Roberto estaba de mal humor. Y es que por culpa de su padre y de Adelaida, se vio forzado a contratar a Sonia en su empresa. Pero, tras verla bastante entusiasmada en su nuevo puesto de secretaria ejecutiva, no le quedó otra opción más que aceptarlo.
Y fue por eso que, apenas se retiró su padre por negocios externos, llamó inmediatamente a Adelaida a su oficina para cuestionarle su pequeño “desliz” en su orden.
- Señorita Adelaida. Le había pedido que contactara con Macarena para que trabajara con nosotros. Pero resulta que le mandó un mensaje a otra empleada de Richard. ¿Puede explicármelo, por favor?
Adelaida tuvo el ligero temor de que Roberto la echara de la empresa por no cumplir sus órdenes. Sin embargo, tras saber que fue su padre quien aceptó a Sonia de buen grado, se le ocurrió una buena idea.
- Iba a hacerlo, pero el jefe de la empresa me persuadió de contactar con alguien que de verdad se merezca el puesto, más allá de su apariencia. Y como usted bien sabe, el jefe tiene la última palabra.
- ¡Ese viejo! – bramó un rabioso Roberto.
- No se preocupe, amo – dijo Adelaida, acercándose lentamente a él mientras abría su camisa – siempre habrá alguna otra vacante que le puedo ver para Macarena – continuó, esta vez, sentándose en el regazo del CEO y apoyando los brazos sobre sus hombros – sabes que estoy aquí para satisfacer todos tus deseos.
Roberto sonrió. Adelaida siempre conseguía cambiarle de humor. Así es que la rodeó con sus brazos, la atrajo hacia sí y la besó. La mujer procedió a sacarle el nudo de la corbata y dejó que él la besara en el cuello, lanzando ligeros gemidos.
Poco a poco, se dieron caricias por debajo de sus ropas. Mientras Roberto le palpaba uno de sus pechos con una mano, Adelaida le clavó las uñas por la espalda. Un poco después, sintió que la mano del CEO bajaba lentamente, hasta la zona de la entrepierna. En esos momentos, llevaba puesta una minifalda, por lo que le fue fácil meter la mano ahí y acariciar la zona de la entrepierna, cubierta por un bikini de licra.
- ¿Sabes? Estaba pensando en que podemos ir de excursión este fin de semana – le dijo Roberto a Adelaida, sin retirar la mano de ahí.
- ¿Adónde iríamos, amo? – le susurró la joven.
- A Río de Janeiro. Recorreremos la ciudad en helicóptero y, luego, lo hacemos en mi playa privada.
- ¿Pero no coincidiría con la reunión anual de la Asociación?
- No es obligatorio ir cada mes. Además, necesito cambiar de aires, relajarme. Últimamente ando muy estresado.
- Entiendo. Entonces vayamos allá.
Y así, el CEO y la empleada siguieron besándose y acariciándose en esas zonas, mientras la temperatura aumentaba cada vez más conforme pasaban las horas.
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Richard invitó a Macarena a salir a cenar en un restaurante elegante. Sin embargo, ambos se sentían tristes porque Sonia se retiró de la empresa sin avisar. Por su lado, Richard consideraba a Sonia como una confidente, la persona a quien le podía contar sus penas sin temor a ser juzgado. En el caso de Macarena, Sonia se convirtió en su única amiga, con quien logró salir a tomar unas copas y hablar del mal de amores sin tapujos.
Richard y Macarena comieron un delicioso plato de caviar traído de las Indias, en silencio. En un momento, Richard se animó a preguntarle a su secretaria:
- ¿Sucedió algo entre tu y Sonia?
Macarena meneó con la cabeza. Se llevó dos bocados a la boca y, tras masticar lentamente, tomó un sorbo de vino y respondió:
- Sospecho que es porque quería empezar de cero… ¡No sé! No pensé que la afectara tanto.
- ¿A qué te refieres?
Macarena respiró hondo, miró a Richard directo a los ojos y le dijo:
- Sonia está enamorada de ti.
Poco a poco, las palabras de su sumisa le llegaron al cerebro y le hicieron trabajar las dos únicas neuronas que tenía. Era como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Y es que Sonia nunca le dio siquiera una señal de que ella albergaba ese sentimiento por él. O, quizás, no logró descifrarla y siempre consideró que sus excesivas atenciones y gentileza hacia él eran de una simple y sincera amistad.
- ¿No es una broma? ¿Verdad? – le preguntó Richard a Macarena.
- No lo es – respondió Macarena – Sonia en verdad se gusta de ti y siempre te apoyó en tus sueños. Intenté decírtelo, pero no entendiste mis palabras. Y ahora que se marchó, me gustaría saber lo que realmente sientes por ella. Sonia te ama de verdad, pero yo…
Macarena enmudeció. En el fondo, no sabía bien hacia qué dirección iba con Richard. Podía fingir estar perdidamente enamorada de él para salir de la pobreza, o decirle que no se sentía cómoda en el trabajo ni en la asociación, ya que no era la “sumisa” ni la “secretaria” que todos esperaban. Vio el platillo que estaba degustando en esos momentos y pensó que, si retornaba a su vida anterior, nunca más tendría esa clase de lujos. Pero un hombre gentil como Richard se merecía estar con alguien que lo amara de verdad, tal como era y no por lo que llevaba en los bolsillos.
