Inicio de semana. Recibo la llamada del director para darme información sobre la hora exacta que debemos estar en la academia, para salir a la ciudad donde se va a dictar la conferencia. Estoy terminando la conversación con el director cuando el celular vuelve a sonar, sin darme cuenta quién está llamando respondo. —Dígame director. —No soy el director, me imagino que te refieres al director de la academia. —Sí, por supuesto a él me refiero, hola Richard. —Hola bebé, ¿podemos hablar? —Ya estamos hablando. —Así no, quiero verte antes que te vayas de viaje. Me quedé callada, seguro que ya Alondra le informó sobre el viaje. —¿Quién te dijo lo del viaje? —Fernanda estoy en la puerta de tu casa, sal y hablamos, te prometo que no te voy a quitar mucho tiempo. —Dame unos minutos y ya salgo. —Okey acá te espero. Me cambio de ropa lo más rápido que pude y salgo, al verme baja del auto y me abre la puerta para que entre, siem
Día martes, desde muy temprano estoy levantada esperando la hora para salir para la academia, ya tengo todas mis cosas preparadas, la primera llamada de la mañana fue de Richard para desearme un buen viaje, luego me llamó Milángela para decirme que estaba muy emocionada y que ya estaba saliendo para la academia. Yo también estoy nerviosa porque en esa conferencia nos vamos a encontrar con muchas personalidades de la moda italiana, tengo que dar lo mejor de mí, ganar su atención para ir entrando poco a poco en este mundo que tanto me apasiona. Ya mi hermano Franco me está esperando para llevarme, me despido de mi niño que ya despertó, está con la señora Isabella que lo tiene arreglado para llevárselo al restaurante. En la academia, todos estamos en el transporte que nos va a llevar a la ciudad de Florencia, el tiempo aproximado para llegar es de casi tres horas, en tren es mucho menos, pero el director quiso que hiciéramos el viaje en coche privado de manera de pod
En el lobby del hotel esperamos al director de la academia y al señor Robinson como quince o veinte minutos; tiempo que aprovechamos para conversar sobre nuestras apreciaciones de las conferencias, todos los conferencistas son expertos en el ramo del diseño, cada conferencia es un cúmulo más de conocimiento adquirido, salimos de allí con ganas de aprender más y más. Al rato llegaron los directores. —Muchachos disculpen la espera, ahora sí vamos a divertirnos un rato, Bianchi si no tienes inconveniente me llevo a la señorita Fernanda, nos vemos en el restaurante de siempre. Nos llevaron a uno de los restaurantes más lujosos de Florencia, al llegar nos recibieron con una copa de vino espumoso, tienen variedad de platos dónde se destacan las carnes acompañadas de una gran proporción de verduras. El señor Robinson me pidió que me sentara a su lado, todos los muchachos estaban complacidos con la simpatía del señor Robinson, nos hizo reír a todos con sus chistes, y
Llegamos al hotel, todos estaban eufóricos a consecuencias del vino, hasta Milángela que toma poco también estaba muy mareada, la tuve que llevar a su habitación, la ayudé a cambiarse de ropa y la dejé abrigada, tratando de dormirse. Cuando me dirijo a la mía escucho la voz del profesor detrás de mí. —Fernanda, ¿puedo hablar contigo? —¿Profesor no le parece que es muy tarde? —Solo un momento. —Dígame. —¿Qué tengo que hacer para que me prestes atención? —Usted es mi profesor, por lo tanto tengo que prestarle atención. —No me refiero a la atención de alumno profesor. —Caramba, lo lamento, pero no puedo verlo de otra manera. —A mí no, pero a otros si le brindas tu atención, mira a Robinson porque a él sí y a mí no, será porque yo no tengo agencia. Sin medir las consecuencias levanto mi mano y le cruzo la cara con una bofetada. El profesor me toma por la cintura. —Esto no se va a quedar así, verás cómo esto te va a cost
—¡Hey! Fernanda, ¿qué pasó?, te quedaste como en las nebulosas. —Disculpe, señora Isabella, me quedé pensando por un rato. —Me hablaste que por un lado te fue bien y por el otro no ¿Cuál fue el lado malo? —Como siempre el lado malo fue el profesor. —Cuéntame, ¿qué pasó ahora con el profesor? —El profesor es un grosero, es un patán. — Espera, espera, ¿qué te hizo? —Como no quiero nada con él, pues me insinuó que yo era una cualquiera, me dijo que yo prefería al señor Robinson porque él tiene agencia, en respuesta a eso le di una buena cachetada. —Eso está bueno, se lo merece, ¿ qué se ha creído él? —También me amenazó con denunciarme ante el director, por la cachetada que le di, pues le dije que lo hiciera, que se atreviera, porque yo también iba a hablar, que se atreva y vamos a ver quién sale perdiendo. —Yo creo que él, porque puede perder hasta su empleo. —Mi intención no es dañar su reputación, pero que no se meta conmigo.
