Sólo bastó el ¡Detente, por favor! para que su mano se detuviera, el puño de su mano se cerró al igual que sus ojos, así se mantuvo por un instante, pero luego abrió de nuevo sus ojos y con el dorso de su mano me acarició el rostro. Me besó la frente y casi como una súplica me dijo, vístete, anda a mi habitación y quítate ese traje de baño mojado. Así lo hice me cambio rápidamente y bajo hasta donde él estaba, lo encuentro sentado en el sillón con una copa en su mano. —Es vino, ya por hoy basta de tomar whisky, ¿Quieres una copa? —Sí, yo creo que me viene bien una copa de vino. Se levanta y me sirve la copa, pero no se sienta a mi lado lo hace en el otro sillón. —¿Puedo poner música? —Si, claro, ¿si quieres la pongo yo? —Me gustaría, pon lo que tú quieras. Me levanto y selecciono una de mis melodías favoritas "Only You" —Como si tenemos los mismos gustos, las mismas preferencias. Yo me quedo en el sillón, cierro mis ojo
Alemania : Berlín. La semana de la moda fue todo un éxito, atrajo a muchos compradores, la moda alemana fue tendencia en el mundo y eso por supuesto significaba más trabajo. Han transcurrido varios días y no he tenido noticias de Sabrina, la esposa del empresario, Dios quiera y se haya olvidado de mí, no quiero meterme en esos triángulos amorosos, en esas relaciones tan oscuras. Por otro lado Amalia, está como muy intensa e irritable, todos estamos sorprendidos por su actitud. En varias ocasiones se escuchan sus gritos en su oficina peleando con algún empleado. Después de un día de trabajo muy fuerte, por fin llegó la hora de salida para irnos a descansar. —Marlon, la señorita Amalia quiere que pases a su oficina. —¡Dios! Precisamente ahorita que tengo ganas de irme a dormir. —Bueno amigo, después del director ella es la jefe, así que vaya a su oficina, ¿ te espero? —No Gabriel, tú también estás cansado, adelantate y prepara un buen café p
Inicio de semana. Recibo la llamada del director para darme información sobre la hora exacta que debemos estar en la academia, para salir a la ciudad donde se va a dictar la conferencia. Estoy terminando la conversación con el director cuando el celular vuelve a sonar, sin darme cuenta quién está llamando respondo. —Dígame director. —No soy el director, me imagino que te refieres al director de la academia. —Sí, por supuesto a él me refiero, hola Richard. —Hola bebé, ¿podemos hablar? —Ya estamos hablando. —Así no, quiero verte antes que te vayas de viaje. Me quedé callada, seguro que ya Alondra le informó sobre el viaje. —¿Quién te dijo lo del viaje? —Fernanda estoy en la puerta de tu casa, sal y hablamos, te prometo que no te voy a quitar mucho tiempo. —Dame unos minutos y ya salgo. —Okey acá te espero. Me cambio de ropa lo más rápido que pude y salgo, al verme baja del auto y me abre la puerta para que entre, siem
Día martes, desde muy temprano estoy levantada esperando la hora para salir para la academia, ya tengo todas mis cosas preparadas, la primera llamada de la mañana fue de Richard para desearme un buen viaje, luego me llamó Milángela para decirme que estaba muy emocionada y que ya estaba saliendo para la academia. Yo también estoy nerviosa porque en esa conferencia nos vamos a encontrar con muchas personalidades de la moda italiana, tengo que dar lo mejor de mí, ganar su atención para ir entrando poco a poco en este mundo que tanto me apasiona. Ya mi hermano Franco me está esperando para llevarme, me despido de mi niño que ya despertó, está con la señora Isabella que lo tiene arreglado para llevárselo al restaurante. En la academia, todos estamos en el transporte que nos va a llevar a la ciudad de Florencia, el tiempo aproximado para llegar es de casi tres horas, en tren es mucho menos, pero el director quiso que hiciéramos el viaje en coche privado de manera de pod
