Luego de que ambos se despidieron del niño, los dos se hallaban sentados en la sala de espera, impacientes y angustiados. —¿Comiste algo? —preguntó Aitor a Aby, pues sí habían llegado desde temprano, lo más seguro era que ella estuviera sin alimentos. Aby apretó sus labios, negó. —No tengo hambre, solo quiero que ya se acabe la cirugía y poder estar con mi hijo…—sollozó. Aitor frunció el ceño, la agarró con suavidad por la barbilla, la miró a los ojos. —Y si no te cuidas y te enfermas, no podrás atenderlo, voy a ir a la cafetería, te traeré de comer y no aceptaré que no lo hagas. ¿Entendiste? Aby se reflejó en la azulada mirada de él, suspiró, antiguos recuerdos vinieron a su mente: (***) —¿Qué haces aquí? —cuestionó Aby siendo niña, tenía en ese entonces ocho años, y Aitor ya era un adolescente—, si te descubren te van a castigar a ti también —susurró ella. —No importa si me castigan, supe que tu papá te mandó a dormir sin cenar, ¿qué pasó? —le preguntó con calidez.
—Señor Roig, un placer conocerlo en persona, le garantizo que, en manos de Aby, su boda será el evento del año —declaró—, ella es la mejor en su trabajo, por eso la designé, caso contrario no la habría enviado, no nos agrada separarnos. —Con eso, Piero volvió a mirar a Abigaíl con afecto.Aitor bufó, sentía que la sangre hervía en sus venas, su mirada oscureció. —¿Viven juntos?—Sí —contestó Piero. —No —respondió Aby. Los dos hablaron a la vez, y esa contradicción se le hizo bastante sospechosa a Aitor. —¿Sí o no? —preguntó fingiendo con toda seriedad, pero sonrió en su interior, sintiendo un instante de alivio, ya que encontró en esa vacilación de ambos, la posibilidad de que su ex esposa siga amándolo, pero mienta y así demostrar que él ya no le interesaba. —Quisimos decir que no vivimos juntos, pero hay ocasiones que Piero se queda en mi apartamento. ¿Cierto cariño? — Aby pregunto, mientras desesperadamente guiñó un ojo a su jefe. Aitor se percató de este detalle y sus s
Piero a pesar de que la petición de Aby de hacerse pasar por su novio, lo sorprendió, decidió seguir adelante para ayudarla, sabía que ese hombre: Aitor Roig, no les iba a quitar el ojo de encima, sobre todo porque anhelaba estar cerca de Jake. Mientras Aitor de camino a casa de su prometida, no se sentía tranquilo, los recuerdos no lo dejaban en paz, le acribillaban la mente, pero más la presencia de Piero, entonces aparcó el auto frente a la entrada de la mansión Hamilton, y antes de bajar susurró: —No dejaré que ese hombre me vaya a robar a Abigaíl —apretó sus puños, inhaló una gran bocanada de aire.Cuando entró una de las empleadas le avisó que su novia se encontraba en la recámara. Entonces él subió las escaleras, estar frente a Kendra, fingiendo ser el novio perfecto le causaba repulsión, pero debía fingir, y así proteger a Aby de un nuevo ataque.Cuando estuvo en el pasillo miró la puerta de la vieja habitación de Aby, nunca desde el día que ella se fue, se atrevió a volver
Aitor desvió la mirada, se aclaró la garganta. —No puedo, tu tío hace un momento discutió conmigo, si me quedo pondrá el grito en el cielo, ya falta poco para que estemos juntos en nuestra casa, y nadie nos interrumpa —susurró—, más bien descansa, estas discusiones no le hacen bien al bebé. —Tienes razón Aitor. —Se alzó en la punta de los pies, lo besó, él a regañadientes correspondió con rapidez, se despidió, salió al pasillo, y de la mansión, enseguida fue a donde su joyero de confianza, y pidió que arreglaran la cadena, como era de esperarse solicitó que lo hicieran a la brevedad, luego fue a una tienda de juguetes, necesitaba comprar un regalo para Jake, no iba a desistir de visitarlo. ****Al día siguiente Aby ni siquiera había ido al hotel a cambiarse de ropa, estaba mal anochada, tenía ojeras bajo los ojos.—Ve a descansar un poco, yo me quedo con Jake —insistió Piero. Aby negó con la cabeza. —No quiero moverme ni un solo instante de su lado. —Te vas a enfermar y Jake te
