creído que su hijo se merecía algo de su padre y eso había sido lo único que había podido darle. —A comer —insistió ella sacudiendo la cabeza. —Porque eres mi papá —intervino Santi—. Mamá dice que me parezco mucho a ti. —¿De verdad? –Sonrió Edward quien
*-Buenos días Rossi, mañana debo marcharme pero vendré dentro de quince días, esta semana debo poner al día los pendientes. *-Ok, de todas formas tienes a disposición dos buenos asistentes, no te puedes quejar . . Edward se giró lentamente y la miro respondiendo . . . –¡Si!, tú me dejaste a la tuya, que por cierto ¿le doy un aumento?, se lo merece . . . Rossi lo miro y contesto . . . –¡No entiendo la pregunta! –Por favor no te hagas. Te marchaste, te perdiste, te encubriste con ella. . . . –Musito Edward y en el tono de su voz había tristeza. Rossi giro la mirada hacia el jardín no quería que el viera la tristeza de aquel momento . . . –Ella fue testigo de mi desesperación, de mi tristeza y mi dolor aunque tú no lo aceptes Rossi. Tú marcha me dejo fatal. La debes felicitar y darle un buen aumento o se lo doy yo? –Ya Edward, no quiero caer en discusiones, además se te olvida que tú no me querías a tu lado, ¿Cuál es tu melodrama?. . . Rossi lo miro con sorpresa y prosiguió . .
–Bueno voy a relajarme un poco, tienes para tu solo la piscina, el spa o la sauna. –Te puedo acompañar un rato mientras me romo una copa. No te molestare. Rossi se alzó de hombros y camino hacia una parte de la casa. Edward la siguió a un salón acristalado que daba a un lado con el jardín y al otro con la playa. Una hermosa vista y que, evidentemente, ella había convertido en su estudio. A Rossi le gusto pintar, pero el apenas si noto si lo hacía o no. Cuando llegaron allí Edward musito –Que hermosa vista y que fresco el salón, es muy acogedor, cariño. Ella lo miro sonrió y le mostro el pequeño bar exclamando . .. –Puedes tomar lo que desees . Dicho esto ella se puso una bata manchada de pintura encima de la ropa, dejó los zapatos en un rincón y Edward tuvo que contener la respiración cuando las emociones quisieron adueñarse de él. –¿Te sirvo una copa? Ella levantó la mirada con expresión de sorpresa. –Agua con gas Cuando el le entrego la copa el miro la pintura y le preg
Rossi mientras desayunaba miraba la prensa cuando Edward llego . . . –Buenos días, como amaneces, cariño. ¿Hay buenas noticias hoy?. —Tratan de la nueva ley que está en discusión. Que la ley esté escrita aún no está aprobaba, pero los políticos no dejan de decir contradicciones. —Estás muy política... —¿Crees que tener una opinión sobre la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres hace que sea muy política? —Son asuntos que están politizados. —Los asuntos se politizan cuando hay un grupo que quiere imponerse a otro, pero no por eso son asuntos políticos en sí. —Es un punto de vista interesante. —Sí, ¿verdad? —¡Papá! ¿Estás ahí? Aún no te has ido Edward se giró al oír a su hijo. Santi seguía frotándose los ojos, pero el rostro del niño le resultaba tan conocido que tuvo que contener la respiración mientras asentía con la cabeza. —Sigue aquí, mamá —añadió Santi mirando a su madre. —Sí, Santi. —¿Cuándo te marcharás otra vez? Edward consiguió hablar antes de que el
Rossi emitió un leve sonido de satisfacción cuando consiguió que el ordenador de su oficina finalmente encendiera. Tenía días llamando al técnico para que lo revisara y nada que aparecía por allí, asi que ella tenía que hacer maromas para lograr su objetivo. Ella estaba concentrada mirando con un brillo triunfal la pantalla de su ordenador, cuando se oye su celular sin detallar quien era ella respondió –Si, buenos días . … Una video llamada lo que faltaba –Pensó Rossi –Hola cariño, como están – Rossi apartó la vista del monitor; al captar quien era pareció como si se quedara sin respiración. Apenas ayer se había marchado de la isla y . . . . –Llame a Frances y me dijo que estabas en tu oficina como nadie respondió llame a tu celular, cariño. Ella se puso muy tensa y su mirada se volvió recelosa y algo hostil. –Te debo una disculpa–empezó a decir Edward –Sí, es cierto–concedió Rossi–Pero como eres un Grant, por supuesto los Grant nunca se disculpan, y menos con las mujeres .
Esa mañana después de haber desayunado, Rossi estaba sentada en un banco hecho con un viejo tronco de árbol, se encontraba a un lado del jardín estaba encogida dentro de la chaqueta. No hacía tanto frío. Aquella parte de la reserva natural estaba al abrigo del viento y, como estaban a principios de la primavera, el sol ya empezaba a calentar. Tenía el frío dentro y sabía que no se le iba a pasar hasta que ella no logrará frenar la ímpetu de Edward y sus intenciones de familia a largo plazo. Los días pasaban rápido y allí estaba de nuevo Edward en la villa, había llegado casi al anochecer, del dia anterior. En ese momento conversaba por teléfono con la asistente de él. Rossi, observó a su hijo en la orilla de la pequeña laguna, dando de comer a los patos. Era un lugar muy bonito, uno de los lugares que más les gustaban al niño y a ella. Ya habían empezado a florecer los narcisos salvajes de color amarillo. En unas semanas, la primavera salpicaría de flores de todos los colores el cam