—¡Hey! Fernanda, ¿qué pasó?, te quedaste como en las nebulosas. —Disculpe, señora Isabella, me quedé pensando por un rato. —Me hablaste que por un lado te fue bien y por el otro no ¿Cuál fue el lado malo? —Como siempre el lado malo fue el profesor. —Cuéntame, ¿qué pasó ahora con el profesor? —El profesor es un grosero, es un patán. — Espera, espera, ¿qué te hizo? —Como no quiero nada con él, pues me insinuó que yo era una cualquiera, me dijo que yo prefería al señor Robinson porque él tiene agencia, en respuesta a eso le di una buena cachetada. —Eso está bueno, se lo merece, ¿ qué se ha creído él? —También me amenazó con denunciarme ante el director, por la cachetada que le di, pues le dije que lo hiciera, que se atreviera, porque yo también iba a hablar, que se atreva y vamos a ver quién sale perdiendo. —Yo creo que él, porque puede perder hasta su empleo. —Mi intención no es dañar su reputación, pero que no se meta conmigo.
Última semana del curso, todos estamos corriendo de un lado para otro, en el taller se ven telas por todos lados, cada uno de nosotros tiene un mesón dónde confecciona su traje. Tenemos hasta el día sábado para terminarlo, luego el día domingo se realizará un desfile para exhibir nuestros trajes, bajo la supervisión de un jurado. ¡Qué nervios! Cada uno está en lo suyo. Tenemos que trabajar en las horas establecidas, no podemos utilizar horas extras, cuando suena la alarma, debemos dejar de trabajar y salir del taller, para volver al día siguiente, por hoy terminó el día, sólo nos queda el día de mañana para terminarlo. Al salir de la academia, allí estaba Richard esperándome. —Yo sé que me dijiste que no te viniera a buscar, pero como estás en los últimos días debes estar estresada, qué te parece si nos sentamos por allí a comernos un helado, así te relajas un poquito. —Si me gustaría, un helado me puede calmar los nervios. Así lo hicimos, entramos a
Estoy feliz, mi traje ha sido seleccionado como el mejor trabajo del desfile, mi primer triunfo. Después del desfile nos invitaron a una recepción para celebrar el fin de curso, por supuesto allí estaba el señor Robinson. —Fernanda, mis felicitaciones no me equivoqué contigo, desde que te vi sabía que ibas a ser una triunfadora. —Gracias señor Robinson, gracias por su confianza. —Señorita ahora la espera Milán, estoy seguro que haya vas hacer un buen papel, ya sabes que cuentas conmigo para todo, cuando llegues a Milán me llamas para irte a buscar, por dónde llegues, bien sea en avión, tren o auto, como llegues, pero no dejes de llamarme, mira que tenemos un pacto. —Lo tengo presente, lo voy a llamar. —Ya sé dónde vas a estudiar, contacté a unos amigos, han visto tu trabajo, y quieren que ingreses en sus academias, en cuanto llegues vamos a visitarlas y tú decides dónde quieres estudiar. —Gracias Señor Robinson. —Te dije que te iba a ayudar
¡Qué lindo amanecer! Hoy es un día para agradecer a Dios por todo lo que la vida nos ofrece, gracias por este lindo despertar, gracias por la vida de mi hijo, gracias por las personas que me rodean, por aquellas que me extendieron su mano cuando más la necesitaba y no puedo dejar de darte las gracias a ti, mi Marlon contigo conocí el amor, ese amor que se materializó en ese ser tan hermoso como es nuestro niño. Hoy comienza un nuevo ciclo, nuevas oportunidades se abren ante mí, hoy es un día de gloria, hoy comienzo a escalar un nuevo peldaño para alcanzar la cima. Estoy acá en mi habitación, mirando la carita de ángel de mi niño, quiero retener en mi memoria su imagen, es la primera vez que voy a pasar tanto tiempo sin verlo y eso me aterra, pero sé que es necesario, me voy sola con su recuerdo y el recuerdo de su padre que nunca me abandona. La señora Isabella toca a mí puerta. —Fernanda mi niña, ¿Ya estás lista, puedo entrar? —Sí, pase. —¿Estás llo