En el lobby del hotel esperamos al director de la academia y al señor Robinson como quince o veinte minutos; tiempo que aprovechamos para conversar sobre nuestras apreciaciones de las conferencias, todos los conferencistas son expertos en el ramo del diseño, cada conferencia es un cúmulo más de conocimiento adquirido, salimos de allí con ganas de aprender más y más. Al rato llegaron los directores. —Muchachos disculpen la espera, ahora sí vamos a divertirnos un rato, Bianchi si no tienes inconveniente me llevo a la señorita Fernanda, nos vemos en el restaurante de siempre. Nos llevaron a uno de los restaurantes más lujosos de Florencia, al llegar nos recibieron con una copa de vino espumoso, tienen variedad de platos dónde se destacan las carnes acompañadas de una gran proporción de verduras. El señor Robinson me pidió que me sentara a su lado, todos los muchachos estaban complacidos con la simpatía del señor Robinson, nos hizo reír a todos con sus chistes, y
Llegamos al hotel, todos estaban eufóricos a consecuencias del vino, hasta Milángela que toma poco también estaba muy mareada, la tuve que llevar a su habitación, la ayudé a cambiarse de ropa y la dejé abrigada, tratando de dormirse. Cuando me dirijo a la mía escucho la voz del profesor detrás de mí. —Fernanda, ¿puedo hablar contigo? —¿Profesor no le parece que es muy tarde? —Solo un momento. —Dígame. —¿Qué tengo que hacer para que me prestes atención? —Usted es mi profesor, por lo tanto tengo que prestarle atención. —No me refiero a la atención de alumno profesor. —Caramba, lo lamento, pero no puedo verlo de otra manera. —A mí no, pero a otros si le brindas tu atención, mira a Robinson porque a él sí y a mí no, será porque yo no tengo agencia. Sin medir las consecuencias levanto mi mano y le cruzo la cara con una bofetada. El profesor me toma por la cintura. —Esto no se va a quedar así, verás cómo esto te va a cost
—¡Hey! Fernanda, ¿qué pasó?, te quedaste como en las nebulosas. —Disculpe, señora Isabella, me quedé pensando por un rato. —Me hablaste que por un lado te fue bien y por el otro no ¿Cuál fue el lado malo? —Como siempre el lado malo fue el profesor. —Cuéntame, ¿qué pasó ahora con el profesor? —El profesor es un grosero, es un patán. — Espera, espera, ¿qué te hizo? —Como no quiero nada con él, pues me insinuó que yo era una cualquiera, me dijo que yo prefería al señor Robinson porque él tiene agencia, en respuesta a eso le di una buena cachetada. —Eso está bueno, se lo merece, ¿ qué se ha creído él? —También me amenazó con denunciarme ante el director, por la cachetada que le di, pues le dije que lo hiciera, que se atreviera, porque yo también iba a hablar, que se atreva y vamos a ver quién sale perdiendo. —Yo creo que él, porque puede perder hasta su empleo. —Mi intención no es dañar su reputación, pero que no se meta conmigo.
Última semana del curso, todos estamos corriendo de un lado para otro, en el taller se ven telas por todos lados, cada uno de nosotros tiene un mesón dónde confecciona su traje. Tenemos hasta el día sábado para terminarlo, luego el día domingo se realizará un desfile para exhibir nuestros trajes, bajo la supervisión de un jurado. ¡Qué nervios! Cada uno está en lo suyo. Tenemos que trabajar en las horas establecidas, no podemos utilizar horas extras, cuando suena la alarma, debemos dejar de trabajar y salir del taller, para volver al día siguiente, por hoy terminó el día, sólo nos queda el día de mañana para terminarlo. Al salir de la academia, allí estaba Richard esperándome. —Yo sé que me dijiste que no te viniera a buscar, pero como estás en los últimos días debes estar estresada, qué te parece si nos sentamos por allí a comernos un helado, así te relajas un poquito. —Si me gustaría, un helado me puede calmar los nervios. Así lo hicimos, entramos a