Última semana del curso, todos estamos corriendo de un lado para otro, en el taller se ven telas por todos lados, cada uno de nosotros tiene un mesón dónde confecciona su traje. Tenemos hasta el día sábado para terminarlo, luego el día domingo se realizará un desfile para exhibir nuestros trajes, bajo la supervisión de un jurado. ¡Qué nervios! Cada uno está en lo suyo. Tenemos que trabajar en las horas establecidas, no podemos utilizar horas extras, cuando suena la alarma, debemos dejar de trabajar y salir del taller, para volver al día siguiente, por hoy terminó el día, sólo nos queda el día de mañana para terminarlo. Al salir de la academia, allí estaba Richard esperándome. —Yo sé que me dijiste que no te viniera a buscar, pero como estás en los últimos días debes estar estresada, qué te parece si nos sentamos por allí a comernos un helado, así te relajas un poquito. —Si me gustaría, un helado me puede calmar los nervios. Así lo hicimos, entramos a
Estoy feliz, mi traje ha sido seleccionado como el mejor trabajo del desfile, mi primer triunfo. Después del desfile nos invitaron a una recepción para celebrar el fin de curso, por supuesto allí estaba el señor Robinson. —Fernanda, mis felicitaciones no me equivoqué contigo, desde que te vi sabía que ibas a ser una triunfadora. —Gracias señor Robinson, gracias por su confianza. —Señorita ahora la espera Milán, estoy seguro que haya vas hacer un buen papel, ya sabes que cuentas conmigo para todo, cuando llegues a Milán me llamas para irte a buscar, por dónde llegues, bien sea en avión, tren o auto, como llegues, pero no dejes de llamarme, mira que tenemos un pacto. —Lo tengo presente, lo voy a llamar. —Ya sé dónde vas a estudiar, contacté a unos amigos, han visto tu trabajo, y quieren que ingreses en sus academias, en cuanto llegues vamos a visitarlas y tú decides dónde quieres estudiar. —Gracias Señor Robinson. —Te dije que te iba a ayudar
¡Qué lindo amanecer! Hoy es un día para agradecer a Dios por todo lo que la vida nos ofrece, gracias por este lindo despertar, gracias por la vida de mi hijo, gracias por las personas que me rodean, por aquellas que me extendieron su mano cuando más la necesitaba y no puedo dejar de darte las gracias a ti, mi Marlon contigo conocí el amor, ese amor que se materializó en ese ser tan hermoso como es nuestro niño. Hoy comienza un nuevo ciclo, nuevas oportunidades se abren ante mí, hoy es un día de gloria, hoy comienzo a escalar un nuevo peldaño para alcanzar la cima. Estoy acá en mi habitación, mirando la carita de ángel de mi niño, quiero retener en mi memoria su imagen, es la primera vez que voy a pasar tanto tiempo sin verlo y eso me aterra, pero sé que es necesario, me voy sola con su recuerdo y el recuerdo de su padre que nunca me abandona. La señora Isabella toca a mí puerta. —Fernanda mi niña, ¿Ya estás lista, puedo entrar? —Sí, pase. —¿Estás llo