Lastimosamente, su naturaleza ambiciosa le ganó esta vuelta y, tras percatarse de que Richard seguía sin hablar, le dijo:
- Yo te amo con locura. Y solo por eso estaba dispuesta a dar un paso al costado para que estuvieras con Sonia, pero… ahora que lo pienso, me dolería perder a mi príncipe azul, quien me rescató de mi infortunio y me hizo sentir, por un instante, como la Cenicienta.
Richard sonrió. Pensó que Macarena en verdad era una mujer muy géneros hasta el punto de renunciar a él para apoyar a Sonia. Pero, en esos momentos, se sentía a gusto con su secretaria y no pensaba abandonarla, luego de que ella accediera a ser su sumisa y cumplirle ese deseo egoísta de volverse el ídolo de la asociación.
Así es que, la tomó de las manos, la miró directo a los ojos y le dijo:
- Me gustas mucho, Macarena. Y en verdad querría compartir mi vida entera contigo. Por favor, no te vayas. No me abandones como lo hicieron las demás empleadas de mi empresa.
Esta vez, fue Macarena quien sonrió. Sus ojos comenzaron a humedecerse de la emoción, pero se controló de no llorar. Para eso, asumió con la cabeza y, dándole un ligero beso en la mejilla le respondió:
- Jamás te abandonaré.
En la “Asociación cultural de CEOs encuerados” no solo se organizó la reunión habitual, sino que, también, se hizo una fiesta de bienvenida a los nuevos integrantes del grupo.Eran tres nuevos CEOs, de sus respectivas empresas, que querían formar parte de algo más grande para demostrar que eran hombres fuertes y capaces de seducir a potenciales sumisas con tan solo una mirada.- Espero que lo pasen muy bien en la asociación.- Aquí pueden traer a sus sumisas para presentárnoslas.- También les orientaremos para activar sus feromonas especiales del CEO encuerado que harán que ninguna chica pueda resistirse a sus encantos.Richard y Macarena también asistieron. Pero, contrario a la reunión anterior, esta vez nadie se burló de Richard ni habló de forma despectiva a Macarena. Incluso la saludaron con cortesía y hasta se ofrecieron a ayudarla en lo que pudiera para sentirse más cómoda.- Creo que mis colegas te tienen miedo – le dijo Richard a Macarena, por lo bajo – nunca antes vieron a u
La imagen de Macarena desnuda, con el rostro sonrosado y la boca semiabierta no se despegaba de su mente. Richard sentía que en verdad se gustaba de ella. Y saber que Macarena podría albergar esos mismos sentimientos lo llenaba de una calidez tal que nunca creyó que sentiría en su vida.Sin embargo, también tenía sus dudas tras saber que, todo este tiempo, Sonia había estado enamorada de él. Y no solo eso, sino que, además, su archienemigo Roberto se la quitó y se apropió de varias de sus antiguas empleadas para perjudicarlo.“Ese Roberto ya ha ido demasiado lejos al sacarme a Sonia”, pensó Richard, con rabia, mientras iba conduciendo por la ciudad. “Y estoy seguro que querría ir también tras los huesitos de Macarena. ¡Eso no lo permitiré!”Durante su paseo, recordó que todavía no habían tenido sexo en el auto, por lo que se propuso a organizar alguna salida loca a las afueras de la ciudad para intentarlo. El problema era que Macarena tenía las piernas muy largas, así es que se le dif
Tanto Richard como Sonia se sorprendieron ante ese encuentro inesperado. La mujer se sintió incómoda, ya que no esperaba verlo en un sitio como ese. Siempre lo imaginó en restaurantes de lujo, donde sirviesen platillos exóticos provenientes del propio Olimpo debido a los altos precios propios de semidioses. Sus piernas parecían querer moverse para marcharse inmediatamente de ahí pero, a la vez, quería permanecer en ese lugar, buscando luchar por su amor y gritar, a los cuatro vientos, lo locamente enamorada que estaba del CEO de su ex empresa.Richard, a su vez, no sabía qué decirle. Su lado rencoroso le instaba a recriminarla por haberle abandonado y accedido a extrañas ofertas para trabajar dentro de la competencia. Su lado comprensivo lo persuadía de bajarle varios cambios para preguntarle el porqué se marchó, si hubo algo que no le agradó y que estaba dispuesto a pedir disculpas. Tantos pensamientos se le vinieron en la cabeza que estaba seguro de que le salía humo por las orejas.
