Feliz inicio de semana dirían por allí, yo espero que sea así, hoy es lunes, comienzo un nuevo trabajo, voy con nuevas expectativas, con muchas ganas de trabajar y de aprender. Esa mañana ya estoy lista para irme a mi nuevo trabajo cuando suena mi celular. —Buenos días, estoy cerca de tu casa ya paso por ti. —Buenos días, ya estoy lista. —A los pocos minutos ya el auto de Richard estaba frente a la casa. Al llegar no entro a su casa, me voy directamente a la oficina, Richard viene detrás de mí y abre la puerta, cuando veo un enorme ramo de rosas y a su lado una caja de bombones colocados en el nuevo escritorio. —¿Richar este ramo es para mí? —Por supuesto, aquí no hay más nadie, sólo tú y este caballero y para mí no son, yo soy un jefe muy atento con mis secretarias. Eso en lugar de halagarme me bajo el ánimo, osea que con todas sus secretarías hace lo mismo, por eso respondí sin entusiasmo. —¡Ah! Ya veo, gracias. —¿No te gustan
Ya han pasado varios días, mi trabajo me agrada, mi jefe es muy exigente, pero me gusta su manera de trabajar, todos los días aprendo algo nuevo, aparte que mi paga se considera buena. Richard me autorizó para ir a la casa y cocinar, aún cuando él no estuviese, casi siempre me va a buscar, cuando no puede me llama para que me vaya con Franco, en ocasiones me envía un taxi, así se va pasando el tiempo, nuestros acercamientos se van distanciando, cuando estamos en el anexo nuestra relación es profesional, cuando estamos en la casa sólo somos amigos. Una mañana me llama. —Fernanda, no vayas a la casa, te espero aquí en la oficina de la empresa. Llego a la empresa y me voy directamente a su oficina, al llegar veo a una mujer muy elegantemente vestida, estaba sentada en una silla cerca del escritorio, Richard al verme se levanta, —Fernanda te estaba esperando, necesito que me acompañes a una reunión. La mujer me queda viendo, no con buena cara. —Disc
¡Dios! ¿Qué es esto?, acaso es una declaración. " No necesito ir al casino, lo que quería ver, ahora lo veo en mi casa" No quiero hablar, ni siquiera lo quiero mirar, mejor me hago la loca, me tomo mi té y me voy, ahora no es momento para aclarar cosas. —Creo que ya es tarde, ¿me puedes llevar? —Claro, me tomo el té y nos vamos. —No sé por qué, en el auto, cuando íbamos muy callados se me ocurre y abro mi bocota. —¿Llamaste a Marcela? —Perdón, ¿Por qué tengo que llamar a Marcela? —En la oficina quedaste con ella que la ibas a llamar. —Gracias por recordármelo, dentro de un rato la llamo. . Después de un largo silencio, me pregunta. —¿Fernanda de verdad no te importa si vuelvo con Marcela? —¿Y por qué tiene que importarme? —Bueno, que no se diga que no lo intenté. Eso fue el comienzo de mi confusión, en realidad tengo mucho que agradecerle a Richard, cualquiera mujer se sentiría feliz que un hombre como él la enamor
Despierto y aún estoy en los brazos de Richard, ya amaneció, ha dejado de llover, con mucho cuidado trato de levantarme, para eso tengo que salirme del cerco que hicieron sus brazos alrededor de mí. Levanto un brazo y trato de mover el otro, cuando Richard despierta. —Buenos días Fernanda. —Buenos días Richard, perdona no quería despertarte. —¿Qué, quieres escapar? —Creo que es hora de irme. —Señorita hoy tenemos trabajo. —Sí lo sé, pero me gustaría ir a mi casa, me cambio, veo a mi hijo un rato y luego regreso. —Mejor hacemos esto, desayunamos, luego te llevo a tu casa y te doy el día para que la pases con tu hijo. —Gracias Richard, okey vamos a desayunar, yo preparo el desayuno. —Yo te ayudo, preparando el café. —A tí como si no te gusta el café que preparo. —Si me gusta, pero yo me divierto preparando café, tú sabes que es así, —Tienes razón, a ti te gusta la cocina, la disfrutas. Estamos en la casa prepar
