- Buen día, señora López.- ¿Cómo está, señora López?- Ya está lista su agenda del día, señora López.Un tiempo después de reencontrarse con su padre, Macarena tomó parte de la fortuna que éste le cedió como herencia para fundar su propia empresa. Por supuesto fue bien guiada por su progenitor quien, además, la apoyó en sus estudios de administración gerencial y gestión de proyectos para convertirse en toda una profesional de renombre.- Hoy hace un buen día. ¿No lo crees, Clarisa? – le dijo Macarena a su secretaria, mientras se dirigía a su oficina – Dime si hay alguna que otra novedad.- Sí, señora – dijo Clarisa, mientras miraba su agenda – el señor Pérez de la compañía de seguros desea una reunión privada con usted. Y el señor Gómez de la empresa de los sortilegios le envió un ramo de rosas junto a un importante sobre de un acuerdo comercial.- Recházalos a ambos – dijo Macarena – es claro que desean controlar los balances de esta compañía que con tanto esfuerzo y sacrificio me c
Tras una larga ausencia por resolver problemas personales y laborales, Richard al fin asistió a la siguiente reunión de la asociación. Solo que, esta vez, fue en compañía de Sonia.Sus colegas se quedaron asombrados, ya que estaban acostumbrados a verlo con Macarena. Pero éste les explicó lo sucedido y todos se impactaron al saber que, por una borrachera, embarazó a su segunda sumisa.- ¿Y qué piensas hacer, señor Richard? – le preguntó un colega.- Me haré responsable, por supuesto – respondió Richard – nunca seré como el imbécil de Roberto.- ¡Quién lo diría! Hace apenas unos meses eras el hazmerreír de la Asociación y, en un año, no solo conquistaste a dos sumisas sino, también, embarazaste a una de ellas. ¡Eres todo un hombre!- ¡Sí! ¡Nuestro Richard ha madurado! – dijo un tercer colega cuyo nombre me dio flojera inventar.Sonia se aferró al brazo de Richard, sintiéndose un poco apenada. Había escuchado que los miembros de la Asociación eran un poquito machistas, pero Richard aseg
Adelaida iba volviéndose cada vez más panzona conforme pasaba el tiempo. Y sumándole su embarazo, también le llegaron sus antojos de cualquier cosa. Así es que se la pasaba pidiéndole a Roberto mucha comida, helado, frituras, confiterías y más.Roberto se encontraba en la ruina. Ya no podía disfrutar de los placeres como lo hacía antes y lamentó no haberse hecho la vasectomía debido a que, como todo sujeto con problemas de masculinidad frágil, creía que esa operación era sinónimo de quedarse castrado.Un día, estaba revisando las cuentas en su oficina y vio que tenía más gastos que ganancias. Y la mayoría del dinero desperdiciado era por Adelaida que, un buen día, se le antojó un delicioso pastel de crema con fresa servido por el mismísimo chef de la reina de Inglaterra. O al menos eso parecía debido a lo que costó el servicio.- Esta mujer me va a dejar en bancarrota – lamentó Roberto, llevándose ambas manos en la cabeza – y mis padres todavía quieren que les dé nietos. ¿Es que no ve
En realidad, Roberto no murió, solo fingió su muerte para no responsabilizarse por el bebé que tuvo con Adelaida. Y los últimos acontecimientos transcurrieron en un promedio de casi nueve meses, para que vean que el tiempo pasa volando.Cuando Adelaida llegó a su octavo mes de embarazo, Roberto se reunió con su padre en la mansión situada en Nueva York y tuvieron una charla seria y profunda sobre el tema.- Sé que quieres nietos, papá. Pero estoy segurísimo que el hijo que Adelaida espera no es mío. ¿De verdad crees que deba responsabilizarme por él?- Si no es tuyo, que lo cuide ella entonces – respondió el señor – pero esa mujer no te dejará en paz, hijo. Te advertí sobre esto y no me escuchaste.- ¡Bueno! ¡Está bien! Admitiré mi culpa, pero con una condición: que les digas a todos que fallecí.- ¿Qué?- ¡Si! ¡Que me morí! ¡Que estrellé mi helicóptero y no encontraron mis restos! Pasaré una larga temporada en la isla privada de un amigo y, cuando las aguas se calmen, regresaré y ser
