—¿Por qué no nos dijo nada? ¿Por qué no buscó nuestro apoyo?
—Tenía miedo, madre, daría todo porque lo hubiese hecho, ofendí su nombre tantas veces, luego ella se enteró de que me casé de forma repentina con Valentina, quiso olvidarme.
—¿Por qué volvió hasta ahora? —exclamó Diana, algo sentía en su interior, un presentimiento de que algo no estaba bien
—El amor la venció, madre, ella volvió a mí y ahora he vuelto a ella.
—Scott, Valentina te ama demasiado, vas a destrozar su vida —dijo Diana con dolor y él se acercó a su madre, tomó su mano y la besó con dulzura
—Si me quedo con Valentina, terminaré arruinando mi propia vida, madre, ¿Eso es lo que quieres para mí? ¿Acaso quieres a Valentina más que a mí? Yo soy tu hijo, madre, dime, ¿Quieres verme infeliz, con una mujer a la que no amo? —dijo con ojos tristes, cubiertos de lágrimas
Diana acunó su rostro, le dolía ver a su hijo sufrir, besó su frente y lo abrazó, le recordaba mucho a Xavier, su marido, que había muerto hace tres años.
—Te amo, siempre serás mi pequeño bebé, eres el hijo que nació de mi vientre, ¿Cómo no te voy a amar? Pero, no quiero que te equivoques, dar una segunda oportunidad a quien te traicionó, a quien lastimó tu corazón, es algo muy importante, porque si vuelves a entregarte y te lastiman, tu corazón se volverá de hielo. Valentina es muy joven, es hermosa, pronto recibirá su herencia, sé que, en el futuro, ella encontrará el amor en el hombre correcto, si estás seguro de que amas a Laura tanto para volver a confiar, entonces, lo aceptaré, por ti, porque te amo, pero, piénsalo, hijo, si te equivocas y dejas ir a una buena mujer como Valentina, las probabilidades de que ella vuelva a ti, serán nulas.
Scott asintió
—Mi decisión está tomada, me divorciaré de Valentina, y me casaré con Laura. Ahora quiero pedirte un gran favor, madre —Diana arrugó el gesto, confusa—. No le digas nada a Valentina sobre Laura, no quiero herir su corazón más, no quiero que sepa que todo se trata de Laura.
Diana titubeó, pero al final aceptó, ella tampoco quería ver a Valentina destrozada.
Scott se fue y la dejó sola, Diana caminó por el salón, la luz del sol se colaba por los ventanales, abiertos de par en par y podía ver bien, al fondo, estaba la mansión Dion, destruida por aquel trágico incendio, tuvo un recuerdo que vino a su mente como un rayo
Ella era una institutriz de la familia Dion, cuidaba al pequeño Robert, padre de Valentina, hacía tantos ayeres, se enamoró de Oliver Dion, pero supo con rapidez que él solo quería de ella su cuerpo, fueron tiempo difíciles, hasta que se enamoró del nuevo vecino de los Dion, Xavier Brighton, que tenía una hija, y buscaba una institutriz, ella abandonó entonces a los Dion y fue a la mansión Brighton, Xavier se enamoró de ella, y no dudó en convertirla en su esposa.
Diana volvió al ahora, su mano sostenía su vientre, con un poderoso secreto, sellando sus labios.
—Después de tantos años, Oliver, siempre te amé a ti, aunque no lo merecieras, por eso siempre cuidó a Valentina, ella es la única conexión pura, que siempre me lleva a ti.
Valentina estaba recostada en la cama, no había comido, ni dormido, estaba rota por dentro, escuchaba que tocaban la puerta, pero no abría, hasta que escuchó que alguien abrió, quizás era la empleada, pero luego Meredith estuvo ahí, ella alzó la cabeza, y miró sus ojos, lloraba
—¿Te enteraste?
Meredith asintió y se abrazaron con fuerza
—¡Lo siento tanto!
—¡Me dejó, Meredith, me pidió el divorcio! ¿Por qué? Lo he amado, lo he adorado con locura, he dado lo bueno que hay en mí, ¿Qué hay de malo en mí?
—No digas eso, Val, tú eres perfecta, y mi tío es un imbécil, ¡Lo odio!
—No digas eso, él siempre será tu tío.
—Pero, te hace sufrir, y solo tengo ganas de golpearlo —exclamó furiosa, y abrazó a su amiga que se veía tan mal, Meredith y Valentina eran amigas desde que nacieron, sus padres fueron mejores amigos también
—Debo irme de aquí, Meredith.