Cuando estaba saliendo de la oficina de Richard escucho su voz llamándome. —Fernanda por favor, déjame llevarte. No lo quiero escuchar, salgo de la oficina sin mirar atrás. Mi intención fue irme a mi casa, pero lo pensé mejor. —Voy a tomarme está tarde para mí, voy a dar un recorrido por la ciudad, bueno lo que me alcance el tiempo, voy aprovechar la tarde, para que no me agarre la noche por aquí. Me fui al centro de la ciudad, decido dar un paseo por sus calles centrales, camino por las tiendas, me detengo en las vitrinas dónde exhiben ropa, definitivamente que Roma es uno de los países de más alta costura, ¡wow! Me encanta la moda, puedo pasarme horas viendo prendas de vestir, sigo con mi paseo y me detengo en una cafetería donde sus mesas están colocadas en las aceras, dónde los caminantes se mezclan con los clientes. Me siento en una de ellas, ordeno un café express y un tiramisú, allí me quedo saboreando mi café y mi pastel, me deleito viendo a
La Fontana di Trevi me hipnotizó, me llevó a un mundo paradisíaco dónde sólo existíamos los dos. —Señorita, ¿me puedo sentar a su lado? —Claro, disculpe estaba distraída. Veo mi reloj y me doy cuenta que es tarde, ya la tarde está cayendo, me levanto y me despido de la fuente, por supuesto ya hace bastante rato que lancé mi moneda a la fuente. Me subo al transporte para irme a mi casa, reviso mi teléfono, ¡Santo, Dios! tengo varias llamadas perdidas de Richard. —No Richard, no te voy a llamar, no quiero empañar está tarde mágica que tuve con mi Marlon. Llego a la casa y lo primero que veo son los brazos extendidos de mi bebé, que viene corriendo para abrazarme. —Mi niño bonito, extrañaste a mamá, ven acá dame un beso. —Hola Fernanda. —Hola señora Isabella. —Cuéntame de los cursos, ¿qué averiguaste? —Todavía no sé nada. —¿ Y eso por qué? —Decidí tomar la tarde para pasear, caminé por algunas calles del centro y luego
Estaba en la delegación de policía, frente al sargento que me está interrogando, de pronto escucho esa voz, que fue como manantial de agua fresca sobre mi, cuando ya me creía perdida sin saber que decir, llegó mi defensor, mi abogado, esa palabra sonó en mis oídos como el canto de un ángel, " su abogado" no sé de dónde salió, pero bienvenido sea. —Señorita Fernanda, le ruego que no diga nada. Sargento solicito hablar con mi clientes, por favor. —Está bien, está en su derecho y el de ella, los dejo solos para que hablen. El sargento salió de la oficina y yo me quedo con este señor de sonrisa dulce, con pelos canosos y mirada de ángel. —Señorita Fernanda, necesito que me cuente con lujo de detalles todo lo que pasó con el señor Frank. —Primero quiero que me diga quién lo contrató para que me defendiera. —Señorita Fernanda yo soy el abogado de la empresa en la cual trabaja, el señor Richard me llamó para ponerme al tanto de lo que estaba pasando. —
Dentro de poco vienen para trasladarme a una celda, el sargento me dijo que era una celda pequeña que ellos tienen para casos especiales, que no me preocupara yo no iba a tener contacto con los otros detenidos. Me comí la hamburguesa, la verdad no tenía hambre, todo esto me tiene sin apetito, pero Richard tiene razón tengo que recuperar mis fuerzas, no sé cuánto tiempo voy estar aquí. —Señorita Fernanda, acompáñenos por favor. Sigo a los agentes y me llevan hasta una pequeña celda con una cama individual y un baño diminuto. —Entre. —El agente cerró la puerta y me quedo pegada a los barrotes de la celda mirando sin mirar, en ese instante mi vida hizo un giro en sentido contrarió y regreso a la escena del día de la tormenta, cuando me escapé de mi casa, yo caminando sin rumbo fijo, mi vista puesta en la calle inundada por el agua de la lluvia, en ese momento mi vida no tenía futuro sólo quería caminar y caminar dónde mis pies me llevaran, la calle la veía