- ¡Oh, qué desgracia!Adelaida estaba en la calle, con la barriga bien hinchada, lamentando su destino. Estaba a punto de dar a luz y no tenía a quien recurrir ni dónde tener a la criatura, por falta de dinero.Y mientras caminaba, se encontró con Sonia quien, justo en ese momento, estaba dirigiéndose al orfanato.- ¡Sonia! – gritó Adelaida, agitando los brazos - ¡Ayúdame!Sonia, por suerte, la escuchó y corrió rápidamente hacia ella.- ¿Qué sucede, amiga? – le preguntó Sonia, sosteniéndola con sus brazos.- ¡Ya va a venir! – gritó Adelaida, mostrándole su panza.- ¡Oh, por Dios!Sonia corrió hacia un taxi que andaba por la calle, vacío. El conductor se detuvo y ambas mujeres subieron.- ¡Al hospital, por favor! ¡Urgente!- ¡Sí, señora! – gritó el taxista, entrando en pánico al ver a Adelaida en mal estado.Gracias a su rápida reacción, llegaron al hospital en cuestión de segundos. Cuando bajaron del vehículo, el taxista les dijo:- ¡Felicidades por el bebé!Adelaida estuvo a punto de
Richard, al enterarse de que ya era padre y se “perdió” el nacimiento de su supuesto hijo, se sintió terriblemente culpable. No solo había ignorado a Sonia por años sino, también, la dejó a su entera suerte en el momento más importante de su vida.Así es que, a modo de compensarlo, decidió tirar la casa por la ventana construyendo un nuevo chalet en algún lugar cercano a la playa de Brasil. Asimismo, consiguió un par de carros, siendo uno de ellos tamaño miniatura par que el niño pudiese conducir por todo el jardín conforme fuese creciendo. Y se compró toda una juguetería para garantizarle diversión de primer nivel a su primogénito.Una vez hecho todo esto, regresó de su reunión y fue corriendo a abrazar a Sonia. Ella no le guardó rencor, sino que siguió actuando de forma amable y gentil con él, como toda una buena esposa.- Te estaba esperando, amor – le dijo Sonia, dándole un tierno beso en la mejilla - ¿Quieres verlo?- ¡Por supuesto que sí, cariño! – dijo Richard, emocionado como
El tan esperado día llegó. Después de varios contratiempos, al fin Richard pudo asistir al tan ansiado evento del misterioso CEO que debutaría con su misteriosa empresa de reciente lanzamiento.El lugar era un anfiteatro, ya que la persona en cuestión invitó a todos los CEOs del mundo. Cada uno fue con sus familias y sumisas, expectantes por saber con qué nueva empresa iniciarían sus alianzas comerciales.Richard y Sonia se sentaron en una mesa bastante bonita, la cual tenía un letrero que decía “INVITADO DE HONOR”. Richard se sintió agasajado, pero, a la vez, intrigado por saber el porqué precisamente él era un invitado de honor.- Tu empresa creció mucho, amorcito – le dijo Sonia, mirándolo con orgullo – todos te atribuyen el mérito y están deseosos por iniciar acuerdos comerciales con nuestras acciones. El propio jefe
- ¡Lo sabía! ¡Richard aún está enamorado de ella!Sonia decidió quedarse en casa el fin de semana para cuidar del bebé, mientras que Richard fue a visitar a sus padres que vivían al otro extremo de la ciudad. Después de aquel evento, el pequeño CEO comenzó a hablar en sueños y, entre eso, mencionó el nombre de Macarena más de una vez.Pero lo que aún más le descolocaba era que la ex secretaria, que se supone que provenía de un origen humilde, resultó ser tan multimillonaria como las Kardashian. Había sido que lo tenía bien escondido y los engañó a todos como una suerte de experimento social para ver cómo la gente la trataría al saberse que tenía guita.Obvio era algo que solo Sonia imaginó, ya que no se sabía la verdadera historia.El bebé comenzó a llorar,
