Capítulo 5
Mi padre lo miraba con un odio que le quemaba los ojos.

Coco, mi perro, también le mostraba los dientes, amenazante.

Después de que comencé mi relación con Ovidio, tuve que llevar a Coco a la casa de mi papá. A Ovidio no le gustaban los perros, ni los pelos, y su actitud hacia Coco siempre fue tan despectiva que al final tuve que elegir entre ellos.

Quería abrazar a mi padre, y acariciar a Coco.

Me dolía el alma, pero no podía llorar. Sentía cómo mi pecho se desgarraba.

Ovidio no mostró ninguna reacción a la hostilidad de mi padre. Con calma, le extendió un pequeño estuche de anillo.

—Buenas tardes, señor. Constanza y yo tuvimos una discusión, pero no puedo creer lo que me dicen… que está muerta. Creo que me están mintiendo. Aquí está el anillo que quería darle. Cuando nos comprometimos, no tuve tiempo de entregárselo.

Mi padre lo miró con desconfianza antes de aceptar el estuche.

Lo abrió y, de inmediato, su rostro se encendió de ira.

—Este anillo es al menos dos tallas más pequeño qu
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