Abigaíl se quedó estática, la piel se le erizó por completo, el corazón le latía a un ritmo frenético. «Si supieras» pensó y entonces reaccionó, como pudo se alejó de él. —Gracias —contestó aclarándose la voz. Aitor resopló, esos pequeños minutos junto a ella, también le hicieron revivir tantas cosas, ansiaba abrazarla, besarla, pero ella una vez más lo rechazó. —Jake está por dormirse —comunicó y la voz se le entrecortó. —Debo ir a darle el beso de buenas noches —avisó Aby limpió sus manos con una servilleta, y pasó cerca de Aitor, su apartamento era pequeño, no necesitaba gran espacio, la sala, el comedor y la cocina eran en un solo ambiente.Aitor la miró con ternura, no la detuvo, y mientras Aby se perdía en el pasillo, él contempló la estancia, la pequeña sala tenía un sofá en forma de L, estaba acomodado, cerca de las amplias puertas del balcón que eran de cristal, había en la esquina una palmera, de pronto su vista se desvió hacia varias fotos en uno de los muros, enseguid
—Te escucho —dijo Aitor la miró con seriedad. Aby inhaló profundo. —No puedes aparecer de improviso y venir a besarme o tocarme como si nosotros tuviéramos alguna relación —rebatió, también lo observó arrugando el ceño—, cuando jamás tuvimos nada, lo nuestro solo fue un matrimonio de papel, y Jake para ti la consecuencia de una trampa que puso tu propia madre —rebatió Abigaíl con firmeza. Aitor tensó la mandíbula, resopló, no le agradó que ella pensara que Jake era solo una consecuencia, aunque en el fondo así habían sido las cosas. —Tienes razón en las cosas que dices, pero Jake no es eso para mí, significa mucho más, es nuestro hijo. —Suspiró profundo. —A la fuerza —comentó Aby, la voz le sonó temblorosa—, porque dudo mucho que alguna vez pensaras en tener familia conmigo, yo solo era la niña tonta que te amaba en silencio, la amiga a quién recurrías cuando te sentías solo —musitó, el corazón le dolía. —Sabes bien que fuiste más que eso Abigaíl, y no, no pensé en tener familia
Aitor tenía la mano en la cerradura, escuchó la voz de Aby, y el corazón se le apretó, suspiró profundo.—No te preocupes por mí, lo solucionaré, siempre lo hago —respondió con altivez, o quizás con soberbia, él era así en ocasiones, en especial cuando se sentía molesto. Aby suspiró profundo. —En esta época hace frío en Londres, y si no consigues un lugar para dormir puedes enfermarte. —Tranquila…—Inhaló profundo, de nuevo parecían volver al pasado, cuando ella se preocupaba por él, y él se portaba frío e indiferente, entonces volteó y la miró a los ojos—, agradezco tu preocupación, aunque no deberías hacerlo, uno no se interesa por alguien que no es importante en su vida. —Eres el padre de mi hijo —expresó ella sin dejar de verlo a los ojos. —Solo eso, el padre de tu hijo —susurró con un deje de tristeza en la voz—, sobreviviré, me he enfrentado a peores cosas que a no tener donde pasar la noche. —Resopló, encogió sus hombros—, que descanses Aby, te llamaré antes de venir a visi
—Tranquilo, que a diferencia de los demás yo no quiero que fallezcas, me sirves más vivo —musitó ladeando los labios—, quiero que nos consigas identificaciones falsas para mi hija y yo, no podemos seguir aquí, escondidas, comiendo pan y agua —reclamó. Robert soltó una carcajada, y luego resopló. —¿Y por qué voy a ayudarte? —Porque he guardado muchos de tus secretos, porque a diferencia de Viviane que siempre te despreció, yo por el contrario te he amado todo este tiempo, sabes bien que me casé con tu hermano por despecho, y para estar a tu lado. —Suspiró—, además tienes la obligación moral con Kendra, y sabes bien los motivos, no me obligues a descubrir cosas de nuestro pasado. Robert arrugó la frente, apretó los puños, frunció los labios. —¿Y qué ganaré a cambio? —preguntó. —Separar a Aby de Aitor, sabes bien que Kendra y yo nos encargaremos de eso, tú ayúdanos a llegar a Londres y nosotras haremos el trabajo sucio. —Te mandaré al chofer con los pasaportes falsos y el dinero,
