Explosión en el laboratorio: Mi prometido me abandonó por su amiguita
Explosión en el laboratorio: Mi prometido me abandonó por su amiguita
Por: Iván
Capítulo 1
—Constanza, la que no es amada siempre será la intrusa. Ovidio solo puede elegir una entre tú y yo. ¿Te atreves a apostar conmigo?

Clara me lanzó esas palabras con una sonrisa retorcida antes de empujar el cilindro de gas.

Un segundo después, una explosión nos lanzó hacia la puerta, pero antes de que yo pudiera escapar, ella la bloqueó.

Mientras sacaba una toalla húmeda para cubrirse la boca, me di cuenta de que es la trampa que me tendió.

Las llamas crecían y las alarmas empezaron a sonar por todo el laboratorio. Mi preocupación se centró en mis experimentos, pero cuando intenté apartarla, un olor extraño llegó a mi nariz.

«Mi**da ¡¿Qué pasa?!»

Mis piernas se debilitaron, el mareo se apoderó de mí.

De repente, la puerta se abrió y apareció Ovidio con máscara antigás.

Antes de que pudiera pedirle ayuda, Clara me lanzó su toalla a la cara.

—¡Sálvame! —le rogué, extendiendo mi mano hacia él.

Pero, en lugar de socorrerme, Ovidio levantó a Clara con una calma devastadora.

—¡Espera a los rescatistas! Protegiste a ti misma, pero dejaste a la estudiante expuesta al humo. Un maestro debe cuidar a sus alumnos; si algo le pasa a Clara, no mereces ser profesora.

Sus palabras cayeron como un golpe. Mi cabeza comenzó a dolerme con fuerza, y mis manos cayeron al suelo, impotentes. Vi sus siluetas alejarse mientras mis ojos se nublaban...

Ovidio, hemos estado distanciados por un mes. Durante ese tiempo, me enviaste un mensaje pidiéndome que incluyera a tu alumna en mi grupo de investigación, para mejorar su currículum. Pensé que era una forma de reconciliarnos.

Pero desde que llegó, Clara no ha hecho más que desafiarme, ignorando mi autoridad. Cuando me quejé contigo, siempre asumiste que yo era la culpable.

Ya no tenía fuerzas para discutir.

Me duele mucho... la cabeza...

Siento que me estoy desvaneciendo…

Mis experimentos están a punto de finalizar, solo faltan los últimos datos del ciclo.

Ovidio, si supieras que indirectamente provocaste mi muerte, destruyendo años de investigación y excluyendo a la universidad de los proyectos internacionales… ¿ cómo te sentirías?

Mientras mis compañeros trataban de contener la fuga de gas, los estudiantes me rodeaban, y el equipo de rescate intentaba aliviar mi intoxicación.

Pero tú, Ovidio, no viste nada de esto.

Seguramente estabas en el hospital, acompañando a Clara.

El equipo de rescate luchaba por salvarme, pero yo ya no estaba ahí.

De repente, mi alma se separó de mi cuerpo. Fue en ese momento cuando toda mi vida pasó ante mis ojos, como si fuera un sueño que estaba por desvanecerse.

El jefe de los rescatistas, con una voz llena de pesar, apenas pudo pronunciar:

—Lo siento.

El monitor del corazón mostraba una línea recta.

Los estudiantes rompieron en llanto de inmediato.

Mis colegas, exhaustos por haber limpiado los gases tóxicos del laboratorio, casi no podían mantenerse en pie al escuchar la noticia.

Aldara, apoyada contra la pared, murmuró con voz tensa:

—La muerte de Constanza… no es por accidente.

Esperanza, una de las estudiantes, gritó con rabia:

—¡Esa mal**ta, Clara, tiene que ver con esto!

El rostro de Aldara se tornó pálido y añadió con dolor:

—Constanza era la única que conocía los datos cruciales del Proyecto X. ¡No podía morir así!

Teodora, otra colega, también abatida, comentó:

—Ella documentó todo con precisión para justificar nuestra inclusión en el proyecto mundial, sin su parte, nada tiene sentido. ¡El proyecto está perdido!

Me dolía escuchar todo aquello.

Había desperdiciado los recursos de la universidad y, peor aún, había tirado a la basura cinco años de trabajo colectivo.

Me incliné para disculparme, aunque sabía que no podían verme.

De repente, una fuerza misteriosa me arrastró frente a Ovidio.

Allí estaba él, sentado junto a Clara, con el rostro sombrío.

Hacía tanto tiempo que no lo observaba con detalle.

Ovidio, de un origen humilde, era el chico más popular de la universidad. Era orgulloso y tan fuerte que nunca se sometía a la dura vida. Por esto me había cautivado.

Rechacé todas las ofertas de prestigiosas instituciones para quedarme a su lado.

Lo perseguí por años hasta que finalmente accedió a comprometerse conmigo.

Después de convertirse en profesor, el tiempo le fue favorable; su presencia se volvió aún más cautivadora, atrayendo a varias jóvenes que buscaban su atención. Sin embargo, él las rechazaba con frialdad, usando métodos crueles para alejarlas.

Todas, excepto a Clara.

Desde que apareció Clara, él se transformó. Aunque Clara fallaba en casi todas sus materias, Ovidio la alababa como si fuera un prodigio único.

Llegó al extremo de romper promesas conmigo por atenderla.

Pensar en esto me llenó de una amargura que no podía ignorar.

De pronto, vi a Ovidio mirarme con una dulzura inesperada y, con una voz suave, me preguntó:

—¿Estás bien?

¿Me está hablando a mí? ¿Puede ver mi alma?

¡El miedo recorrió todo mi ser!
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