—¡Claro que no! No perderé a mi amiga, que se vaya él, tú volverás a casa, conmigo, y estaremos juntas, ¿Olvidas que iré a Harvard? ven conmigo, ven a Boston, conmigo, y el siguiente año te preparas para ir Harvard.
—No quiero. No quiero nada —sentenció con amargura.
Cuando la noche llegó, Meredith se fue, Valentina permaneció en su alcoba, escuchó a lo lejos el sonido de un auto llegar, pero no quiso prestar atención, no abandonaría la cama.
La puerta se abrió y él la miró, una punzada de tristeza y culpa lo embargaron
—Valentina.
Esa voz fue como una inyección de vida para ella, se irguió pensando que era el producto de sus fantasías, mas no era así, ahí estaba Scott, sosteniendo en sus manos unos papeles, y ella tuvo temor
—¿Qué es eso?
Él bajó la mirada, no quería sentirse de esa manera, como el peor de los hombres
—Son los papeles de divorcio, los que debes firmar.
Ella no evitó llorar de nuevo
—¿Tan rápido te quieres deshacer de mí?
—Lo siento, es necesario.
—No me has dejado siquiera digerir esto, mi mente es ahora tan confusa, no sé qué haré sin ti, ¿Me odias, Scott? ¿Merezco esto?
—Por favor, sabes que no, sabes que siempre te he apreciado mucho, yo quisiera hacerte feliz.
—¡Ni siquiera lo intentaste! —exclamó con rabia—. Ahora solo quieres deshacerte de mí, intenté dar lo mejor de mí, Dios es mi testigo, pero nunca me disté una oportunidad.
—No hagamos esto, no peleemos, no nos destrocemos, terminemos como dos personas maduras.
Ella se sentó, quería negarse, romper los papeles, obligarlo a quedarse a su lado, ¿De que serviría? Ella recordó sus palabras; al amor no se le obliga
—¿Dónde debo firmar? —exclamó repentina, dejándolo perplejo por su nueva mesura, él tomó los papeles, y le extendió un bolígrafo.
Ella abrió la carpeta, él señaló donde debía firmar y dijo que podía leerlos
—Lee con calma, no hay prisa.
Ella sonrió con ironía, firmó con rapidez, luego se lo extendió, él se sorprendió de su apuro y los tomó
—Ahora ya eres un hombre libre de mí, felicidades.
—Siempre vas a contar conmigo, además, nos veremos, perteneces a mi familia.
—Me iré —sentenció y vio su perplejidad
—¿A dónde?
—Creo que iré con Meredith a Boston.
—Eso es bueno, estudiar, nuevos aires, será bueno para ti.
Ella bajó la mirada
—Ya debes irte —dijo con dolor. Scott la miró con dolor, odiaba saber que se iría y ella lloraría por él, no quería eso
—No quiero que te quedes llorando por mí —él se puso de cuclillas, justo frente a ella, tomó sus manos, y notó su tensión, ella quería alejarse, pero él la retuvo—. Yo no te merezco, Valentina, no soy bueno para ti, y cuando lo comprendas, te reirás de esto, dirás que fue bueno librarte de mí, perdóname, deseo que seas muy feliz.
Ella no quería ver sus ojos, pero luego clavó su mirada en la suya, había dolor, resentimiento y melancolía por sus sueños rotos
—Lo haré, un día me despertaré y ya no serás importante, sin ti el mundo girará, seguiré respirando, estoy convencida de que, en algún momento, algún día, tú te acordarás de mí, y desearás que estuviese a tu lado, sabrás que todo el amor que buscas ahora, lo tenías conmigo, y lo perdiste. Juro que así será.
Había oscuridad en la mirada de Valentina, Scott bajó la mirada, era como una amenaza
—Está bien, si quieres terminarlo todo así, entiendo. Pero, yo quiero hacerlo bien, quiero decirte que eres especial, siempre, sin importar el tiempo, si tú me necesitas, estaré aquí.
—Yo nunca te necesitaré —sentenció con rabia—. Nunca volveré a ti.
Él asintió, decepcionado, estaba por irse, y ella lloró, él se detuvo, Valentina se levantó
—Cuídate, Val.
