Cuando llegó al pent-house que había rentado para instalarse los próximos meses — o el tiempo que le tomara reconquistar a su ex esposa, que esperaba fuese poco porque de verdad había estado conteniéndose de besarla y no estaba seguro de poder volver a hacerlo en su próximo encuentro con ella — sacó del sobre toda la información que le había entregado el detective acerca de su vida los últimos cinco años y leyó cada renglón meticulosamente.
La química que existía entre ellos era igual o más intensa que hace años; lo supo por la forma en la que su contacto, apenas inocente, la hizo erizarse de pies a cabeza. Y aunque entendía perfectamente que estuviese herida y lo odiara con todas sus fuerzas, necesitaba saber cuáles alternativas tenía para reconquistar su corazón, y sobre todo, debía asegurarse de que el tal Valerio no significara nada en su vida, o al menos no de una forma romántica.
Mientras leía, una a una, cada página, Cassio se enteró de que Kathia había tomado un vuelo el mismo día en el que cometieron el terrible error de firmar los papeles del divorcio. Se instaló en un pequeño cuarto de 3x3 y duró allí tres meses viviendo mientras buscaba un trabajo y sobrevivía de sus ahorros.
Desde entonces, no la tuvo fácil.
Se mesó el cabello y negó sintiendo que su pecho se encogía de a poco. ¿Cómo pudo ser tan miserable y dejarla a su abandono?
Kathia trabajó doce horas en un bar en el que duró apenas un par de meses, y según el informe, fue despedida porque golpeó la nariz de un cliente a tal punto de desviarle el tabique.
Sonrió levemente con orgullo y continuó con la página siguiente.
Después del primer año y de haber probado con restaurantes, cafeterías, incluso las recepciones de varios hoteles, logró dejar el cuarto en el que vivía para mudarse a un pequeño estudio cerca de la universidad a la que ingresó para retomar su carrera de periodismo; misma que terminó año y medio más tarde, graduándose con honores.
Durante todo ese tiempo, había hecho pocos amigos, y al parecer, eran muy especiales y formaban parte de su día a día.
Le tranquilizó saber que no había un hombre en su vida, no sentimentalmente, aunque no le gustó leer que Valerio la rondaba constantemente y ella le tenía mucho aprecio, tanto que a veces almorzaba o cenaba con él. Incluso, en algunas fotografías, se les veía bastante juntos… físicamente. Eso lo hizo sentir inquieto.
Se recargó contra el respaldo del sofá y soltó todo el aire contenido. No consideraba que el tipo representara una amenaza, no directamente, pero si estaba seguro de que quería ganar corazón, así que debía hacer algo pronto no solo para impedirlo, sino para recuperarla también.
No lo tendría fácil, pero tampoco pretendía rendirse... no cuando se trataba de ella.
¿Por qué ahora? ¿Por qué después de tanto tiempo? ¿Es que no tenía suficiente con el daño que ya le había hecho?
Esas eran las preguntas que atormentaban a Kathia desde que Cassio apareció en su puerta así sin más, y que había hecho que su corazón latiera con brío en comparación a los últimos años. Volver a verlo había despertado en ella sentimientos que creía enterrados, y de los que ahora no tenía absoluto control.
Presionó el claxon de su coche con rabia y suspiró, hastiada.
Ella ya había vivido su duelo y lo había superado. Y aunque esperó los primeros meses; quizás el año entero, que él recapacitara y la buscaba porque al menos creía que podía darle el beneficio de la duda, al final comprendió y agradeció que lo mejor fue no hacerlo… y eso se convirtió, además del tesoro que se formó en su vientre fruto del amor, en un motor fundamental para salir adelante y construir una vida digna para ella y su hija.
Cassio no tenía ningún derecho a aparecer de la forma en la que lo hizo, mucho menos a atormentarla con su seductora presencia. No señor. Lo bueno es que lo conocía y era tan soberbio que después de lo de anoche estaba segura de que no lo vería más, así que ella solo tenía que volver a refundir su sombra en el pasado y hacer como si no hubiese ocurrido absolutamente nada.
No solo por ella, sino por su hija. Él no las merecía a ninguna de las dos.
De solo recordar cómo los vellos de la nuca se le erizaron con su presencia se ponía fatal. Lo odiaba, pero detestaba que ese sentimiento no fuese tan grande como deseara.
— Kat, ven a mi oficina, tengo algo importante para ti — le dijo Gina ni bien cruzó las puertas del ascensor de la revista para la que trabajaba.
— En seguida — dejó sus cosas en el escritorio y solo tomó sus fundamentales del día: La Tablet y un termo de café que la mantenía despierta y activa por horas.
— Siéntate, por favor — le pidió la mujer en cuanto la vio —. Estoy lidiando con la portada de la semana, así que no tengo mucho tiempo y por lo mismo seré breve — Kathia asintió, expectante — En la junta de hoy se habló acerca de escribir la biografía de un importante empresario del sector hotelero. De hecho, el equipo del hombre se comunicó con el departamento esta mañana y quieren que seas tú la que esté al frente. ¿Qué dices? Supongo que era esto lo que habías estado esperando.
