— ¿Duele? — le preguntó Cassio mientras acariciaba con un apósito húmedo en alcohol la herida en la esquina de la ceja.— Sí — murmuró con un débil quejido y pasó saliva —, pero por favor termina cuanto antes.Llevaban demasiados minutos cerca del otro y Kat no sabía por cuanto tiempo iba a resistir. Su cuerpo ya había comenzado a reaccionar y no le gustaba para nada lo que estaba sintiendo en ese momento.Cassio sonrió y ocultó un mechoncito rebelde detrás de la oreja femenina.— Sigues siento tan hermosa como cuando te conocí, Kat — le confesó, y le pareció divertido la forma en la que sus mejillas se sonrojaban.— Y tú sigues siendo tan…— ¿Tan qué? — Cassio dejó lo que estaba haciendo para dedicarse únicamente a admirarla — Dímelo, ¿tan qué?Su voz seductora y varonil siempre la ponía fatal, y no sabía si lo odiaba a él o a sí misma por eso.— Tan nada, y si ya terminaste, apártate y salgamos de aquí — dijo con tono seco —. Tienes una entrevista que dar y yo unas cuantas páginas q
Un gélido frío atravesó la espina dorsal de Kathia en ese preciso instante.Ella siempre fue consciente de que un momento como ese llegaría tarde o temprano… solo no esperaba que ocurriese tan pronto.— ¡Mami! ¡Mami! — los sollozos de Cassie la trajeron de vuelta y parpadeó un par de veces antes de acuclillarse frente a ella — No vinieron… ¿por qué, mami? ¿No les agrado? ¿O es por qué no tengo un papi como ellos? Dímelo, dímelo.El corazón de Kat no pudo volverse más pequeño.— Mi amor, no digas eso — intentó calmarla. ¿Pero a ella quien la tranquilizaba? La mirada de Cassio estaba a punto de traspasar todas las capas de su piel. Oteó el reloj en su muñeca que ahora temblaba — Es temprano, seguro ya vienen muy pronto.— ¡No es cierto! ¡No es cierto! — chilló en medio de las lágrimas y salió corriendo al interior de la casa, empujando globos y decoraciones a su paso.— ¡Cassie! — Kathia se incorporó creyendo que el alma iba a abandonar su cuerpo e intentó ir tras ella, pero la mano fir
Para el final de la tarde, el corazón de Kathia ya no sabía cómo bombear de la forma correcta. Lo que había hecho Cassio por su hija ese día era algo completamente sin igual, y ella estaba tan feliz que no pudo evitar que un par de lágrimas la asaltaran de felicidad.Despidió a cada uno de los niños y agradeció a los padres también. Cassie había jugado tanto que se había quedado dormida en el sofá. Valerio tuvo que irse pronto y Sarah y Siena ayudaban con el desastre que había quedado en el jardín.— De verdad te agradezco todo lo que hiciste por mi hija, Cassio… — musitó al girarse. Sabía que él llevaba un rato allí, bajo el marco de la cocina, observándola — fue algo muy…— ¿Paternal?El pulso de Kathia trepidó y el de Cassio no se había detenido ni un solo instante desde que vio por primera vez a esa niña.— Cassio…— Sé que te dije que no haría preguntas al respecto, pero…— Entonces no las haga, por favor… no ahora — le pidió con el corazón apabullado. Necesitaba tener sus ideas
— ¿Qué haces en mi casa? — le preguntó de forma directa. Ella menos que Cassio tenía derecho a estar allí… no después de la cosa tan horrible que le había pedido que hiciera cuando intentó contarle a Cassio sobre su embarazo de en ese entonces cinco meses.— Tu casa — dijo Francesca con tono despectivo y una sonrisa arrogante, mientras oteaba la pintoresca fallada— Bien dicen que las cosas se parecen a sus dueños.Kathia apretó los puños. Debía controlarse.Su relación con esa mujer no solo no bueno en lo absoluto, sino que desde el principio había estado interfiriendo indiscretamente en su matrimonio y constantemente sembrabas dudas en la cabeza de Cassio que terminaron por surtir efecto… no tenía pruebas, pero tampoco dudas. Francesca había tenido mucho que ver en su divorcio y por su culpa su hija había crecido sin un padre.— Te pregunté qué diablos haces en mi casa, Francesca Ricci.Sí, Ricci, porque ella jamás se apellidó Garibaldi — aunque lo hubiese deseado con todas sus fuerz