Macarena vio su cuenta bancaria y se alegró al ver que los números aumentaron. Tras vivir en la casa de Richard, ahorró un montón de dinero ya que no tenía que pagar alquiler, cuentas ni comida. Y es que él se encargaba de todos esos gastos, además de comprarle joyas auténticas certificadas por los joyeros más famosos del país y ropa de marca cuyas telas parecieran ser confeccionadas por las propias modistas que trabajan para los reyes europeos.En esos momentos estaba en su habitación, probándose todos los vestidos que Richard le compró. Pensó que tenía un buen ojo para esas cosas porque todo le quedaba bien y no había necesidad de cambiarlos.- Él me dijo que le costaba hablar con las mujeres en el pasado – se dijo Macarena, mientras se probaba el 20vo vestido – pero sabe bien de estos asuntos. ¡Es tan extraño! Bueno, no importa. Seguiré esforzándome para estar siempre con Richard y conquistar su corazón…Se interrumpió al decir esto último ya que, en un principio, ella solo estaba
Adelaida estaba boca arriba, mientras que Roberto la penetraba con tanta fuerza que sentía que la partiría por la mitad. La cama donde se acostaron chirriaba por las embestidas y, al momento cumbre del coito, las patas se rompieron.Eso sorprendió a ambos ya que era la primera vez que reventaban una cama. Se levantaron y vieron que el mueble no resistió a la intensidad de su pasión. Segundos después, Adelaida se llevó ambas manos en la entrepierna porque le dolía un montón esa zona y, con los ojos llorosos, le reclamó a Roberto diciéndole:- ¿Qué te sucede, amo? ¡Estás actuando como un bruto!- ¡No me pasa nada! ¡No seas pesada! – respondió Roberto, dándole la espalda.Adelaida abrió la boca de la sorpresa ante la agresividad de Roberto. Éste, a su vez, se percató de lo que acababa de hacer, por lo que suavizó la voz y se excusó por su conducta:- Solo… estoy con mucho estrés. Por favor, perdóname. Sabes que nunca te haría daño.Un poco más tarde, ambos se pusieron batas y salieron al
El día del encuentro llegó. Sonia sintió un deja vú, ya que le pasó algo similar cuando salió con Macarena en el After Office de hace tiempo. Pero era otro bar, con otra teñida y un ambiente más relajado porque estaba orientado a toda la familia.Adelaida pidió dos botellas de cerveza con picadas, y se lo entregaron en una cubeta de hielo, junto a dos vasos de cristal y una bandeja.Mientras comían y bebían, Sonia comentó sin quererlo:- Me recuerda a Macarena.Adelaida, fingiendo demencia, preguntó:- ¿Quién es Macarena?- Es una antigua compañera de trabajo – respondió Sonia, apartando la media cerveza que consiguió beber – salimos una vez a hacer After Office y nos pasamos de copas.- Parece una chica agradable.- ¡Y lo es! Ella es bastante amigable, incluso se ofreció a ayudarme, pero…Sonia enmudeció. Aún si renunció, no quería manchar la imagen de Richard diciendo a sus nuevos colegas que el CEO de su ex empresa se revolcó con su secretaria. Además, podía recibir una tremenda de
Macarena regresó a la casa de Richard muy contenta. Al fin consiguió operarse los pechos y, tal como lo prometió el cirujano, lucía como toda una top model.Estuvo tentada en tomarse una selfie, pero se contuvo. Quería que fuera una sorpresa para Richard.Se acostó en la cama y miró hacia el techo, con los brazos extendidos a los costados. Ya había pasado casi una semana desde que se marchó y lo extrañaba un montón. Se desconoció ya que, la Macarena de antes, aprovecharía para hacer compras y disfrutar de los lujos de su novio millonario. Pero, en esos momentos, solo quería sentir el calor de sus brazos, hundirse en su pecho y dejar que le acariciase los cabellos suavemente, hasta quedarse dormida.Y mientras pensaba en Richard, recibió una llamada.Creyendo que era él, lo atendió. Pero grande fue su sorpresa cuando escuchó la voz de Sonia al otro lado de la línea.- ¡Hola, Macarena! ¿Qué tal? ¡Soy Sonia!- Hola Sonia. ¿Qué pasó de ti? ¡Desapareciste de repente!Sonia parecía estar mu
Macarena se alojó en un hostel, donde pudo darse una ducha rápida y relajarse momentáneamente. Por suerte encontró una habitación individual a bajo costo, porque para nada quería estar en un cuarto compartido, lleno de gente extraña que le robarían las pocas cosas que pudo llevarse de la casa de Richard luego de ser echada de ahí.Se acostó en su cama, cuyo colchón era tan duro que pensaba que le sería más confortable dormir en el suelo. Extrañaba la mullida cama donde dormía antes, y lamentó que Richard fuese tan desconsiderado al tratarla de esa manera cruel, sin darle oportunidad de explicarle lo sucedido.Su teléfono sonó. Macarena atendió y se encontró con un mensaje de voz del jefe de su antiguo trabajo en el restaurante. El mismo le decía:- Macarena, ¿cuándo vas a volver? ¡El lugar es un caos sin ti! Por cierto, un señor vino a buscarte, ni idea de quién se trataba, pero parecía muy interesado en hallar tu paradero.Macarena suspiró. Todavía no podía creer que el dueño del res