Ya estamos en el avión, a mi lado está mi amiga Milángela, cuando el avión levanta su vuelo nos tomamos de la mano, Milángela con sus ojos bañados en lágrimas me dice. —Amiga lo logramos. —Sí amiga, aquí vamos, a conquistar el mundo a través de la moda. Es un vuelo corto de aproximadamente una hora y veinte minutos, tiempo que aprovechamos para hablar de nuestras cuestiones personales. —Fernanda perdona la pregunta, pero ¿el papá de tu hijo es italiano? —No, cuando me vine para acá yo estaba embarazada. —¿Y él permitió que te vinieras para acá con su hijo? —Él no lo sabe. —¿No sabe que tiene un hijo contigo? —No, aún no lo sabe. —¿Si algún día lo vuelves a ver, le dirás qué tienen un hijo? —No lo sé, hay ocasiones que me levanto con ganas de llamarlo y decirle que tenemos un bebé, pero luego se me pasa. —Oye, no sé lo que pasó con ustedes, pero debe ser muy triste que pasado los años te digan que tienes un hijo, imagina
Así comenzó mi vida universitaria, todos los días antes de las ocho de la mañana, ya nosotras estábamos en el instituto para recibir nuestras clases, al principio fue un poco incómodo sobre todo para mí por la diferencia social que existía entre los estudiantes, por supuesto había muchos con dinero, luciendo su ropa de marca, yo no tengo para comprarme un bolso, ni unos zapatos tan costosos, pero eso sí siempre trato de vestirme con sencillez, pero llevando lo que me ponga con la mejor actitud. Cómo en toda sala de estudios, existen todo tipo de personas: los orgullosos, los soberbios, los altivos, los amables, los cariñosos, las serpientes, los monos, los leones, los tucusitos, los jabalí entre otros más, pero tenemos que aprender a vivir entre ellos y eso es lo que estoy haciendo, siempre dando a conocer mi yo, sacando mis uñas cuando tenga que sacarlas y sonriendo cuando tenga que hacerlo. Así transcurrió mi primera semana de clases, el señor Robinson me llamaba tod
—Marlon ya estamos en el avión, Francia para allá vamos, nuestra gira ya casi está terminando, después de París nos espera Italia. —Así es amigo, ya nos queda poco tiempo para llegar a Italia, esta oportunidad de visitar estos países fue única. —Si te hubieses quedado en casa, quién te hubiese aguantado llorando por los rincones, acá por lo menos tienes la esperanza de encontrar a Fernanda, ¿y qué pasó con la amiga? ¿No te ha llamado? —No, yo creo que ella me oculta algo, para mí, ella sabe dónde está Fernanda y no me lo quiere decir, quizás en aquella oportunidad, cuando hablé con ella no lo sabía, pero ahora creo que sí, pero no importa yo lo voy averiguar. —Ahora vamos aprovechar las horas de vuelo para descansar, en París nos espera una jornada larga y dura. —Duerme, aunque no es mucho lo que vas a dormir, menos de dos horas. Gabriel, cerró sus ojos y yo me quedo mirando por la ventanilla, haciendo la misma pregunta de siempre, ¿dónde estás Fer
De regreso a Milán, una nueva semana de estudio, hasta ahora todo está marchando bien, me vine con las palabras de la señora Isabella aún frescas en mi memoria, ahora sí voy a seguir sus consejos, tengo que ser firme y decidida con respecto a las decisiones que pienso tomar con Richard. Eso es acoso, esas fueron sus palabras, debes tener cuidado, sin darme cuenta me he dejado manipular por Richard y eso no se lo puedo seguir permitiendo. La primera llamada fue el día lunes en la mañana no contesté, ese mismo día me hizo cuatro llamadas, no las contesté. El martes la misma situación, está vez fueron cinco llamadas, ya eso me está volviendo paranoica, no quiero ni mirar el teléfono. Mañana es miércoles día que Richard me dijo que venía para Milán, eso me tiene nerviosa, aunque no he contestado ninguna de sus llamadas, temo que él descubra dónde estoy. —Fernanda te noto muy nerviosa, ¿es por Richard? —Sí, mañana está aquí y eso es lo que me preocupa que