—Espera… —dijo y colgó sus manos a su cuello, besando sus labios con vehemencia, él la rechazó—. Solo concédeme el último beso —dijo ella con voz casi sensual, él miró sus ojos, sintió su aliento, su mirada suplicante, no pudo negarse, sus manos estrecharon su cintura, y sus labios besaron los suyos, era un beso suave, que apremió pronto, sus lenguas se acariciaron, se dejaron llevar, ella se estremeció, acarició su cabello y él se encendió de deseo, ella lo besaba con pasión, era su último beso, Scott la pegó a su cuerpo, ella pudo sentir su virilidad despierta, cegados de ganas cayeron en la cama, sus labios abandonaron su boca, para besar su cuello, las manos de Scott acariciaron piel, y entonces se frenó, volvió a la realidad, ¿Qué hacía? Se alejó rápido, sabía que ella siempre le provocaba eso, era tentadora, desde aquel día en la casa de la bahía
—Debo irme —dijo con la voz jadeante, ella se irguió, su rostro blanco, estaba sonrojado, asintió
—Adiós.
Scott la miró confuso, recuperó el aliento
—Adiós, Valentina —dijo y se fue.
Scott manejaba rumbo al hotel, se detuvo un momento, y tocó sus labios, ¿Qué fue eso? Sus pensamientos estaban confusos, pero ella era así, Valentina era una joven hermosa, sus cabellos eran largos y rubios, sus labios rojos y gruesos, una tentación difícil de rechazar«Fue un momento de debilidad, solo soy un hombre frente a una mujer hermosa, fue una reacción natural» pensó, pero algo dentro de él se sentía falso, tomó los papeles y titubeó al verlos, sacó el bolígrafo, su mano era trémula, al final firmó, luego fue al hotel—¿Firmó? —preguntó Laura en cuanto lo vio entrar—Sí, firmó —dijo ScottElla sonrió y lo abrazó, sintió algo de tranquilidad, aunque estuvo convencida de que debía seguir insistiendo para que pronto fuera su esposa—¿Cuándo nos casaremos?Él la miró extrañado—¿Por qué tanta prisa, Laura?—¿Acaso te arrepentiste? —exclamó indignada, cruzando sus brazos—¡Claro que no! Laura, pero, acabó de divorciarme de Valentina hace solo una hora, si ella se entera de que me
Meredith no lograba convencer a Valentina de abandonar la casa para que volviera a la mansión Brighton—Aquí me quedan los recuerdos —dijo con la mirada triste—Nadie vive de recuerdos todo el tiempo, Val, él no volverá.—Tal vez si hablo con la abuela Diana ella pueda…—No, Val, solo entiéndelo, déjalo ir, te juro, que algún día, Scott se arrepentirá.—No lo creo, él nunca me amo.—Los hombres solo aman el amor cuando es una tortura, no quieren a las chicas buenas, estoy harta de eso, ellos solo aman cuando es una guerra, cuando es una lucha, nunca voy a enamorarme, Val, nunca dejaré que alguien tenga la opción de destruir mi corazón, te juro que haré que ellos paguen primero.Valentina tomó su mano—No te amargues por mí, tú me lo advertiste, hay amores imposibles que no deben hacerse realidad, pero cuando insistes, solo te harán llorar por miles y miles de años.—No digas eso, Valentina, eres joven, hermosa y rica, podemos tener a cualquier hombre a nuestros pies, ¿El tonto de Scot
Meredith salió corriendo, pero cuando vio a su amiga irse, rompió en llanto, y vio con coraje a su tío —¡¿Por qué no la detuviste?! ¡Esto es toda tu culpa! —exclamó con rabia —Déjala —dijo sosteniéndola cuando pensó que se iría a buscarla—. Necesita estar sola, Meredith, pensar. —¿Sola? —Después iré a verla a la casa. —¿De verdad eres tan ingenuo para creer que estará en la casa esperando por ti? ¡No eres el centro del universo, Scott Brighton! —gritó furiosa—. Valentina se ha ido, no creo que vuelva a vernos o a hablarnos, nunca la conociste, ella nunca perdonaría la traición, ella no dará una segunda oportunidad. Scott sintió un miedo rotundo en su estómago, y bajó la vista, Meredith se alejó de él, estaba por irse, cuando regresó la vista —Te juro que, si le pasa algo malo, nunca voy a perdonarte, y esto será solo tu culpa —sentenció rabiosa, luego entró en la casa Scott sintió un miedo en su interior, pensó en ella, y las ganas de ir a buscarla, y asegurarse de que estaba b
