En el camino, padre e hija no pararon de parlotear, y cuando llegaron a casa, no fue menos distinto. Cassie estaba ya fuera de peligro y parecía animada con la idea de Cassio allí, tanto, que no dudó en invitarlo a su habitación a pesar de lo recelosa que era con sus cosas.— Me agradas — le dijo la pequeña Cassie a su padre, y no sabía por qué, pero le inspiraba mucha confianza.Cassio sonrió y la miró asombrado.— Tú también me agradas.— Genial, ahora podemos ser amigos y tendrás que venir a los viernes de pizza, ¿verdad, mami?Kat, que llevaba un rato observándolos nostálgica bajo el marco de la puerta, se limpió un par de lágrimas que no pudo evitar derramar y asintió. El cuadro era tan perfecto que no le daba la voz.Y es que ver a Cassio siendo padre por primera vez de una niña que apenas conocía, cautivó su corazón y le provocó una descarga de sus recuerdos más anhelados.Siempre había estado esperando por ese momento, y odiaba que él se hubiese tenido que tardar cinco jodidos
El roce de sus labios partió de la premura; de cinco años congelados, y por fin, sus cuerpos despertaban de ese letargo invernal.Ella enredó los dedos en su cabello y gimió de espacio, como si después de haber estado en tensión, ahora sus músculos se relajaban. Cassio le recorrió el cuerpo con las manos; acariciando con delicadeza sus curvas y apretándolas.Kathia no había sido besada por nadie después de él… mucho menos tocada de la forma en la que solo él sabía cómo le gustaba.M4ldito bastardo. Pensó.No tenía derecho a regresar y echar por la borda todo aquello por lo que había estado emocionalmente trabajando durante todos esos años, por eso, cuando supo que estaban llegando demasiado lejos y que sus cuerpos — incluso con ropa — parecían a punto de convertirse en uno mismo, Kat decidió que debía ponerle fin antes de que ocurriera algo de lo que se arrepentiría la mañana siguiente.— Cassio… — musitó quedamente, pero él no se detenía, por el contrario, le había separado ligeramen
Esa misma noche, cuando llegó a su pent-house, contactó al equipo de investigación que había dado con el paradero de Kathia, y tan pronto explicó la situación, prometieron esperar darle noticias al respecto muy pronto.La idea de que Francesca haya tenido que ver con aquel horrible malentendido del pasado, esperaba en el fondo que fuese eso… una idea y nada más, porque ella era su hermana, compartieran la misma sangre o no, la quería como una.La mañana siguiente, apenas despertó, recibió un mensaje de Kathia. No podría verse ese día para seguir con el asunto de la biografía porque la niñera de Cassie había pedido un permiso especial para ausentarse ese día y ella no confiaba en nadie más para cuidarla, salvo ella misma.Cassio sonrió, y contrario a responderle con un simple “ok, no pasa nada”, se plantó en su puerta temprano esa misma mañana, con el desayuno que había comprado de camino y un regalo que sabía le gustaría a su hija.Cuando Kat abrió la puerta y lo descubrió allí, su co
Las manos de Cassio eran dos puños muy apretados en ese momento y el corazón una bomba de tiempo a punto de estallar.La modelo que colgaba de su brazo le había dicho algo que le importó tres pepinos y retiró su mano con delicadeza. Kat se le había perdido de vista y necesitaba buscarla.— ¿Qué haces? — lo interceptó su agente; Eric, que había llegado temprano esa mañana desde roma.— Debo resolver algo importante — dijo entre dientes y se hizo a un lado, pero el hombre colocó una mano en su brazo, impidiéndolo.— Cassio, la prensa quiere verte con Erika esta noche, lo mejor será que…— La prensa y Erika me importan menos que nada — le dijo y Eric se pellizcó el puente de la nariz antes de mirarlo.— Dime qué es eso tan importante que tienes que resolver y tal vez yo pueda hacerlo por ti.— Nadie podrá resolver esto mejor que yo — zanjó y apresuró su paso al interior del salón.Cuando sus ojos localizaron a Kathia, saludando amable a quienes parecían ser sus colegas, y todavía sujeta
