Dentro de poco vienen para trasladarme a una celda, el sargento me dijo que era una celda pequeña que ellos tienen para casos especiales, que no me preocupara yo no iba a tener contacto con los otros detenidos. Me comí la hamburguesa, la verdad no tenía hambre, todo esto me tiene sin apetito, pero Richard tiene razón tengo que recuperar mis fuerzas, no sé cuánto tiempo voy estar aquí. —Señorita Fernanda, acompáñenos por favor. Sigo a los agentes y me llevan hasta una pequeña celda con una cama individual y un baño diminuto. —Entre. —El agente cerró la puerta y me quedo pegada a los barrotes de la celda mirando sin mirar, en ese instante mi vida hizo un giro en sentido contrarió y regreso a la escena del día de la tormenta, cuando me escapé de mi casa, yo caminando sin rumbo fijo, mi vista puesta en la calle inundada por el agua de la lluvia, en ese momento mi vida no tenía futuro sólo quería caminar y caminar dónde mis pies me llevaran, la calle la veía
El sueño me vence y me quedo dormida, no sé por cuánto tiempo, de pronto despierto y miro hacia el rincón, la chica de los tacones rojos está allí sentada en el rincón con los ojos abiertos, temblando del frío. Tomo una de mis mantas y la cubro con ella, la chica me mira, veo que tiene lágrimas en sus ojos. —Gracias por la manta. —¿Quieres que te haga compañía? —Sí. Busco mi manta y me siento a su lado. —¿Por qué lloras?, bueno es obvio que lo hagas estamos aquí encerradas, es lógico que nos den ganas de llorar, es mi primera noche en una prisión y he llorado por montón, pero no sé porque presiento que tus lágrimas son por algo más. —Lloro por mi hija. —¿Tienes una hija? —Si, una niña de cinco años. —Yo también tengo un hijo. —No lo pareces te ves tan joven, ¿cuántos años tiene tu niño? —Tiene un poco más de un año, dentro de unos meses cumple dos años. —¿Quién te cuida el niño? —Una señora que conocí, cuand
Los milagros existen, jamás me imaginé que en un una celda, en un lugar donde creí que mi vida terminaba, allí iba a conocer a la persona que me iba ayudar a salir del encierro. Estando Richard en la celda llega el abogado. —Buenos días señor Richard, buenos días señoritas. —Buenos días abogado. —El agente nos va a conducir a una oficina donde podamos conversar. Nos dirigieron a una oficina con una mesa larga y varias sillas. —Bueno aquí estamos, señorita Gabriela la escucho, voy a grabar todo lo que me diga. ¿Le parece bien? —Por supuesto señor abogado, haga lo que tenga que hacer. Gabriela, estaba decidida a hundir al hombre que le había hecho tanto daño. Le explicó al abogado todo lo que ocurrió el día que Frank la violó, con lujo de detalles sin omitir nada, le habló de los otros días que fue violada por el dueño del restaurante, esto lo hizo con fecha exacta, también le dio una lista de las empleadas que habían sido violadas y sus direcci
Llegó un nuevo día y con él las ganas de vivir, es la primera vez que siento la llegada del amanecer con gran entusiasmo, a pesar de los acontecimientos pasados tengo ganas de enfrentar la vida, esas cuatro paredes en lugar de aminalarme me dieron el empuje necesario para seguir adelante con más fuerzas que antes. Me levanto y despierto a mi compañera. —Gabriela despierta ya amaneció. —¿Y cómo lo sabes? —Por el olor a café recién hecho, ya los agentes están preparando café. —Qué rico, cómo me gustaría ahorita tomarme una taza de café, en una de las cafeterías que están en el centro. —Pronto amiga. —Bueno con el favor de Dios, tú sales hoy y puedes ir a tomarlo, pero yo no sé cuando salga de aquí. —No te desanimes, tú verás que muy pronto vas a salir de aquí, cuando se compruebe que tú no tuviste nada que ver con esas drogas. —Dios te oiga, ya quiero abrazar a mi hija. —Gabriela, a ti no te gustaría trabajar en otro lado que no sea
