—¿Rachel? —indagó él, la agarró de las manos y la separó de su cuerpo. —La misma, querido, ¿qué haces en Londres? ¡Tantos años sin vernos! —exclamó, sonreía ampliamente. Rachel era una mujer muy atractiva, de exuberantes curvas, piel trigueña, cabello claro, ojos color miel, siempre fue elegante, sofisticada, hermosa. —Me mudé a Londres —comunicó en tono seco, entonces miró al lugar donde estaba sentada Aby, y estaba vacío, giró su rostro y la observó salir por el umbral de la puerta de la cafetería—. Abigail —musitó, se puso de pie—, me dio gusto saludarte Rachel, debo irme. —¿Tan pronto? ¿Huyes de mí? —indagó ella, colocó su mano en la cintura—, ya supe que no te casaste con Kendra, y que estás solo, yo me divorcié hace unos años, así que…—Arrugó el ceño. —¿Estás con Abigaíl? ¿Con la mujer que nos separó, con la que te engañó? —cuestionó, lo miró con una expresión de confusión.—Nada, entre tú y yo no queda nada —respondió con la mandíbula tensa—, no tengo por qué darte explicac
Aitor tenía entre sus brazos el cuerpo de Aby, dormía junto a ella, cuando la alarma de su móvil sonó, eran las 5h30 am y tenía el tiempo justo para prepararles el desayuno, irse a su hotel, bañarse, cambiarse de ropa y asistir a la cena con el señor Howard. —Aby, cariño, debo levantarme —susurró. El cuerpo desnudo de Abigaíl se hallaba apretado al de él, lo tenía abrazado con brazos y piernas como si no quisiera despegarse de su lado, entre sueños escuchó la voz de Aitor, frunció los labios, emitió un sonido como el ronroneo de un gato, y se retiró. Aitor sonrió, buscó su ropa en el piso, y se colocó los pantalones. —No me agrada esto de que tengas que irte en las mañanas a tu hotel —rebatió Abigaíl, emitió un bostezo, y prendió la lámpara de su mesa de noche. —A mí tampoco —contestó Aitor—, pero es lo que tenemos. —Volteó y la contempló, tenía el cabello enmarañado, las mejillas enrojecidas, a pesar de eso se veía hermosa, como siempre. —Se podría solucionar —propuso ella, se
Alexander Howard clavó su profunda mirada en los ojos de Aitor. Zack separó sus labios y palideció, pensó que la sociedad se vendría abajo, pateó a su amigo por debajo de la mesa. —Señor Howard, disculpe a mi amigo…—Todos en esta vida tenemos un propósito —indicó interrumpiendo a Zack—, el mío es generar dinero, y repito para eso quiero a mi lado a los mejores. ¿Trabajan conmigo o no firmamos ningún contrato? —preguntó. Aitor asintió, sin embargo, no se quedó muy convencido, había algo en ese hombre oculto, misterioso, y debía descubrirlo, además necesitaba trabajar, ahora debía responder por dos hijos. Zack miró a Aitor, lo fulminaba con la vista, esperaba que respondiera. —Tenemos un trato —contestó Aitor—, firmaremos el acuerdo. Howard sonrió en su interior. «Tengo al peón que requiero para proteger a la reina y aniquilar al m@ldito rey» —Perfecto señores firmemos —ordenó, y luego pidió a su asistente entrar con las copas de champagne—. Brindemos señores, por el éxito de e
Jake se alzaba en las puntas de sus pies para lograr alcanzar a pegar unos globos en la pared, como bienvenida a Aitor. —Ash. —Se quejó—, debo ser más grande, del porte de mi papá —musitó frunciendo el ceño. Aby sacaba del horno el postre y lo escuchó, sonrió al ver que su hijo fue por una silla para subir en ella. —Ten cuidado, puedes caerte, y para ser grande como tu papá debes comer todas las verduras. Jake frunció el ceño. —No me agradan las verduras, y seguramente a mi amigo Aitor tampoco, cuando llegue le pregunto —advirtió. Aby se acercó a él, lo dejó subir en la silla, bajo su supervisión y lo ayudó a colocar los demás globos, las serpentinas, y el cartel de bienvenida. —Quedó bien bonito nuestro apartamento, mamá, ¿crees que le guste a mi amigo?Aby suspiró profundo, sintió un cosquilleo en el estómago, el hecho de que Aitor aceptara mudarse sin chistar a pesar que el apartamento era sencillo, le agradó mucho.—Yo creo que sí —respondió—, vamos a cambiarnos de ropa, no
