—No, Lexy, no tengo hijos y no, no estoy casado —contestó él y se acomodó en la cama para continuar—. Cuando vivía aquí tenía una novia que se llamaba Laura, salí con ella por tres largos años y, cuando entendió que debía mudarme por trabajo, quiso retenerme a su manera —confesó y Lexy se acercó un poquito más—. Me dijo que estaba embarazada y le creí, me ilusioné y soñé despierto por nueve meses. —Se frotó las manos y miró a Bouvier con ternura—. Un poco antes de que el bebé naciera, recibí un correo electrónico de un desconocido, decía que ese bebé no era mío... Disimulé con Laura y su familia por un par de semanas, hasta que el bebé nació y solicité un par de muestras de ADN para paternidad.—Ay, no —jadeó Lexy cuando la tristeza se dibujó en los ojos del hombre.—Ay, sí —respondió él, riéndose y negando con la cabeza—. No era mi hijo, nuestros ADN no coincidían en nada. Ella me denunció y terminamos en tribunales con una historia que hizo ruido por meses —explicó a grandes rasgos
Se durmieron envueltos con sus propios cuerpos, sin necesidad de palabras ni de sexo, ni excusas absurdas para tenerse cerca. Eran todo lo necesitaban y principiaban a comprender que eran más fuertes juntos que separados.La alarma que Lexy había programado en la madrugada obligó a la pareja a tener un despertar agitado. Se sintieron confundidos e inclusive asustados, pero se tranquilizaron al entender que aún estaban a tiempo de llegar a la reunión y al primer día de trabajo en la ciudad empresarial.Lexy se quejó un par de veces, deseosa de continuar en la cama hasta el mediodía, pero Joseph le recordó sus obligaciones y mientras ello ocurría, el hombre se encargó de pedir el desayuno para animar a la adormilada jovencita.No pasaron ni quince minutos para que un depe
Se avergonzó cuando se sacudió en su posición, delatándose excitada, y se sonrojó cuando el hombre se rio, con la piel de su antebrazo atrapada entre sus labios y tras eso, un mordisco llegó para llevarla al éxtasis en tan divertida e inusual mañana.—Me había olvidado de que te gustaban los mordiscos —siseó Joseph y se montó diestramente sobre ella—. Y a mí, con lo mucho que me gusta morder —jugó divertido y Lexy se echó a reír con soltura bajo su cuerpo.La mantuvo prisionera bajo su cuerpo con poco esfuerzo y se sentó con cuidado sobre sus muslos para desatarle el cinto de la bata que se enrollaba en su cintura. La desnudó sin prisa y la obligó a quedarse quieta con una severa mirada, una mirada oscura y cargada de deseo que lleno
El agua de la ducha se escuchó de fondo, estrellándose contra la cerámica del suelo y una fuerte decepción le subió por la barriga.—¡Joseph! —gritó enrabiada y quiso levantarse para enfrentarlo.—¡Te dije que, si te mueves, te voy a castigar! —gritó Joseph desde el cuarto de baño y el cuerpo de la joven quedó tieso bajo su amenaza.Largos minutos transcurrieron y si bien Lexy empezaba a perder la cabeza y su cuerpo comenzaba a cansarse en la misma posición, los pasos del hombre se oyeron a su alrededor y de pronto, apareció ante ella, erecto y con una sonrisa que Lexy no pudo pasar por alto.Tembló nerviosa cuando el hombre se arrodilló a su lado. Traía el cuerpo humedecido po
Joseph le explicó a Lexy que debía reunirse con el Señor Bustamante antes de dar pie al desayuno y a la primera reunión del encuentro y la muchacha entendió sus palabras sin mucho esfuerzo, también fue comprensiva y muy simpática.Joseph no pudo evitar compararla con Laura, su antigua y muy egoísta exnovia y percibió de inmediato en que la joven que tenía frente a él con una amplia sonrisa y un brillo especial en los ojos no tenía pizca de egoísmo en su alma. Era tan pura que el hombre se quedó maravillado y embelesado por su buena disposición y tuvo que besarla infinitas veces antes de marcharse, como si así se fuera a llevar un pedacito de ella durante todo el agitado día que tenía por delante.Le explicó que se reunirían durante la reuni&oac
—Sí, despeinada, tu… —burló y Lexy se ordenó el cabello con los dedos con prisa, metiéndoselo detrás de la oreja como siempre—. Vamos, las otras nenas son aburridas, tu pareces interesante… hasta misteriosa —musitó y la miró con una aguijoneara sonrisa.—No tenía planes —contestó Lexy.—¿Ya conoces la ciudad? —preguntó Anne.—No, es mi primera vez aquí —respondió Bouvier, avergonzada de su poca vida.—¡Genial! —chilló Anne y le propinó un par de golpecitos en el muslo—. Te llevaré a recorrer el lugar, conozco una excelente zona para beber café y conozco el mejor salón de manicure de todo e
Una joven pareja de practicantes del departamento de finanzas debatió algunos minutos en voz alta y todos estuvieron atentos a sus palabras, fue entonces cuando Joseph aprovechó de responder a las dudas de Lexy mientras eso ocurrió, sus dedos continuaron hundidos en su vagina, acariciando su clítoris sin nada de cuidado.“Eres mía”.Escribió con prisa y con una letra puntiaguda que a Lexy le pareció muy linda y masculina y, sin pensárselo dos veces, guiada por los dedos de Joseph, los que seguían tocándola con descaro, ella gimió un extenso y profundo:—Sííííí...Todos voltearon a verla y la miraron con grandes ojos, sorprendidos
Los minutos pasaron con violencia y su ansiedad lo castigó.La mayoría de las jovencitas y empleadas de Open Global caminó a su lado, ignorándolo y desaparecieron por los pasillos del hotel, charlando despreocupadas después de tan agitada mañana.Carraspeó nervioso y se armó de valor. Abrió la puerta del tocador para mujeres y echó una rápida miradita a su entorno.Se sorprendió cuando un delicioso aroma a lavanda le llegó a la nariz y admiró en silencio las elegantes losetas que embellecían el lugar. Era exageradamente iluminado y brillante; tenía grandes espejos que envolvían las paredes y en el centro, una palmera decorativa se hallaba rodeada por pequeños divanes violetas que le entregaban un aire sofisticado al lugar.—¿Lexy? —siseó e ingresó caminando a paso lento e inseguro—. Sé que estás aquí, no te vi salir —insistió más tranquilo una vez se vio solo en el lugar.—¿Qué quieres? —musitó ella desde algún lugar que Joseph desconoció.—Vamos, linda, no estés avergonzada. Ven aquí