Natasha ni siquiera había planeado ir a aquella fiesta pero sin darse cuenta había terminado por ir, ni siquiera sabía porque lo había hecho pero lo había hecho. Se había prometido a ella misma que solo estaría en ese lugar para pasar un buen rato con Juliet, eso era todo pero estando sentada en aquella mesa se había terminado por cuestionar sus verdaderos motivos.
Milo no podía quitarle la mirada de encima, por más que evitara verla terminaba por clavar la mirada en ella, especialmente en su vestido rojo.
Aunque ambos se intentaban evitar, ambos deseaban acercarse el uno al otro pero no sabían cómo hacerlo. Milo estaba dispuesto a acercarse pero Natasha completamente indispuesta.
Natasha alzó una ceja al ver a una mujer de cabello largo sentarse junto a Milo, pasándole el brazo por la espalda antes de sonreír y robarle un beso e
La mirada de Juliet se enterró en el césped al ver a ambas venir con sus rostros totalmente serios, pálidos. Intentando esconder el corazón roto que reflejaban sus miradas tristes. Incluso si ella deseaba correr hacia Milo y Natasha para poder sacudirlos y hacerlos ver que lo que estaban haciendo era un rotundo error, no tenía el valor de entrometerse entre ellos. Incluso si Natasha había seguido siendo su amiga todo el tiempo, no se atrevía a decirle lo que debía hacer.—¿Puedo llevarte a casa esta noche?—preguntó Milo, volteando hacia Natasha para verla negar suavemente.— deja de mentirnos, Natasha— soltó antes de alejarse.—Lo siento—respondió ella, viéndolo alejarse lentamente.— pero... me iré dentro de unos días y no pienso volver hacer raíces emocionales en este lugar.—¿Cómo puedes ha
44Su cabello empapado brillaba con fuerza bajo la luz de la luna, sosteniendo una taza de café entre sus manos lo observó sonreír por un momento antes de desviar la mirada hacia algún punto vacío del cielo. Milo sabía que todo había salido conforme al plan, todo había salido justo como él lo había deseado. Natasha había firmado el contrato en su celular y aunque no era un contrato valido, ambos lo respetarían como si ese documento digital tuviera realmente un fuerte peso jurídico.—¿Es bueno?—preguntó Milo, observándola tomar una gran taza de chocolate amargo que había evitado probar durante meses. Ella lo observó por un momento y asintió suavemente antes de alejar la mirada.—El verdadero motivo por el cual quería venir aquí era para tomar una taza de vino contigo pero nunca esper&eac
45“Lo laboral en la empresa y lo personal afuera” fue lo último que le había dicho Natasha antes de abandonar su casa. Estaba confundido y es que no lograba entenderla. Habían pasado la noche juntos y ella se había entregado una vez más a él sin ningún problema pero al salir el sol se había ido sin decir prácticamente nada. No había desayunado con él y mucho menos había accedido a ir juntos a la empresa. Estaba nervioso, ansioso y preocupado por lo que iba a suceder con ella y con la empresa.La sala se encontraba en completo silencio mientras la esperaban, todo su personal esperaba nerviosamente por la empresa tailandesa mientras la sala se llenaba de tensión. Nunca había sentido el ambiente de su personal de esa manera, ansiosos e incluso un poco aterrados.El sonido de la puerta rompió el silencio de la sala, como imanes las miradas de los s
Había un gran silencio en la oficina de Milo mientras Natasha bocetaba con tranquilidad, cambiando los diseños que los empleados de Milo habían diseñado para la colaboración. Algunos diseños los había cambiado por completo, desde el diseño hasta el material de elaboración.Probablemente habían pasado unas cinco horas desde que ella había llegado a la oficina y ya se había hecho demasiado tarde. El sol se había ocultado y la luna iluminaba con orgullo la joven noche. Milo estaba tan cansado que prácticamente se había quedado dormido sobre su lujoso asiento.—Necesito comer algo— susurró él, con los ojos cerrados mientras movía sus piernas de manera inquieta— vamos a cenar por un momento.—Puedes ir a cenar si gustas, aún recuerdo como cerrar el edificio— contestó ella, levantando la mirada de los
“Nos vemos, marica” habían dicho uno de los hombres antes de abandonarlo bajo la lluvia, con el cuerpo tembloroso y las manos llenas de sangre. Haciéndole ver que para él, la muerte no estaba muy lejos.Cada uno de sus pasos era costosos y pesados. Totalmente llenos de dolor. Quería rendirse y caer sobre aquel pavimento húmedo que se encontraba debajo de él. La tormenta que se había desatado hacia que la sangre corriera por el pavimento, dejando una terrorífica mancha de sangre que se expandía por el lugar.Estaba aterrado con la idea de que esa noche tan oscura fuera la última que sus ojos fueran a ver, no quería morir y ser recordado como aquel hombre que murió en una de las calles principales de la ciudad.Se había hecho una sola promesa, sobreviviría al menos hasta que llegara a casa con William. Incluso si moría después de eso estar&ia
La puerta del auto se abrió segundos antes que el elegante hombre tailandés bajara del auto. La mirada de los hombres se centraron en él antes de bajar la mirada, tragaron saliva con nerviosismo y lo escucharon hablar. Preguntando lo que para ellos era una pregunta absurda.—¿Terminaron el trabajo?—preguntó, acomodándose el saco negro de su lujoso traje de vestir.—Claro que lo terminamos—contestó uno de los hombres, intimidándose ante la poderosa presencia del hombre asiático.—¿Entonces Milo estará en el hospital esta noche?—Probablemente— susurró el mismo hombre antes de alzar la mirada y cruzarse de brazos— ¿Dónde está nuestra paga?—¿Paga?—preguntó el tailandés antes de asentir y reír a carcajadas.— el trabajo era destruir a Milo junto a su
—¿Perdón?— preguntó Peat antes de soltar una pequeña sonrisa amable frente a ella.— ¿Parte de ellos?—Sabes que es lo que intento decir— susurró Natasha, levantándose de la mesa del comedor para dirigirse a la puerta del lugar. Ahogándose con todos los sentimientos de dolor que estaba sintiendo— todo este tiempo creí que había hecho las cosas bien, siempre creí que gracias a nuestro duro esfuerzo es que habíamos crecido pero me he equivocado— soltó, cerrando la puerta del comedor. Encontrándose con la mirada preocupada de Milo en el pasillo.— nuestra empresa, mi sueño solo fue una tapadera para ti. Eres un cabrón...—soltó, tomando la puerta del lugar mientras Milo la veía, apreciando sus ojos entristecidos.—¡Oye!—le gritó Milo al verla cerrar la puerta con seguro&mda
Había un gran silencio en la habitación del hotel mientras Natasha marcaba el número de teléfono al cual se había prometido nunca marcar. Las piernas le temblaban al mismo tiempo que sentía que se quedaba sin respiración, le dolía lo que estaba apunto de hacer pero era necesario.Peat y Paris habían llegado muy lejos y nunca se los perdonaría.La línea del teléfono comenzó a sonar cuando ella definitivamente llamóa aquel número. Los pitidos de la otra línea sonaban de vez en cuando, recordándole lo que está apunto de hacer. La voz tailandesa al otro lado de la línea la hizo estremecerse de pánico, tragó saliva y con valentía soltó las palabras que tanto tenía que decir. El otro lado de la línea se queda en silencio por unos segundos. Haciéndola creer que había cometido un g