Aitor se reflejó en los ojos de Aby, su pulso era acelerado, quería decirle tantas cosas, pero no sabía ni por dónde empezar, además debía continuar con la absurda boda para desenmascarar a Kendra, ese día. —Busco que seamos amigos, como antes —mintió, no podía decirle que buscaba recuperarla a ella, que era lo que más ansiaba—, nos une Jake, sé que cometí un error, pero estoy dispuesto a enmendarlo. Aby recuperó el aliento. —Para hablar de Jake no es necesario que te acuestes a mi lado, ni estés tan cerca, tú te vas a casar, y yo tengo mi pareja —expresó intentando mostrar en el tono de su voz firmeza. Aitor no quería alejarse, miraba sus labios, su pecho subiendo y bajando agitado, la sentía temblar, percibía su dulce aroma, ansiaba besarla, abrazarla, y poder decirle lo que por cobardía no pudo hacerlo en el pasado, y también deseaba saber qué sentía ella por él, si de pronto aún existía una posibilidad, y aunque sabía que no era correcto, no se contuvo más, se apoderó de la bo
Abigaíl palideció al ver a Kendra en el hotel. «¿A qué habrá venido?» «¿Anda vigilando a Aitor?», «¿Se habrá enterado de lo de Jake? Pensó y luego enfocó su mirada en su exmarido esperando a ver qué le contestaba a su querida novia. Aitor tenía que pensar con rapidez, así que tuvo que acudir al único recurso que le quedaba:—Hola amor. —Se acercó a Kendra, la saludó con un beso rápido en los labios—, qué cabecita la tuya, ¿se te olvidó que acordamos invitar a Aby a nuestra boda? Vine a eso, a limar asperezas con ella, al fin y al cabo, seremos familia otra vez. —Miró a Aby con esa expresión suplicante, anhelaba que ella entendiera que a través de sus ojos le pedía confiar en él. Aby separó los labios, miró a Aitor, decepcionada. «¡Eres un mentiroso! ¡Y yo pensando que había la posibilidad que estuvieras enamorado de mí, pero no, Aitor Roig eres muy buen actor!»Sintió una sensación amarga en la garganta, y un dolor en el corazón; sin embargo, se recompuso, y mostró su mejor cara:
Aby negó con la cabeza, tapó con su mano el auricular. —Claro que no, Jake es mi hijo. —Pero me puedo quedar con mi amigo Aitor mami, ya no me cae tan mal, está divertido armar el robot —replicó Jake. —¿Natalia? La voz del cliente la sobresaltó, era una gran oportunidad, frunció los labios, aceptó la entrevista. —Deme los datos, y nos podemos ver hoy —aseguró, enseguida anotó una dirección, guardó su laptop en su bolso, sacó su estuche de maquillaje, se aplicó polvo traslúcido, sombras suaves en los ojos, que hacían resaltar su tono verdoso, maquilló sus labios de marrón, se soltó el cabello. Aitor separó los labios al verla. «Espero ese cliente sea un viejo decrépito» pensó, los celos lo invadieron haciendo hervir su sangre, pensó en todos los clientes que ella debía tener, y que seguramente se fijaban en ella, era hermosa, inteligente, dulce, y aunque vestía un atuendo sencillo, y su maquillaje era de lo más normal, se veía radiante. —Lo cuidas —advirtió a Aitor, lo observó
Aby abrió los labios, impresionada, y luego empezó a aplaudir.—¡Bravo Aitor Roig! —exclamó. —¡Y el óscar al mejor actor es para…!Aby no terminó la frase porque de nuevo él la agarró con firmeza por la cintura, y la besó, si ella no creía en sus palabras, por lo menos en los besos le iba a demostrar que la amaba.Aby forcejeó, estaba tan enojada con él, decepcionada, herida, que no creía en sus palabras, lo empujó con todas sus fuerzas, y lo abofeteó.—No me quieras ver la cara de idiota, no vuelvas a besarme, no te me acerques, no creo en tus palabras, en tu amor de mentira —gritó sin importarle que estaban en un hospital—, yo te brindé un amor de verdad, un amor puro, sincero, y lo despreciaste, eras frío, indiferente, y me rechazabas a cada rato. Me obligaste a divorciarnos, yo me fui, y ahora estás aquí diciendo tonterías… Vete con la que amas, ya sea tu primer amor o tu prometida mientras no sea yo. —La voz se le cortó. —¿Cómo puedes decir que me amas, o amabas si fuiste cruel e