Despierto y aún estoy en los brazos de Richard, ya amaneció, ha dejado de llover, con mucho cuidado trato de levantarme, para eso tengo que salirme del cerco que hicieron sus brazos alrededor de mí. Levanto un brazo y trato de mover el otro, cuando Richard despierta. —Buenos días Fernanda. —Buenos días Richard, perdona no quería despertarte. —¿Qué, quieres escapar? —Creo que es hora de irme. —Señorita hoy tenemos trabajo. —Sí lo sé, pero me gustaría ir a mi casa, me cambio, veo a mi hijo un rato y luego regreso. —Mejor hacemos esto, desayunamos, luego te llevo a tu casa y te doy el día para que la pases con tu hijo. —Gracias Richard, okey vamos a desayunar, yo preparo el desayuno. —Yo te ayudo, preparando el café. —A tí como si no te gusta el café que preparo. —Si me gusta, pero yo me divierto preparando café, tú sabes que es así, —Tienes razón, a ti te gusta la cocina, la disfrutas. Estamos en la casa prepar
Cuando estaba saliendo de la oficina de Richard escucho su voz llamándome. —Fernanda por favor, déjame llevarte. No lo quiero escuchar, salgo de la oficina sin mirar atrás. Mi intención fue irme a mi casa, pero lo pensé mejor. —Voy a tomarme está tarde para mí, voy a dar un recorrido por la ciudad, bueno lo que me alcance el tiempo, voy aprovechar la tarde, para que no me agarre la noche por aquí. Me fui al centro de la ciudad, decido dar un paseo por sus calles centrales, camino por las tiendas, me detengo en las vitrinas dónde exhiben ropa, definitivamente que Roma es uno de los países de más alta costura, ¡wow! Me encanta la moda, puedo pasarme horas viendo prendas de vestir, sigo con mi paseo y me detengo en una cafetería donde sus mesas están colocadas en las aceras, dónde los caminantes se mezclan con los clientes. Me siento en una de ellas, ordeno un café express y un tiramisú, allí me quedo saboreando mi café y mi pastel, me deleito viendo a
La Fontana di Trevi me hipnotizó, me llevó a un mundo paradisíaco dónde sólo existíamos los dos. —Señorita, ¿me puedo sentar a su lado? —Claro, disculpe estaba distraída. Veo mi reloj y me doy cuenta que es tarde, ya la tarde está cayendo, me levanto y me despido de la fuente, por supuesto ya hace bastante rato que lancé mi moneda a la fuente. Me subo al transporte para irme a mi casa, reviso mi teléfono, ¡Santo, Dios! tengo varias llamadas perdidas de Richard. —No Richard, no te voy a llamar, no quiero empañar está tarde mágica que tuve con mi Marlon. Llego a la casa y lo primero que veo son los brazos extendidos de mi bebé, que viene corriendo para abrazarme. —Mi niño bonito, extrañaste a mamá, ven acá dame un beso. —Hola Fernanda. —Hola señora Isabella. —Cuéntame de los cursos, ¿qué averiguaste? —Todavía no sé nada. —¿ Y eso por qué? —Decidí tomar la tarde para pasear, caminé por algunas calles del centro y luego
Estaba en la delegación de policía, frente al sargento que me está interrogando, de pronto escucho esa voz, que fue como manantial de agua fresca sobre mi, cuando ya me creía perdida sin saber que decir, llegó mi defensor, mi abogado, esa palabra sonó en mis oídos como el canto de un ángel, " su abogado" no sé de dónde salió, pero bienvenido sea. —Señorita Fernanda, le ruego que no diga nada. Sargento solicito hablar con mi clientes, por favor. —Está bien, está en su derecho y el de ella, los dejo solos para que hablen. El sargento salió de la oficina y yo me quedo con este señor de sonrisa dulce, con pelos canosos y mirada de ángel. —Señorita Fernanda, necesito que me cuente con lujo de detalles todo lo que pasó con el señor Frank. —Primero quiero que me diga quién lo contrató para que me defendiera. —Señorita Fernanda yo soy el abogado de la empresa en la cual trabaja, el señor Richard me llamó para ponerme al tanto de lo que estaba pasando. —