Roma era justo y tal como la recordaba. Pensó Kathia con nostalgia, observando a través de su lado de la ventana del auto que compartía con Cassio.— ¿Te trae recuerdos? — le preguntó él de pronto, sorprendiéndola después de varios minutos de silencio — ¿Reconoces ese lugar?Ella lo miró solo para redirigir la vista a donde él señalaba con su dedo.— Es la Plaza Navona — respondió sin importancia, pero por supuesto que recordaba.— Y el lugar donde nos dimos nuestro primer beso.— ¿Ah, sí? Pues no me acordaba.Cassio soltó una risa suave y meneó la cabeza.— Claro, y por eso te has sonrojado — respondió él a cambio, divertido, y Kathia agradeció que pronto hubiesen llegado a su destino.Bajó del auto luego de que el chofer abriese la puerta y caminó hasta la entrada de esa enorme empresa que conocía muy bien. Cassio había heredado en vida, de su padre, el mando y manejo de una de las constructoras más importantes de Italia, siempre y cuando cumpliese con alguna de sus condiciones, com
— No, no… Cassio, no, lo que escuchaste… — Francesca intentó acercarse al hombre que la quiso por tantos años como a una hermana, pero el rechazo fue tan inminente que la mujer sintió como si la hubiese atravesado con una daga.Rabia y dolor.Esa fue la expresión de Cassio. Sus ojos empañados de sentimientos encontrados.— ¿Cómo…? ¿Cómo pudiste? — le preguntó con un dejo de voz. Ella intentó ir a por él, pero apenas consiguió tocarlo, él la tomó de las muñecas y la apartó bruscamente. Francesca trastabilló sobre sus tacones — ¡¿Cómo diablos pudiste?!Al fin estalló.— No es lo que crees — le dijo con lágrimas. Desesperada —. Por favor, déjame explicarte. Esta mujer…— ¡Esta mujer es la que he amado por tantos años y lo sabías, m4ldita sea, lo sabías! — gritó con cólera y el corazón de Kathia se saltó un latido — ¡¿Cómo fue que tuviste la hazaña de hacerme algo así?! ¡De hacernos algo así!— Cassio, cariño…— ¡No me digas cariño! — la señaló — ¿Qué tan jodida de la cabeza tienes que es
Kathia no quería sentir.No quería sentir rabia.No quería sentir decepción.Sobre todo, no quería sentir solo, pero todas y cada una de esas sensaciones se arremolinaban en su interior con euforia.— ¡Kathia! — apenas empujó la enorme puerta de cristal y salió a la calle, la voz de Cassio resonó a su espalda, pero ella no se detuvo, al contrario, apresuró su paso lejos de allí. Era lo único que quería. ¡Estar lejos!Pero no fue lo suficientemente rápida porque en seguida la mano de Cassio la tomó delicado del codo para instarla a mirarlo. No lo hizo. Solo fingió buscar algo en su bolso porque no quería que él viese sus ojos vidriosos.— Voy a pedir un taxi si necesitas el auto — le dijo, intentado de cualquier forma controlar el tono de su voz.Cassio suspiró y la miró acongojado.— Kat… — insistió con sutileza, esperando a que ella lo mirase.— No encuentro mi móvil. ¿Dónde lo habré dejado? — se preguntó a sí misma, ignorándolo, mientras sus manos temblaban sin compasión.— Kat, por
Cassio todavía tenía asuntos que resolver en roma, y Francesca era el primero de ellos. Cuando regresó a la mansión; después de asegurarse de que Kathia tomara un vuelo en su jet privado a la costa, sabía que encontraría a su hermana allí.— Cassio, cariño, te estaba esperando, yo… — pero él se apresuró hasta el despacho, dejó la puerta abierta para que ella lo siguiera y después la enfrentó al girarse.— ¿Por qué? — era lo primero que necesitaba saber — ¿Por qué diablos me hiciste esto, durante años, Francesca? ¡Creí que éramos hermanos! ¡Creí que me querías!— ¡Y te quiero! — le gritó, clavando las manos contra el escritorio pulido que los separaba — Yo… yo te quiero, Cassio, pero no de la forma en la que tú has creído todo este tiempo — terminó por decir en voz baja.Cassio la miró con los ojos entornados y un sudor frío atravesó su nuca.— ¿De qué carajos estás hablando?Francesca se limpió las lágrimas y tomó una exhalación. Después lo miró con profundidad con aquellos ojos rayad