Kendra lanzó la peluca, los lentes oscuros, y el abrigo sobre la cama, respiraba agitada. —¿Qué te ocurre? —indagó Fresia al ver a su hija alterada. —Aitor está con la m@ldita de Abigaíl —vociferó a gritos—, llegó con sus maletas al edificio en el que vive la infeliz esa, me lo quitó mamá, se quedó con él. Fresia puso los ojos en blanco, arrugó la nariz. —Ya te dije que ese tipo se quedó en la ruina no te conviene, ahora tenemos otros planes, Robert se comunicó conmigo mientras tú estabas ausente, y me propuso un nuevo acuerdo, si hacemos lo que nos pide, nos dará mucho dinero, y tendremos para vivir bien eternamente. Kendra arrugó el ceño, miró a su madre intrigada. —¿Qué acuerdo? —preguntó.Entonces Fresia procedió a contarle lo que Robert requería, la mirada de Kendra brilló. —Le causaremos mucho dolor a ambos, en especial a ella —gruñó apretando los dientes—, me agrada ese plan, ahora debemos ejecutarlo con calma para no cometer errores. Fresia ladeó los labios, sonrió. —
Zack ingresó a la oficina de Aitor, requería unos informes, y cuando su amigo alzó su rostro para mirarlo, notó aquella cortadura. —¿Con quién te peleaste? —indagó, frunció el ceño. Aitor sonrió, negó con la cabeza. —¿Necesitas algo?—No evadas el tema. —Jaló una silla y se sentó. —¿Te asaltaron?Aitor puso los ojos en blanco, resopló, sabía que su amigo no se iba a dar por vencido hasta averiguar lo que había pasado.—Fue un accidente —comunicó—, con un látigo —susurró bajo. Zack lo escuchó y su sonora carcajada retumbó en los muros de la oficina. —No sabía que eras fan de las cincuenta sombras —jadeó sin parar de reír. Aitor volvió a negar con la cabeza. —Ya deja de molestarme, y dime a qué has venido. —El señor Howard quiere un reporte de los posibles inversionistas que tendremos hoy —comunicó. Aitor inhaló, profundo. —Se los entrego en una hora —dijo Aitor. Zack se puso de pie y salió de la oficina, riendo sin poder contenerse. Aitor de inmediato siguió trabajando y mir
—¿Es tu jefe? —Averiguó Abigaíl. —Sí, creo que hablamos de la misma persona —murmuró Aitor, le dio a Aby la descripción física del hombre y entonces los dos concluyeron que se trataba de la mismo personaje. —No lo puedo creer, ahora debo esmerarme más, hay que quedar bien con tu jefe. —Tú eres la mejor organizadora de eventos, lo harás bien. —Gracias, ¿tienes tiempo para almorzar juntos?—Por supuesto —contestó Aitor—, finalizó unos pendientes y paso por ti a la una, ¿estás de acuerdo?—Excelente, que tengas un excelente día, te amo. —Y yo a ti. Y mientras Aby se hallaba hablando con Aitor, Kendra perfectamente camuflada se las había ingeniado para entrar a la empresa donde ella laboraba, necesitaba información, así que como conocía a Camila, la asistente de Abigaíl, la malvada mujer se aproximó directo al escritorio. Kendra no se quitó los lentes oscuros, y simuló hablar con ese acento inglés, muy distinto al que ella usaba. —Buenos días, estoy interesada en información, mis
Aitor dibujó en sus labios una mueca, la miró a los ojos. —Es algo complicado de explicar, solo te pido que confíes en mí. —Soltó un bufido, pensaba decirle todo en la noche, pero decidió mejor contarle todo—. Tienes unos minutos —preguntó. Aby tenía varios pendientes, sin embargo, deseaba escucharlo, así que asintió, entraron al edificio y luego a su oficina.—Aquí podemos hablar con calma, ¿qué está pasando? —indagó, se recargó en el escritorio—, conozco tu rostro lleno de contrariedad. Aitor se aclaró la garganta.—Uno de los principales clientes de la nueva compañía para la que trabajo, es tu padre, me asignaron sus inversiones y como comprenderás no acepté —expresó con firmeza.Aby asintió, y percibió un escalofrío recorrer su piel al escuchar que nombraba a su papá.—Te comprendo, yo en tu lugar habría hecho lo mismo, después de todo lo que nos hizo mi padre. —Encogió sus hombros, soltó un suspiro. Aitor se paró frente a ella, la tomó de las manos. —Hay algo más —añadió Ait