—Recuerdas nuestra primera vez, yo solo rememoro el instante que toqué a tu puerta, me abriste, te besé y amanecí a tu lado, no mentí cuando te dije que no estaba en mis cinco sentidos, pero Robert enfureció, me sacó como a un perro. Aby se mordió los labios, recordó exactamente cómo ocurrieron las cosas. —Sí, lo sé, me acusaste de haberte drogado para que te acostaras conmigo —murmuró y apretó los dientes, su respiración se escuchó agitada. Aitor inhaló profundo, se armó de valor. —Fue mi madre la que me drogó, ella planeó todo, quería que me casara contigo para salvar mi vida. —¿Qué has dicho? ¿Fue Viviane? —cuestionó exaltada. —¿Cómo lo supiste? —indagó y el tono de voz le cambió a reclamo. —La sorprendí hablando por teléfono, no tuvo tiempo de negarlo. Aby negó con la cabeza, se sintió asqueada de tanto enredo, mentiras, engaños. —Esto es demasiado Aitor, por favor no me llames. —¡Aby! —Ella colgó la llamada. —No puede ser, qué imbécil soy, no debí decirle por teléfono,
«¡¿Estás embarazada?!»La pregunta hizo eco en la mente de Aby, y su corazón bombeó con fuerza, la posibilidad existía, parpadeó y sacudió la cabeza.—No, claro que no —balbuceó. Piero plantó sus ojos en ella, la examinó con la mirada. —Te conozco hace cinco años Abigaíl Hamilton, sé bien cuando mientes o dudas, así que… ¿existe esa posibilidad?Aby cerró sus ojos, inclinó la cabeza. —Sí, sí existe la posibilidad —contestó, se recargó en el sillón y soltó un bufido de frustración—, no pensé en las consecuencias. —Se agarró la cabeza. Piero apretó los labios para no reírse. —¡Ay Aby! ¿Quién piensa en las consecuencias cuando se está en medio de la calentura? —cuestionó y carcajeó. Abigaíl lo fulminó con la mirada, dibujó en sus labios una fina mueca. —¡No te burles! ¡Lo que me ocurre es grave! —Rascó su frente. —Bueno, antes de ponernos a sufrir, primero debemos comprobar que eso sea verdad, así que voy a enviar a comprar esas cajitas… ¿Cómo se llaman?Aby puso los ojos en blan
Aitor se las había ingeniado para empezar con su plan de conquista, antes de partir a Londres se había comunicado con una de las florerías más exclusivas de la capital inglesa y había pedido que le enviaran a Aby el arreglo más grande y bonito de rosas rojas de la tienda. Aún se encontraba en el avión, cruzando el océano para llegar al encuentro con ella. «Hubiera querido ver tu rostro cuando te llegaron las flores» pensó, y se imaginó que sus hermosos y grandes ojos se abrieron con amplitud, y brillaron. «Espero te haya gustado, y que la pista que dejé te llevé hacia mí, otra vez» —¿En qué piensas? —indagó Zack, al notar a su amigo ausente. —En todo lo que me ha pasado en estas ocho semanas, descubrí que la mujer con la que me iba a casar, era la farsante más grande del mundo, que sigo enamorado de mi ex, que tengo un hijo con ella, que creí que podríamos empezar de nuevo y me dejó. —Resopló desanimado—, me quedé sin un centavo. —Encogió sus hombros. —Solo falta que te orin
Aitor tragó la saliva con dificultad, sus orbes azules se llenaron de lágrimas, y ni hablar de lo que su corazón estaba sintiendo en ese instante. Contempló a Aby sin saber qué responder.—Le acabo de contar —murmuró ella con voz suave, el pecho de Abigaíl subía y bajaba agitado, durante esos cinco años en el exilio jamás pasó por su mente imaginar la escena que estaba presenciando en ese instante. Aitor dejó salir el aire que contenía, se inclinó para estar a la misma altura de su hijo, sus cristalinos ojos se reflejaron en los brillantes de Jake. —Así es, yo soy tu papá —pronunciar esa última palabra le estremeció el corazón hasta lo más hondo de sus profundidades. Jake se quedó pensativo, mirándolo en silencio.—¿Y por qué apareces hasta ahora? ¿Te vas a casar con mi mamá? ¿Vivirás con nosotros?—¡Jake! —recriminó Aby se llevó la mano al pecho.Aitor se aclaró la garganta, suspiró profundo. —Yo… apenas… más bien, pensé que tú…—Aitor no sabía que existías, se enteró cuando nos