Estoy tan distraída con mi bebé que no había tomado en cuenta a una invitada, a parte sentada en una silla, un poco alejada de los demás, como no queriendo llamar la atención estaba Emilia. Cuando la veo me acerco y mi reacción fue de abrazarla, ella me ve y queda como paralizada. —Emilia, qué alegría verte. —Fernanda, perdóname. —¿Por qué?, no tengo nada que perdonarte. —Perdoname te fallé, cuando el señor Frank me dijo que tenía que perderme para que no declarara en contra de él, me asusté, actúe como una cobarde, preferí huir, pero te juro que yo no sabía que él te estaba acusando de agresión y mucho menos de robo, él me dijo que era para que no declarara por el intento de violación. Fuí una estúpida y para colmo me dio dinero, argumentando que era el pago de mis vacaciones, por supuesto que me di cuenta que era más dinero de lo que me correspondía, pero callé tomé el dinero y me fui del restaurante. —Lo importante es que ya recapacitaste y
Me doy vueltas y la miro, allí está muy pegada a mí, contempló su carita de ángel, sus ojos brillan incitando al amor, tomo su rostro en mis manos y con mis labios comienzo a tatuar cada palmo de su piel, empezando por su frente, de allí voy bajando con mucha delicadeza hacia sus párpados, ella cierra sus ojos, yo continúo mi trabajo hasta sus mejillas, luego bajo a sus labios y allí me detengo para que él escultor que hay en mí pueda realizar bien su trabajo, sigo bajando hasta su cuello, cuando llego hasta allí siento un ligero cosquilleo y la siento temblar, pero no me detengo. Sigo bajando lentamente, mientras un ligero calor nos va envolviendo, mis labios conocen cada línea de su cuerpo, ellos bajan y bajan, un suspiro escapa de su garganta, detrás de ese suspiro viene otro y otro, su cuerpo se está convirtiendo en un volcán a punto de erupcionar. —Marlon amigo, despierta estamos llegando a Alemania, ya el avión va a aterrizar. —Gabriel, caramba me despertaste
Los días siguieron su curso, después de la cena que tuve con Richard, no volví a tocar el tema de Marcela me limité a trabajar, todos los días Franco me llevaba al trabajo y cuando podía me iba a buscar, cuando no era posible pedía un taxi, tratando de no molestar a Richard. Por otra parte el juicio se realizó yo gané el caso, se comprobó que Frank había intentado violarme, también que había violado a un gran grupo de mujeres. Ahora Frank está en la cárcel, espero al igual que el resto de las otras chicas, que Frank duré muchos años en prisión. Le cerraron el restaurante al igual que el salón de juegos. El caso de Gabriela también iba por buen camino, muy pronto saldría de prisión. Las palabras de la señora Isabella cuando regresé de la cena con Franco me tenían alerta, gracias a Dios por esas palabras, porque si tenía dudas con respecto a mi relación con Richard, ahora no las tenía, estaba clara, pero algo me inquietaba, que ocultaba Richard, porque era
Terminó el fin de semana, tengo que volver al trabajo, estoy un poco nerviosa, si Richard no está en la casa, me dedico a trabajar, ahora me llevo el almuerzo para no tener que ir a la casa grande a cocinar, como en el anexo hay microondas lo que hago es calentar. Pero si Richard está trabajando en el anexo, se complica más la cuestión, voy a tener que mirarlo a la cara y sé que no me voy a controlar, le voy a echar en cara todas sus mentiras, no sé qué irá a pasar después de esto, no me gustaría dejar el trabajo todavía, ya el año está terminando apenas faltan dos meses para que culmine el año, mis planes eran trabajar todo el año y para el próximo comenzar mis estudios, pero surgió este imprevisto entonces hay que echarle frente. —Fernanda llegó la hora, vaya a su trabajo y que sea lo que Dios quiera. Franco me dejó en la entrada de la casa grande, ella tiene un portón, donde siempre permanece un vigilante, tengo que caminar por todo un sendero para llegar a la c