Cassio miró a Kathia con los ojos entornados por varios segundos y después le dijo: — Estás jugando con tus dedos. Ella pasó un trago. — ¿Y eso qué? — preguntó. — Que eso solo lo haces cuando estás mintiendo — se acercó un paso y ella retrocedió otro — Kat, estás mintiendo, lo sé. — ¿Lo sabes? — lo miró irónica — Han pasado cinco jodidos años, Cassio, deja de hacer presunciones sobre mi vida y la persona que soy ahora. No me conoces de nada, ya no. Cassio sonrió de medio lado. — Digamos que estoy equivocado y ya no te conozco como dices. ¿De quién es hija Cassie entonces? — Mía — no dudó en responder —. ¿Pues de quien más si no? — Kat, por favor, no me juegues al dedo en la boca. Sabes perfectamente lo que estoy preguntando. ¿Quién es el padre de esa niña? — Cassio, basta, esto… — Esa niña tiene los años que tú y yo llevamos de separados, y a menos que la hayas concebido tan pronto nos divorciamos, no tendría sentido. Kathia vio una oportunidad a la que aferrarse, aunque no
En el camino, padre e hija no pararon de parlotear, y cuando llegaron a casa, no fue menos distinto. Cassie estaba ya fuera de peligro y parecía animada con la idea de Cassio allí, tanto, que no dudó en invitarlo a su habitación a pesar de lo recelosa que era con sus cosas.— Me agradas — le dijo la pequeña Cassie a su padre, y no sabía por qué, pero le inspiraba mucha confianza.Cassio sonrió y la miró asombrado.— Tú también me agradas.— Genial, ahora podemos ser amigos y tendrás que venir a los viernes de pizza, ¿verdad, mami?Kat, que llevaba un rato observándolos nostálgica bajo el marco de la puerta, se limpió un par de lágrimas que no pudo evitar derramar y asintió. El cuadro era tan perfecto que no le daba la voz.Y es que ver a Cassio siendo padre por primera vez de una niña que apenas conocía, cautivó su corazón y le provocó una descarga de sus recuerdos más anhelados.Siempre había estado esperando por ese momento, y odiaba que él se hubiese tenido que tardar cinco jodidos
El roce de sus labios partió de la premura; de cinco años congelados, y por fin, sus cuerpos despertaban de ese letargo invernal.Ella enredó los dedos en su cabello y gimió de espacio, como si después de haber estado en tensión, ahora sus músculos se relajaban. Cassio le recorrió el cuerpo con las manos; acariciando con delicadeza sus curvas y apretándolas.Kathia no había sido besada por nadie después de él… mucho menos tocada de la forma en la que solo él sabía cómo le gustaba.M4ldito bastardo. Pensó.No tenía derecho a regresar y echar por la borda todo aquello por lo que había estado emocionalmente trabajando durante todos esos años, por eso, cuando supo que estaban llegando demasiado lejos y que sus cuerpos — incluso con ropa — parecían a punto de convertirse en uno mismo, Kat decidió que debía ponerle fin antes de que ocurriera algo de lo que se arrepentiría la mañana siguiente.— Cassio… — musitó quedamente, pero él no se detenía, por el contrario, le había separado ligeramen
Esa misma noche, cuando llegó a su pent-house, contactó al equipo de investigación que había dado con el paradero de Kathia, y tan pronto explicó la situación, prometieron esperar darle noticias al respecto muy pronto.La idea de que Francesca haya tenido que ver con aquel horrible malentendido del pasado, esperaba en el fondo que fuese eso… una idea y nada más, porque ella era su hermana, compartieran la misma sangre o no, la quería como una.La mañana siguiente, apenas despertó, recibió un mensaje de Kathia. No podría verse ese día para seguir con el asunto de la biografía porque la niñera de Cassie había pedido un permiso especial para ausentarse ese día y ella no confiaba en nadie más para cuidarla, salvo ella misma.Cassio sonrió, y contrario a responderle con un simple “ok, no pasa nada”, se plantó en su puerta temprano esa misma mañana, con el desayuno que había comprado de camino y un regalo que sabía le gustaría a su hija.Cuando Kat abrió la puerta y lo descubrió allí, su co