Scott fue al hotel para encontrar a Laura, al llegar escuchó su llanto, y se perturbó de verla llorar tanto —¿Qué es lo que sucede, Laura? —exclamó preocupado La mujer entonces le mostró esa bufanda, tomándola con fuerza entre sus manos, Scott bajó la vista con gesto severo —¿Qué es esto, Scott? Esta bufanda no es mía, tampoco soy tan tonta para creer que es tuya, tiene olor a mujer, ¿De quien es? Dime, ¿Hay alguien entre tú y yo? Él alzó la vista y negó de inmediato —No, basta, esa bufanda es de… es de Valentina. —¿Cómo? ¿Así que te quedaste con un recuerdo de tu ex esposa? Y dijiste que nunca la quisiste, y mírate, mentiste. —Yo nunca dije que nunca la quise, por favor, Laura, siempre he querido a Valentina, ha sido amiga de mi sobrina por mucho tiempo, estuve con ella en su peor momento, no soy un desalmado, me duele que sufra, nunca quise lastimarla, la bufanda se quedó en casa, la tengo conmigo, porque tirarla no era justo. —¿Y la piensas guardar como una reliquia del cora
—¡¿Por qué no nos casamos este fin de semana?! Por favor, Scott, no perdamos más tiempo —insistía Laura —Por favor, Laura, ya tenemos todo dicho y hecho. —Bueno, pero, es que yo estoy segura de que en el salón imperial pueden acceder a darme fecha, ayer marqué cuando te fuiste y tienen disponibilidad este sábado, además ya vi mi vestido, me lo entregarían mañana mismo. —¡Ya basta! —exclamó en un grito que la impactó—. Esto no será la gran boda, Laura, solo será por el civil, firmaremos, y punto, no habrá invitados, solo si alguien de mi familia quiere ir, y no insistas, no retrocederé —sentenció con firmeza La mujer se levantó rabiosa —Ah, ¡Claro! Pero, ¿Y con Valentina? Con ella te casaste por la iglesia, echaron la casa por la ventana, se casaron en menos de quince días, Scott, en el jardín de la mansión, ella lució un vestido de sueño, fue hermoso, ¿Por qué con ella no fuiste así de duro? —¡Ya! —exclamo con desespero—. Estoy cansándome de tus quejas, Laura, será como te he dic
Cuando el amanecer llegó y Scott abrió los ojos, no supo a ciencia cierta donde estaba, se irguió repentino, sentía como si su cabeza se partía del dolor intenso, miró alrededor, pero cuando vio a ese cuerpo a su lado, se quedó petrificado, levantó las sábanas para descubrir su desnudez, se levantó de inmediato y al sentir su movimiento, Laura se levantó y lo observó —Cariño, son solo las seis de la mañana, vuelve a la cama. —No, y ahora levántate, ¿Cómo llegaste aquí? —exclamó confuso —Solo quería verte, saber que estabas bien, eso es todo. ¿Qué pasa? —¡No debes estar aquí! ¡Nunca debiste haber venido! —exclamó en un grito que la asustó, parecía tan enojado —¿Por qué me hablas así? —dijo con reproche y frustración, él se vestía, y ella también lo hizo —Porque no tenías nada que hacer aquí, los dos nos iremos ya mismo de aquí. —No, yo quiero que cuando nos casemos, esta sea nuestra casa, nuestro hogar hermoso. —¡Nunca!
Laura tomó el brazo de Scott, y pronto llegaron hasta el salón principal, ahí estaba la familia de Scott, Diana no tenía un rostro feliz, en realidad nadie lo tenía.—No parece una boda, sino un funeral —dijo Frank, Melissa evitó reír ante sus ocurrencias—Calla, nos pueden oír —dijo siseando con lentitudEl juez ya estaba ahí, comenzó a dar todos los pormenores de la boda, Scott tenía la peor cara, estaba tan agotado, y en su interior yacían unas ganas de salir huyendo, mientras Laura parecía ajena a todo eso.—Scott Brighton, ¿Acepta como esposa a Laura Bailey? —Scott tardó unos segundos en reaccionar y aquel silencio se volvió incómodoLaura tuvo que tirar de su brazo con suavidad para hacerlo reaccionar, mientras sonreía1Eh… sí, acepto —dijo con voz apagada,
Cuando Valentina volvió a abrir los ojos observó a ese hombre, Lucius estaba recostado sobre un sillón, en una posición bastante incómoda dormido, tal cual estaba vestido, y con ese gesto le hizo recordar al semblante de su propio padre, pero, ¿Qué cosas absurdas pensaba? La idea le causó hasta gracia, frotó sus ojos, y recordó de lo que hablaban antes del desmayo, ¿Por qué Lucius habló sobre la muerte de sus padres? El miedo anterior volvió a ella con gran rapidez, y sintió que algo en ese hombre estaba mal. Sin embargo, en su mente más ideas estaban enloqueciéndola, por ejemplo, que estaba embarazada, sí, esperaba un hijo de Scott Brighton, ahora ella era solo su ex esposa, y él iba a casarse con Laura Bailey, la misma mujer que amó toda su vida, una lágrima cayó por su rostro«Si ahora mismo volviera con Scott,