Aitor tenía la mano en la cerradura, escuchó la voz de Aby, y el corazón se le apretó, suspiró profundo.—No te preocupes por mí, lo solucionaré, siempre lo hago —respondió con altivez, o quizás con soberbia, él era así en ocasiones, en especial cuando se sentía molesto. Aby suspiró profundo. —En esta época hace frío en Londres, y si no consigues un lugar para dormir puedes enfermarte. —Tranquila…—Inhaló profundo, de nuevo parecían volver al pasado, cuando ella se preocupaba por él, y él se portaba frío e indiferente, entonces volteó y la miró a los ojos—, agradezco tu preocupación, aunque no deberías hacerlo, uno no se interesa por alguien que no es importante en su vida. —Eres el padre de mi hijo —expresó ella sin dejar de verlo a los ojos. —Solo eso, el padre de tu hijo —susurró con un deje de tristeza en la voz—, sobreviviré, me he enfrentado a peores cosas que a no tener donde pasar la noche. —Resopló, encogió sus hombros—, que descanses Aby, te llamaré antes de venir a visi
—Tranquilo, que a diferencia de los demás yo no quiero que fallezcas, me sirves más vivo —musitó ladeando los labios—, quiero que nos consigas identificaciones falsas para mi hija y yo, no podemos seguir aquí, escondidas, comiendo pan y agua —reclamó. Robert soltó una carcajada, y luego resopló. —¿Y por qué voy a ayudarte? —Porque he guardado muchos de tus secretos, porque a diferencia de Viviane que siempre te despreció, yo por el contrario te he amado todo este tiempo, sabes bien que me casé con tu hermano por despecho, y para estar a tu lado. —Suspiró—, además tienes la obligación moral con Kendra, y sabes bien los motivos, no me obligues a descubrir cosas de nuestro pasado. Robert arrugó la frente, apretó los puños, frunció los labios. —¿Y qué ganaré a cambio? —preguntó. —Separar a Aby de Aitor, sabes bien que Kendra y yo nos encargaremos de eso, tú ayúdanos a llegar a Londres y nosotras haremos el trabajo sucio. —Te mandaré al chofer con los pasaportes falsos y el dinero,
Después de que esa mañana compartieron un momento muy divertido con Jake en un parque de diversiones, en la tarde, Aitor acompañó a Aby al ginecólogo, por primera vez iba a ver a su bebé en el interior del vientre de ella, se sentía ansioso. Cuando ingresaron el médico le hizo a Abigaíl las preguntas de rigor, y luego ella subió a la camilla y la examinó. Aitor la tenía de la mano, y sus azules ojos se mantenían fijos en el monitor. —En efecto se ve un saco gestacional, y ahí dentro hay un embrión —comunicó el doctor. Aby apretó sus labios, suspiró profundo, su vista se enfocó en la expresión del rostro de Aitor, quién seguía observando el monitor con el ceño fruncido. —No veo nada —balbuceó. El médico con el dedo índice le señaló la pantalla. —Eso que parece un arroz es su bebé. Aitor contempló la imagen y sintió una agitación especial en su pecho, eso tan pequeñito que aún no tenía forma humana era su hijo, y sentía que lo amaba desde ya, entonces una punzada en el corazón l
—¿Rachel? —indagó él, la agarró de las manos y la separó de su cuerpo. —La misma, querido, ¿qué haces en Londres? ¡Tantos años sin vernos! —exclamó, sonreía ampliamente. Rachel era una mujer muy atractiva, de exuberantes curvas, piel trigueña, cabello claro, ojos color miel, siempre fue elegante, sofisticada, hermosa. —Me mudé a Londres —comunicó en tono seco, entonces miró al lugar donde estaba sentada Aby, y estaba vacío, giró su rostro y la observó salir por el umbral de la puerta de la cafetería—. Abigail —musitó, se puso de pie—, me dio gusto saludarte Rachel, debo irme. —¿Tan pronto? ¿Huyes de mí? —indagó ella, colocó su mano en la cintura—, ya supe que no te casaste con Kendra, y que estás solo, yo me divorcié hace unos años, así que…—Arrugó el ceño. —¿Estás con Abigaíl? ¿Con la mujer que nos separó, con la que te engañó? —cuestionó, lo miró con una expresión de confusión.—Nada, entre tú y yo no queda nada —respondió con la mandíbula tensa—, no tengo por qué darte explicac
