Zack ingresó a la oficina de Aitor, requería unos informes, y cuando su amigo alzó su rostro para mirarlo, notó aquella cortadura. —¿Con quién te peleaste? —indagó, frunció el ceño. Aitor sonrió, negó con la cabeza. —¿Necesitas algo?—No evadas el tema. —Jaló una silla y se sentó. —¿Te asaltaron?Aitor puso los ojos en blanco, resopló, sabía que su amigo no se iba a dar por vencido hasta averiguar lo que había pasado.—Fue un accidente —comunicó—, con un látigo —susurró bajo. Zack lo escuchó y su sonora carcajada retumbó en los muros de la oficina. —No sabía que eras fan de las cincuenta sombras —jadeó sin parar de reír. Aitor volvió a negar con la cabeza. —Ya deja de molestarme, y dime a qué has venido. —El señor Howard quiere un reporte de los posibles inversionistas que tendremos hoy —comunicó. Aitor inhaló, profundo. —Se los entrego en una hora —dijo Aitor. Zack se puso de pie y salió de la oficina, riendo sin poder contenerse. Aitor de inmediato siguió trabajando y mir
—¿Es tu jefe? —Averiguó Abigaíl. —Sí, creo que hablamos de la misma persona —murmuró Aitor, le dio a Aby la descripción física del hombre y entonces los dos concluyeron que se trataba de la mismo personaje. —No lo puedo creer, ahora debo esmerarme más, hay que quedar bien con tu jefe. —Tú eres la mejor organizadora de eventos, lo harás bien. —Gracias, ¿tienes tiempo para almorzar juntos?—Por supuesto —contestó Aitor—, finalizó unos pendientes y paso por ti a la una, ¿estás de acuerdo?—Excelente, que tengas un excelente día, te amo. —Y yo a ti. Y mientras Aby se hallaba hablando con Aitor, Kendra perfectamente camuflada se las había ingeniado para entrar a la empresa donde ella laboraba, necesitaba información, así que como conocía a Camila, la asistente de Abigaíl, la malvada mujer se aproximó directo al escritorio. Kendra no se quitó los lentes oscuros, y simuló hablar con ese acento inglés, muy distinto al que ella usaba. —Buenos días, estoy interesada en información, mis
Aitor dibujó en sus labios una mueca, la miró a los ojos. —Es algo complicado de explicar, solo te pido que confíes en mí. —Soltó un bufido, pensaba decirle todo en la noche, pero decidió mejor contarle todo—. Tienes unos minutos —preguntó. Aby tenía varios pendientes, sin embargo, deseaba escucharlo, así que asintió, entraron al edificio y luego a su oficina.—Aquí podemos hablar con calma, ¿qué está pasando? —indagó, se recargó en el escritorio—, conozco tu rostro lleno de contrariedad. Aitor se aclaró la garganta.—Uno de los principales clientes de la nueva compañía para la que trabajo, es tu padre, me asignaron sus inversiones y como comprenderás no acepté —expresó con firmeza.Aby asintió, y percibió un escalofrío recorrer su piel al escuchar que nombraba a su papá.—Te comprendo, yo en tu lugar habría hecho lo mismo, después de todo lo que nos hizo mi padre. —Encogió sus hombros, soltó un suspiro. Aitor se paró frente a ella, la tomó de las manos. —Hay algo más —añadió Ait
—Sí, solo que recordé a alguien que murió y quise mucho —respondió Alexander. —Lo lamento, no quise… —Tranquila. —La interrumpió, colocó su mano sobre la de Abigaíl—, son cosas que pasan, la vida es así —expresó con la voz llena de tristeza. Aby se conmovió y se sintió mal por aquel hombre, pero enseguida retiró su mano, no le agradaba que la tocaran, a pesar que Alexander no se veía un mal sujeto. —Le voy a mostrar las posibles ideas para la inauguración —comunicó, sacó su laptop, y de pronto volteó, arrugó el ceño al ver a Aitor ingresar al mismo restaurante, acompañado de Rachel, no pudo evitar sentir un estremecimiento. «¡Qué extraña coincidencia!» se repitió en la mente, a pesar que él le avisó que tendría que ver a Rachel en un restaurante ella, percibió una opresión en el pecho. —¿Todo en orden? —indagó Alexander al ver como peleaba por sacar el computador del bolso. —Sí —respondió Aby con nerviosismo. Alexander miró a Rachel, y asintió, ella agarró del brazo a Aitor,