Los ojos de Kathia se abrieron de par en par. Había estado esperando meses por una oportunidad como esa. ¡Por supuesto que iba a tomarla!
— Gina, sabes que sí, no te decepcionaré — le dijo y la mujer asintió.
— Lo sé, Kat, eres tenaz y muy preparada siendo tan joven, además, no solo yo he visto ese potencial en ti — sonrió —. Es muy probable que el equipo de este hombre tenga buenas referencias tuyas, y por esa misma razón pidieron especialmente que fueses tú, así que debes dejar la revista muy alto con esta consigna.
Kat arrugó la frente. Ella había hecho buenos reportes durante el último año; sin embargo, su nombre todavía no era tan conocido como había soñado, así que no entendía del todo por qué debía ser ella y no alguien más.
— Disculpa, Gina, pero, ¿puedo saber el nombre del hombre al que voy a escribirle un libro biográfico?
Su jefa sonrió y se puso de pie cuando se escucharon varios toquecitos sobre la puerta de vidrio templado.
— Tendrás el gusto de conocerlo personalmente ahora mismo — dijo — Kat, te presento al señor Garibaldi.
La sola mención del apellido hizo que una corriente de aire frío atravesara todas las terminaciones nerviosas de Kathia, y aunque podría tratarse de una simple y tonta coincidencia, ella sabía que no lo era.
Se giró, y hasta ese instante, había olvidado lo alto e imponente que él podía ser en comparación a su metro setenta.
— Señor Garibaldi, le presento a la señorita Scuderi.
Cassio sonrió y la respiración de Kathia se cortó al instante.
— Hola, otra vez, Kat — dijo Cassio, todavía con una sonrisa. Embelesado por la mujer en la que ahora se había convertido.Kathia siempre fue atractiva siendo una joven universitaria, eso ni discutir, pero ahora, sabiéndola profesional de una carrera que sabía amaba, no podía simplemente describir como lucía, porque faltarían palabras.Kathia se quedó pasmada durante un pequeño lapso de tiempo y pasó un trago, desconcertada.— No comprendo, ¿ustedes ya se conocían? — preguntó Gina, quien no pudo pasar desapercibida la forma en la que ese par se miraban las caras.— Sí, en realidad, Kathia y yo…— Nos cruzamos en el ascensor — lo interrumpió ella, aclarándose la garganta con una sonrisa fingida —. El señor Garibaldi y yo nos cruzamos en el ascensor.Cassio entornó los ojos y esbozó una mueca.— Tiene razón, la señorita Scuderi y yo ya nos conocimos gracias un pequeño tropiezo en el ascensor.— Oh, entiendo, bueno, los dejaré solos un par de minutos porque debo atender un asunto de la p
Cuando Cassio le dijo que podía pasar por ella o enviar un auto al final de la tarde para llevarla a la cafetería donde acordaron, Kathia lo miró como si no pudiera creer todavía que fuese tan cínico, así que le aclaró fríamente que esto no se trataba de una cita romántica y que podía llegar por sus propios medios.Con un leve asentimiento de cabeza, él aceptó y se marchó, no sin antes decirle cuanto le alegraba volver a verla. Contrario a eso, ella le dijo que no opinaba lo mismo, y que cuanto antes pudiera salir de su vida, mucho mejor.El resto del día se obligó a concentrarse. Cassio ya no tenía poder sobre sus sentimientos y se lo dejaría bien claro esa misma tarde, porque lo que alguna vez sintió en su corazón por él, estaba superado, muerto y sepultado, y así se debía mantener en el tiempo. Ja, ¿cómo de que no?Habían acordado a las cinco, pero ese día en especial ella tenía un artículo importante por terminar y también había prometido a Cassie pasar por ella al colegio; esto ú
— Mami, ¿estará papi en mi cumpleaños?Kathia volvió a sentir ese enorme agujero en el pecho, pero, en esa ocasión, con un poco más de intensidad, sobre todo porque el padre de su hija no solo estaba cerca de ella, sino que no tenía ni la menor idea de su existencia.— Estará mamá, cariño, y la tía Sarah, y el tío Valerio, y la tía Siena. Te celebraremos con tu pastel favorito de cumpleaños. ¿No te gusta la idea?Cassie subió los hombros para después dejarlos caer con una larga exhalación.— Sí, pero… él debería venir, ¿no lo crees? Mis compañeros del colegio dicen que si él no está conmigo es porque no me quiere. ¿Eso es verdad, mami? ¿Mi papi no me quiere?— Oh, mi dulce estrella, por supuesto que papá te quiere, y mucho.— Entonces… ¿por qué no está aquí? — ya ella era una niña grande y necesitaba respuestas. Kathia lo sabía, pero no se sentía completamente lista para la verdad... no una así de importante.— Ya lo sabes, está…— Peleando con los monstruos del mar — completó la pequ