Aitor tenía entre sus brazos el cuerpo de Aby, dormía junto a ella, cuando la alarma de su móvil sonó, eran las 5h30 am y tenía el tiempo justo para prepararles el desayuno, irse a su hotel, bañarse, cambiarse de ropa y asistir a la cena con el señor Howard. —Aby, cariño, debo levantarme —susurró. El cuerpo desnudo de Abigaíl se hallaba apretado al de él, lo tenía abrazado con brazos y piernas como si no quisiera despegarse de su lado, entre sueños escuchó la voz de Aitor, frunció los labios, emitió un sonido como el ronroneo de un gato, y se retiró. Aitor sonrió, buscó su ropa en el piso, y se colocó los pantalones. —No me agrada esto de que tengas que irte en las mañanas a tu hotel —rebatió Abigaíl, emitió un bostezo, y prendió la lámpara de su mesa de noche. —A mí tampoco —contestó Aitor—, pero es lo que tenemos. —Volteó y la contempló, tenía el cabello enmarañado, las mejillas enrojecidas, a pesar de eso se veía hermosa, como siempre. —Se podría solucionar —propuso ella, se
Alexander Howard clavó su profunda mirada en los ojos de Aitor. Zack separó sus labios y palideció, pensó que la sociedad se vendría abajo, pateó a su amigo por debajo de la mesa. —Señor Howard, disculpe a mi amigo…—Todos en esta vida tenemos un propósito —indicó interrumpiendo a Zack—, el mío es generar dinero, y repito para eso quiero a mi lado a los mejores. ¿Trabajan conmigo o no firmamos ningún contrato? —preguntó. Aitor asintió, sin embargo, no se quedó muy convencido, había algo en ese hombre oculto, misterioso, y debía descubrirlo, además necesitaba trabajar, ahora debía responder por dos hijos. Zack miró a Aitor, lo fulminaba con la vista, esperaba que respondiera. —Tenemos un trato —contestó Aitor—, firmaremos el acuerdo. Howard sonrió en su interior. «Tengo al peón que requiero para proteger a la reina y aniquilar al m@ldito rey» —Perfecto señores firmemos —ordenó, y luego pidió a su asistente entrar con las copas de champagne—. Brindemos señores, por el éxito de e
Jake se alzaba en las puntas de sus pies para lograr alcanzar a pegar unos globos en la pared, como bienvenida a Aitor. —Ash. —Se quejó—, debo ser más grande, del porte de mi papá —musitó frunciendo el ceño. Aby sacaba del horno el postre y lo escuchó, sonrió al ver que su hijo fue por una silla para subir en ella. —Ten cuidado, puedes caerte, y para ser grande como tu papá debes comer todas las verduras. Jake frunció el ceño. —No me agradan las verduras, y seguramente a mi amigo Aitor tampoco, cuando llegue le pregunto —advirtió. Aby se acercó a él, lo dejó subir en la silla, bajo su supervisión y lo ayudó a colocar los demás globos, las serpentinas, y el cartel de bienvenida. —Quedó bien bonito nuestro apartamento, mamá, ¿crees que le guste a mi amigo?Aby suspiró profundo, sintió un cosquilleo en el estómago, el hecho de que Aitor aceptara mudarse sin chistar a pesar que el apartamento era sencillo, le agradó mucho.—Yo creo que sí —respondió—, vamos a cambiarnos de ropa, no
Kendra lanzó la peluca, los lentes oscuros, y el abrigo sobre la cama, respiraba agitada. —¿Qué te ocurre? —indagó Fresia al ver a su hija alterada. —Aitor está con la m@ldita de Abigaíl —vociferó a gritos—, llegó con sus maletas al edificio en el que vive la infeliz esa, me lo quitó mamá, se quedó con él. Fresia puso los ojos en blanco, arrugó la nariz. —Ya te dije que ese tipo se quedó en la ruina no te conviene, ahora tenemos otros planes, Robert se comunicó conmigo mientras tú estabas ausente, y me propuso un nuevo acuerdo, si hacemos lo que nos pide, nos dará mucho dinero, y tendremos para vivir bien eternamente. Kendra arrugó el ceño, miró a su madre intrigada. —¿Qué acuerdo? —preguntó.Entonces Fresia procedió a contarle lo que Robert requería, la mirada de Kendra brilló. —Le causaremos mucho dolor a ambos, en especial a ella —gruñó apretando los dientes—, me agrada ese plan, ahora debemos ejecutarlo con calma para no cometer errores. Fresia ladeó los labios, sonrió. —