-Tus feromonas de CEO encuerada están cada día más potentes, señorita. Debería tener cuidado. Macarena consultó con un médico especialista en CEOs encuerados promiscuos, el cual estudiaba el estado de sus feromonas y hasta qué punto podían afectar a alguna sumisa en potencia. Y como Macarena aún era bastante joven, su efecto catalizador debía de ser controlado con suma delicadeza para evitar atraer a los empleados de su empresa. O, peor aún, hacer que empleados de la competencia renunciaran a sus puestos para ir junto a ella. -Bien. Puedo recetarle estas pastillas anticonceptivas y esta popular revista de modelos masculinos – dijo el médico, anotando la receta – y no se olvide de una buena sobredosis de porno legal y autosatisfacción para equilibrar tu lado sumiso y tu lado activo. -Está bien, doctor. Así lo haré. Una vez que Macarena terminó con su consulta, regresó a su oficina. Ahí, recibió el mensaje de Richard, el cual volvió a hacerle su petición, tal como dijo que lo
- ¡Ya llegué, estúpidas! - ¿¡¿Roberto?!? Tanto los CEOs como las sumisas quedaron impactados por la presencia de Roberto en la asociación. Ya muchos estaban acostumbrados a la idea de que estaría bien muerto y enterrado, por lo que pensaron que podría tratarse de algún fantasma… o hermano gemelo. Pero el más shockeado fue Richard quien, de inmediato, se levantó y, señalándolo con el dedo, le dijo: - ¿Qué haces aquí? ¡Aléjate, criatura del demonio! ¡Regresa del infierno donde nunca debiste salir! - ¡Oye! ¡No morí! Solo anduve de parranda – dijo Roberto, alzando una ceja – ¿De dónde sacaron ese absurdo rumor de que fallecí? - Señor, es que no fue encontrado en ese accidente y… por eso… - comenzó a decir Sonia, quien lucía completamente pálida del susto. Y es que, al saber que Roberto estaba vivo, éste podría reclamarle la custodia del bebé. Sin embargo, tenía la ligera esperanza de que él no supiera que Adelaida se embarazó de él durante ese per
Los CEOs de la asociación estaban preocupados. Sus sumisas se encontraban muy alteradas porque éstos comenzaron a prestarle más atención a Macarena que a ellas. Y como no funcionó lo de escracharla en las redes sociales (al contrario, le dieron más fama y prestigio, haciéndola lucir como una mujer capaz de crear sus propias reglas sin temor al peligro), entonces comenzaron a apuntar hacia sus parejas. Algunas aplicaron la ley del hielo. Otras, arrojaron las cosas de sus CEOs por la ventana. Y unas cuantas les confiscaban sus celulares para ver que no estuviesen conversando con otra mujer. Y una sumisa equis vio que su CEO predilecto estaba enfrascado en una conversación con una mujer de voz muy gruesa y madura. Cuando se lo reclamó, éste le dijo: - ¡Pero cariño! ¡Es mi mamá! ¿A poco crees que lo voy a hacer con ella? ¡Eso sería asqueroso! - ¡Ustedes los hombres son todos iguales! ¡Nosotras les damos amor y luego nos dejan por una tal “mamá”! - Ya, mi ci
Roberto fue al museo con su esposa. Ella quedó encantada con las obras que estaban ahí, tanto que se la pasaba señalando y comentando al respecto. - ¡Mira, amor! ¡Este cuadro tiene colores brillantes! ¿Qué significa eso? - Significa que nuestro amor está en pleno vigor y alegría, cariño. - ¡Oh! ¡El artista que plasmó nuestro amor es un genio! ¡Y eso que no nos conoce de nada! ¿Será un adivino? Roberto se llevó una mano al frente. Si bien le agradaba la mujer que eligió como su esposa, le parecía muy tonta. Así es que le era muy sencillo engañarla. Entre la gente que visitó el museo, vio a un hombre con corbata y sombrero de capo mafioso. El CEO encuerado le tocó el hombro a esposa y, señalándole una enorme escultura de extrañas proporciones y significado irrelevante, le dijo: - ¡Mira! ¿A qué es bonita esa obra? Apenas giró la cabeza para mirarla, Roberto se acercó rápidamente al hombre de corbata y sombrero, le entregó una nota y le indicó, en