Después de que esa mañana compartieron un momento muy divertido con Jake en un parque de diversiones, en la tarde, Aitor acompañó a Aby al ginecólogo, por primera vez iba a ver a su bebé en el interior del vientre de ella, se sentía ansioso. Cuando ingresaron el médico le hizo a Abigaíl las preguntas de rigor, y luego ella subió a la camilla y la examinó. Aitor la tenía de la mano, y sus azules ojos se mantenían fijos en el monitor. —En efecto se ve un saco gestacional, y ahí dentro hay un embrión —comunicó el doctor. Aby apretó sus labios, suspiró profundo, su vista se enfocó en la expresión del rostro de Aitor, quién seguía observando el monitor con el ceño fruncido. —No veo nada —balbuceó. El médico con el dedo índice le señaló la pantalla. —Eso que parece un arroz es su bebé. Aitor contempló la imagen y sintió una agitación especial en su pecho, eso tan pequeñito que aún no tenía forma humana era su hijo, y sentía que lo amaba desde ya, entonces una punzada en el corazón l
—¿Rachel? —indagó él, la agarró de las manos y la separó de su cuerpo. —La misma, querido, ¿qué haces en Londres? ¡Tantos años sin vernos! —exclamó, sonreía ampliamente. Rachel era una mujer muy atractiva, de exuberantes curvas, piel trigueña, cabello claro, ojos color miel, siempre fue elegante, sofisticada, hermosa. —Me mudé a Londres —comunicó en tono seco, entonces miró al lugar donde estaba sentada Aby, y estaba vacío, giró su rostro y la observó salir por el umbral de la puerta de la cafetería—. Abigail —musitó, se puso de pie—, me dio gusto saludarte Rachel, debo irme. —¿Tan pronto? ¿Huyes de mí? —indagó ella, colocó su mano en la cintura—, ya supe que no te casaste con Kendra, y que estás solo, yo me divorcié hace unos años, así que…—Arrugó el ceño. —¿Estás con Abigaíl? ¿Con la mujer que nos separó, con la que te engañó? —cuestionó, lo miró con una expresión de confusión.—Nada, entre tú y yo no queda nada —respondió con la mandíbula tensa—, no tengo por qué darte explicac
Aitor tenía entre sus brazos el cuerpo de Aby, dormía junto a ella, cuando la alarma de su móvil sonó, eran las 5h30 am y tenía el tiempo justo para prepararles el desayuno, irse a su hotel, bañarse, cambiarse de ropa y asistir a la cena con el señor Howard. —Aby, cariño, debo levantarme —susurró. El cuerpo desnudo de Abigaíl se hallaba apretado al de él, lo tenía abrazado con brazos y piernas como si no quisiera despegarse de su lado, entre sueños escuchó la voz de Aitor, frunció los labios, emitió un sonido como el ronroneo de un gato, y se retiró. Aitor sonrió, buscó su ropa en el piso, y se colocó los pantalones. —No me agrada esto de que tengas que irte en las mañanas a tu hotel —rebatió Abigaíl, emitió un bostezo, y prendió la lámpara de su mesa de noche. —A mí tampoco —contestó Aitor—, pero es lo que tenemos. —Volteó y la contempló, tenía el cabello enmarañado, las mejillas enrojecidas, a pesar de eso se veía hermosa, como siempre. —Se podría solucionar —propuso ella, se
Alexander Howard clavó su profunda mirada en los ojos de Aitor. Zack separó sus labios y palideció, pensó que la sociedad se vendría abajo, pateó a su amigo por debajo de la mesa. —Señor Howard, disculpe a mi amigo…—Todos en esta vida tenemos un propósito —indicó interrumpiendo a Zack—, el mío es generar dinero, y repito para eso quiero a mi lado a los mejores. ¿Trabajan conmigo o no firmamos ningún contrato? —preguntó. Aitor asintió, sin embargo, no se quedó muy convencido, había algo en ese hombre oculto, misterioso, y debía descubrirlo, además necesitaba trabajar, ahora debía responder por dos hijos. Zack miró a Aitor, lo fulminaba con la vista, esperaba que respondiera. —Tenemos un trato —contestó Aitor—, firmaremos el acuerdo. Howard sonrió en su interior. «Tengo al peón que requiero para proteger a la reina y aniquilar al m@ldito rey» —Perfecto señores firmemos —ordenó, y luego pidió a su asistente entrar con las copas de champagne—. Brindemos señores, por el éxito de e