Abigaíl se quedó estática, la piel se le erizó por completo, el corazón le latía a un ritmo frenético. «Si supieras» pensó y entonces reaccionó, como pudo se alejó de él. —Gracias —contestó aclarándose la voz. Aitor resopló, esos pequeños minutos junto a ella, también le hicieron revivir tantas cosas, ansiaba abrazarla, besarla, pero ella una vez más lo rechazó. —Jake está por dormirse —comunicó y la voz se le entrecortó. —Debo ir a darle el beso de buenas noches —avisó Aby limpió sus manos con una servilleta, y pasó cerca de Aitor, su apartamento era pequeño, no necesitaba gran espacio, la sala, el comedor y la cocina eran en un solo ambiente.Aitor la miró con ternura, no la detuvo, y mientras Aby se perdía en el pasillo, él contempló la estancia, la pequeña sala tenía un sofá en forma de L, estaba acomodado, cerca de las amplias puertas del balcón que eran de cristal, había en la esquina una palmera, de pronto su vista se desvió hacia varias fotos en uno de los muros, enseguid
—Te escucho —dijo Aitor la miró con seriedad. Aby inhaló profundo. —No puedes aparecer de improviso y venir a besarme o tocarme como si nosotros tuviéramos alguna relación —rebatió, también lo observó arrugando el ceño—, cuando jamás tuvimos nada, lo nuestro solo fue un matrimonio de papel, y Jake para ti la consecuencia de una trampa que puso tu propia madre —rebatió Abigaíl con firmeza. Aitor tensó la mandíbula, resopló, no le agradó que ella pensara que Jake era solo una consecuencia, aunque en el fondo así habían sido las cosas. —Tienes razón en las cosas que dices, pero Jake no es eso para mí, significa mucho más, es nuestro hijo. —Suspiró profundo. —A la fuerza —comentó Aby, la voz le sonó temblorosa—, porque dudo mucho que alguna vez pensaras en tener familia conmigo, yo solo era la niña tonta que te amaba en silencio, la amiga a quién recurrías cuando te sentías solo —musitó, el corazón le dolía. —Sabes bien que fuiste más que eso Abigaíl, y no, no pensé en tener familia
Aitor tenía la mano en la cerradura, escuchó la voz de Aby, y el corazón se le apretó, suspiró profundo.—No te preocupes por mí, lo solucionaré, siempre lo hago —respondió con altivez, o quizás con soberbia, él era así en ocasiones, en especial cuando se sentía molesto. Aby suspiró profundo. —En esta época hace frío en Londres, y si no consigues un lugar para dormir puedes enfermarte. —Tranquila…—Inhaló profundo, de nuevo parecían volver al pasado, cuando ella se preocupaba por él, y él se portaba frío e indiferente, entonces volteó y la miró a los ojos—, agradezco tu preocupación, aunque no deberías hacerlo, uno no se interesa por alguien que no es importante en su vida. —Eres el padre de mi hijo —expresó ella sin dejar de verlo a los ojos. —Solo eso, el padre de tu hijo —susurró con un deje de tristeza en la voz—, sobreviviré, me he enfrentado a peores cosas que a no tener donde pasar la noche. —Resopló, encogió sus hombros—, que descanses Aby, te llamaré antes de venir a visi
—Tranquilo, que a diferencia de los demás yo no quiero que fallezcas, me sirves más vivo —musitó ladeando los labios—, quiero que nos consigas identificaciones falsas para mi hija y yo, no podemos seguir aquí, escondidas, comiendo pan y agua —reclamó. Robert soltó una carcajada, y luego resopló. —¿Y por qué voy a ayudarte? —Porque he guardado muchos de tus secretos, porque a diferencia de Viviane que siempre te despreció, yo por el contrario te he amado todo este tiempo, sabes bien que me casé con tu hermano por despecho, y para estar a tu lado. —Suspiró—, además tienes la obligación moral con Kendra, y sabes bien los motivos, no me obligues a descubrir cosas de nuestro pasado. Robert arrugó la frente, apretó los puños, frunció los labios. —¿Y qué ganaré a cambio? —preguntó. —Separar a Aby de Aitor, sabes bien que Kendra y yo nos encargaremos de eso, tú ayúdanos a llegar a Londres y nosotras haremos el trabajo sucio. —Te mandaré al chofer con los pasaportes falsos y el dinero,