Dentro de poco vienen para trasladarme a una celda, el sargento me dijo que era una celda pequeña que ellos tienen para casos especiales, que no me preocupara yo no iba a tener contacto con los otros detenidos. Me comí la hamburguesa, la verdad no tenía hambre, todo esto me tiene sin apetito, pero Richard tiene razón tengo que recuperar mis fuerzas, no sé cuánto tiempo voy estar aquí. —Señorita Fernanda, acompáñenos por favor. Sigo a los agentes y me llevan hasta una pequeña celda con una cama individual y un baño diminuto. —Entre. —El agente cerró la puerta y me quedo pegada a los barrotes de la celda mirando sin mirar, en ese instante mi vida hizo un giro en sentido contrarió y regreso a la escena del día de la tormenta, cuando me escapé de mi casa, yo caminando sin rumbo fijo, mi vista puesta en la calle inundada por el agua de la lluvia, en ese momento mi vida no tenía futuro sólo quería caminar y caminar dónde mis pies me llevaran, la calle la veía
El sueño me vence y me quedo dormida, no sé por cuánto tiempo, de pronto despierto y miro hacia el rincón, la chica de los tacones rojos está allí sentada en el rincón con los ojos abiertos, temblando del frío. Tomo una de mis mantas y la cubro con ella, la chica me mira, veo que tiene lágrimas en sus ojos. —Gracias por la manta. —¿Quieres que te haga compañía? —Sí. Busco mi manta y me siento a su lado. —¿Por qué lloras?, bueno es obvio que lo hagas estamos aquí encerradas, es lógico que nos den ganas de llorar, es mi primera noche en una prisión y he llorado por montón, pero no sé porque presiento que tus lágrimas son por algo más. —Lloro por mi hija. —¿Tienes una hija? —Si, una niña de cinco años. —Yo también tengo un hijo. —No lo pareces te ves tan joven, ¿cuántos años tiene tu niño? —Tiene un poco más de un año, dentro de unos meses cumple dos años. —¿Quién te cuida el niño? —Una señora que conocí, cuand
Los milagros existen, jamás me imaginé que en un una celda, en un lugar donde creí que mi vida terminaba, allí iba a conocer a la persona que me iba ayudar a salir del encierro. Estando Richard en la celda llega el abogado. —Buenos días señor Richard, buenos días señoritas. —Buenos días abogado. —El agente nos va a conducir a una oficina donde podamos conversar. Nos dirigieron a una oficina con una mesa larga y varias sillas. —Bueno aquí estamos, señorita Gabriela la escucho, voy a grabar todo lo que me diga. ¿Le parece bien? —Por supuesto señor abogado, haga lo que tenga que hacer. Gabriela, estaba decidida a hundir al hombre que le había hecho tanto daño. Le explicó al abogado todo lo que ocurrió el día que Frank la violó, con lujo de detalles sin omitir nada, le habló de los otros días que fue violada por el dueño del restaurante, esto lo hizo con fecha exacta, también le dio una lista de las empleadas que habían sido violadas y sus direcci
Llegó un nuevo día y con él las ganas de vivir, es la primera vez que siento la llegada del amanecer con gran entusiasmo, a pesar de los acontecimientos pasados tengo ganas de enfrentar la vida, esas cuatro paredes en lugar de aminalarme me dieron el empuje necesario para seguir adelante con más fuerzas que antes. Me levanto y despierto a mi compañera. —Gabriela despierta ya amaneció. —¿Y cómo lo sabes? —Por el olor a café recién hecho, ya los agentes están preparando café. —Qué rico, cómo me gustaría ahorita tomarme una taza de café, en una de las cafeterías que están en el centro. —Pronto amiga. —Bueno con el favor de Dios, tú sales hoy y puedes ir a tomarlo, pero yo no sé cuando salga de aquí. —No te desanimes, tú verás que muy pronto vas a salir de aquí, cuando se compruebe que tú no tuviste nada que ver con esas drogas. —Dios te oiga, ya quiero abrazar a mi hija. —Gabriela, a ti no te gustaría trabajar en otro lado que no sea