- ¡Oh, qué desgracia!Adelaida estaba en la calle, con la barriga bien hinchada, lamentando su destino. Estaba a punto de dar a luz y no tenía a quien recurrir ni dónde tener a la criatura, por falta de dinero.Y mientras caminaba, se encontró con Sonia quien, justo en ese momento, estaba dirigiéndose al orfanato.- ¡Sonia! – gritó Adelaida, agitando los brazos - ¡Ayúdame!Sonia, por suerte, la escuchó y corrió rápidamente hacia ella.- ¿Qué sucede, amiga? – le preguntó Sonia, sosteniéndola con sus brazos.- ¡Ya va a venir! – gritó Adelaida, mostrándole su panza.- ¡Oh, por Dios!Sonia corrió hacia un taxi que andaba por la calle, vacío. El conductor se detuvo y ambas mujeres subieron.- ¡Al hospital, por favor! ¡Urgente!- ¡Sí, señora! – gritó el taxista, entrando en pánico al ver a Adelaida en mal estado.Gracias a su rápida reacción, llegaron al hospital en cuestión de segundos. Cuando bajaron del vehículo, el taxista les dijo:- ¡Felicidades por el bebé!Adelaida estuvo a punto de
Richard, al enterarse de que ya era padre y se “perdió” el nacimiento de su supuesto hijo, se sintió terriblemente culpable. No solo había ignorado a Sonia por años sino, también, la dejó a su entera suerte en el momento más importante de su vida.Así es que, a modo de compensarlo, decidió tirar la casa por la ventana construyendo un nuevo chalet en algún lugar cercano a la playa de Brasil. Asimismo, consiguió un par de carros, siendo uno de ellos tamaño miniatura par que el niño pudiese conducir por todo el jardín conforme fuese creciendo. Y se compró toda una juguetería para garantizarle diversión de primer nivel a su primogénito.Una vez hecho todo esto, regresó de su reunión y fue corriendo a abrazar a Sonia. Ella no le guardó rencor, sino que siguió actuando de forma amable y gentil con él, como toda una buena esposa.- Te estaba esperando, amor – le dijo Sonia, dándole un tierno beso en la mejilla - ¿Quieres verlo?- ¡Por supuesto que sí, cariño! – dijo Richard, emocionado como
El tan esperado día llegó. Después de varios contratiempos, al fin Richard pudo asistir al tan ansiado evento del misterioso CEO que debutaría con su misteriosa empresa de reciente lanzamiento.El lugar era un anfiteatro, ya que la persona en cuestión invitó a todos los CEOs del mundo. Cada uno fue con sus familias y sumisas, expectantes por saber con qué nueva empresa iniciarían sus alianzas comerciales.Richard y Sonia se sentaron en una mesa bastante bonita, la cual tenía un letrero que decía “INVITADO DE HONOR”. Richard se sintió agasajado, pero, a la vez, intrigado por saber el porqué precisamente él era un invitado de honor.- Tu empresa creció mucho, amorcito – le dijo Sonia, mirándolo con orgullo – todos te atribuyen el mérito y están deseosos por iniciar acuerdos comerciales con nuestras acciones. El propio jefe
- ¡Lo sabía! ¡Richard aún está enamorado de ella!Sonia decidió quedarse en casa el fin de semana para cuidar del bebé, mientras que Richard fue a visitar a sus padres que vivían al otro extremo de la ciudad. Después de aquel evento, el pequeño CEO comenzó a hablar en sueños y, entre eso, mencionó el nombre de Macarena más de una vez.Pero lo que aún más le descolocaba era que la ex secretaria, que se supone que provenía de un origen humilde, resultó ser tan multimillonaria como las Kardashian. Había sido que lo tenía bien escondido y los engañó a todos como una suerte de experimento social para ver cómo la gente la trataría al saberse que tenía guita.Obvio era algo que solo Sonia imaginó, ya que no se sabía la verdadera historia.El bebé comenzó a llorar,