Abigaíl sintió un estremecimiento al escuchar a Aitor, se puso nerviosa, no quería otro escándalo como el que sucedió en Boston con Thomas Musk, además que Alexander no era un cliente cualquiera, sino el jefe de él. —No asumas cosas, puedes cometer un error, y no nos conviene tener más enemigos —recomendó, lo agarró del brazo—, mejor vamos a casa, allá hablamos con calma. Aitor soltó un resoplido, y la expresión de enojo que mostraban sus ojos cambió, relajó la postura y el semblante, agarró de la mano a su mujer y abandonaron el restaurante en calma. En el restaurante Alexander se aproximó a la mesa de Rachel. —Buen trabajo, ahora quiero que dejes tranquilo a Aitor, te llamaré cuando requiera de nuevo tus servicios. —Le hizo un cheque y se lo entregó—, y si me entero que lo acosas, o molestas a Abigaíl, te devuelvo a la pocilga en la cual te encontré —advirtió. Rachel miró el cheque sonrió, y luego elevó sus manos en señal de rendición. —Esperaré tu llamado. Gracias. —Beso la m
Aitor bajó del auto de su jefe y entró corriendo al hospital, agitado buscó con sus ojos a Piero, lo encontró sentado con la cabeza hacia atrás en una de las sillas de la sala de espera. —¿Cómo está? ¿Qué ocurrió? —cuestionó. Piero soltó un bufido, miró a Aitor, apretó los labios. —No lo sé, tenía un dolor muy fuerte en el vientre, casi no podía mantenerse en pie, los médicos la están revisando. Aitor deslizó sus dedos por su espeso cabello, gruñó y empezó a caminar por la sala como un loco. —¿Podrías ir por Jake? —solicitó, tenía el semblante apagado y lleno de angustia. —Por supuesto, pero me mantienes informado —ordenó Piero. —Claro —contestó Aitor. Y mientras Piero salía, Alexander entraba. —¿Qué pasó con Abigaíl? ¿Cómo se encuentra? Aitor frunció el ceño, miró con seriedad al hombre, notó demasiada preocupación en su semblante como si Aby le importara demasiado, pero no estaba para reclamos en ese momento. —Dice el jefe de Aby que tenía un dolor muy fuerte en
—Parece que no escuchas y te agrada sacar conclusiones, te dije que es posible que Aby sea mi hija, ¿crees que le haría daño? —cuestionó Alexander, miró a Aitor resoplando, enfurecido. Aitor sacudió la cabeza, por unos instantes intentó recuperar la cordura, pensar con cabeza fría, y así lo hizo. —Te daré una oportunidad…—No me amenaces, te conviene tenerme de amigo que, de enemigo, te aseguro que juntos acabaremos con Robert, pero ahora nos interesa saber quién está detrás del atentado contra Aby —espetó Alex.Aitor asintió y mientras salía del hospital acompañado de Alexander, agarró su móvil y llamó a Piero. —¿Estás con Jake?—Si lo traje a mi casa por cualquier cosa —comunicó Piero. —¿Qué ocurrió con Aby?Aitor enseguida procedió a contarle lo ocurrido con el bebé y lo que habían descubierto. —¡No puede ser! —exclamó resoplando—, lo lamento. —Piero necesitamos entrar a la oficina de Aby con un investigador de la policía, requerimos tu permiso, y que nos dejes revisar las cám
—Estoy seguro de eso —dijo Alexander—, debieron conseguir identificaciones falsas y para eso se requiere dinero y no creo que Fresia pudiera utilizar el dinero que seguramente tiene guardado que le sacó todos estos años al infeliz de Robert —gruñó. —M@ldito Hamilton me las va a pagar —aseguró Aitor respirando agitado.—Ahora más que nunca debemos proteger a Aby y Jake —propuso Alexander—. Robert no es de los que se quedan de brazos cruzados, a ese hombre no le importa destruir a su familia, con tal de conseguir lo que anhela: Poder y dinero. Aitor lo sabía bien, durante años soportó las humillaciones del viejo Hamilton, siempre haciéndolo de menos, hablando mal de su padre, diciendo que era un perdedor y que iba a terminar igual. «No tienes agallas Aitor, eres igual de patético que tu padre, un perdedor, un tipo que todo negocio lo lleva a la ruina»La voz del viejo Hamilton hizo eco en la mente de Aitor, cerró sus puños con fuerza, sus nudillos se volvieron blancos, pero necesitab