18. Me deseas, te deseo

El roce de sus labios partió de la premura; de cinco años congelados, y por fin, sus cuerpos despertaban de ese letargo invernal.

Ella enredó los dedos en su cabello y gimió de espacio, como si después de haber estado en tensión, ahora sus músculos se relajaban. Cassio le recorrió el cuerpo con las manos; acariciando con delicadeza sus curvas y apretándolas.

Kathia no había sido besada por nadie después de él… mucho menos tocada de la forma en la que solo él sabía cómo le gustaba.

M4ldito bastardo. Pensó.

No tenía derecho a regresar y echar por la borda todo aquello por lo que había estado emocionalmente trabajando durante todos esos años, por eso, cuando supo que estaban llegando demasiado lejos y que sus cuerpos — incluso con ropa — parecían a punto de convertirse en uno mismo, Kat decidió que debía ponerle fin antes de que ocurriera algo de lo que se arrepentiría la mañana siguiente.

— Cassio… — musitó quedamente, pero él no se detenía, por el contrario, le había separado ligeramen
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