Kathia esperó llegar a la revista y continuar con su vida como si nada hubiese ocurrido, pero que grave error, porque el destino no solo era desgraciado y caprichoso, sino que la odiaba.— Felicidades, Kat, acabas de subir un escalón a las grandes ligas — le dijo Vanessa, una de sus compañeras en el área.Primero, ella no comprendió de qué se trataba. Todo el asunto de la biografía se había mantenido bajo perfil hasta que fuese un hecho, y después de la seria conversación que ella y Cassio tuvieron, se suponía que todo debía dar marcha atrás, pero no fue así, y lo supo directo del portal de la revista. ¡En primera plana!Con una bomba así de mediática no había nada que pudiese hacer el respecto, sobre todo, porque en menos de dos horas, era tendencia en redes sociales y todo el mundo estaba aclamando tener ya ese libro en sus estanterías.— Maldito seas, Cassio — gruñó entre dientes y se incorporó fuera de su escritorio para dirigirse a la oficina de su jefa directa — Gina, ¿podemos h
El siguiente par de horas no fueron fáciles para ninguno de los dos, y mientras Cassio intentaba dar un paso, Kathia retrocedía dos.Él sabía que debía ser paciente, que el camino de la reconquista le tomaría tiempo, y no importaba cuanto, solo quería conseguirlo.Por ella.Por Kathia… su Kathia.Solo quería que supiera que no iba a lastimarla, no otra vez, y que iba a redimirse toda la vida de ser necesario.Suspiró con una sonrisa cuando la vio genuinamente concentrada en lo que hacía. Kat siempre había sido muy apasionada, en lo laboral y lo personal, sobre todo en la cama. Deseaba tanto volver a tenerla desnuda bajo su torso que no se percató de que ella llevaba varios segundos intentando preguntarle algo.— Si vamos a hacer esto, necesito que te concentres, Cassio— murmuró ella, observando el reloj en su muñeca. Quería llegar a tiempo para llevar a su hija a la cama.Cassio se humedeció los labios.— ¿De verdad te espera alguien en casa? — esa era una pregunta seria, y aunque le
El beso que Cassio le había robado ese día, solo había servido para transformar su presente en un torbellino que advertía con destrozar todo a su paso… y todo aquello que había levantado con esfuerzo, dejando el corazón y los sentimientos de lado.Soltó todo el aire contenido y se despojó de la ropa húmeda. Trabajar con él no iba a ser nada sencillo, pero debía resistir, por ella y por el futuro alentador que le había prometido a su hija.— Tú puedes, Kat — se dijo a sí misma en voz baja y apagó las luces de su habitación.Lamentaba no haber llegado a temprano para dormir a su hija. El tiempo compartido juntas era cada vez mucho menos. El trabajo demandaba mucho y solo esperaba que valiese absolutamente la pena, porque de una forma u otra, todo lo hacía por ella, por nadie más.La mañana siguiente despertó como de costumbre, temprano. Preparó café y los pancakes favorito de Cassie que había aprendido a hacer por internet. No era buena en la cocina, pero todos esos años se las había ar
— ¿Duele? — le preguntó Cassio mientras acariciaba con un apósito húmedo en alcohol la herida en la esquina de la ceja.— Sí — murmuró con un débil quejido y pasó saliva —, pero por favor termina cuanto antes.Llevaban demasiados minutos cerca del otro y Kat no sabía por cuanto tiempo iba a resistir. Su cuerpo ya había comenzado a reaccionar y no le gustaba para nada lo que estaba sintiendo en ese momento.Cassio sonrió y ocultó un mechoncito rebelde detrás de la oreja femenina.— Sigues siento tan hermosa como cuando te conocí, Kat — le confesó, y le pareció divertido la forma en la que sus mejillas se sonrojaban.— Y tú sigues siendo tan…— ¿Tan qué? — Cassio dejó lo que estaba haciendo para dedicarse únicamente a admirarla — Dímelo, ¿tan qué?Su voz seductora y varonil siempre la ponía fatal, y no sabía si lo odiaba a él o a sí misma por eso.— Tan nada, y si ya terminaste, apártate y salgamos de aquí — dijo con tono seco —. Tienes una entrevista que dar y yo unas cuantas páginas q
Un gélido frío atravesó la espina dorsal de Kathia en ese preciso instante.Ella siempre fue consciente de que un momento como ese llegaría tarde o temprano… solo no esperaba que ocurriese tan pronto.— ¡Mami! ¡Mami! — los sollozos de Cassie la trajeron de vuelta y parpadeó un par de veces antes de acuclillarse frente a ella — No vinieron… ¿por qué, mami? ¿No les agrado? ¿O es por qué no tengo un papi como ellos? Dímelo, dímelo.El corazón de Kat no pudo volverse más pequeño.— Mi amor, no digas eso — intentó calmarla. ¿Pero a ella quien la tranquilizaba? La mirada de Cassio estaba a punto de traspasar todas las capas de su piel. Oteó el reloj en su muñeca que ahora temblaba — Es temprano, seguro ya vienen muy pronto.— ¡No es cierto! ¡No es cierto! — chilló en medio de las lágrimas y salió corriendo al interior de la casa, empujando globos y decoraciones a su paso.— ¡Cassie! — Kathia se incorporó creyendo que el alma iba a abandonar su cuerpo e intentó ir tras ella, pero la mano fir