La vida no se detiene y yo tengo que seguir al compás de las horas del reloj, no me puedo detener. Ya tengo a mi bebé en casa, el señor Angelo (el dueño del restaurante) aceptó que lo llevara conmigo a trabajar siempre y cuando no interrumpa mis horas de trabajo, la señora Isabella lo coloca en su coche (regalo de todos los empleados del restaurante) muy cerca de ella y los demás empleados me ayudan bastante, a la hora de alimentar el niño, ellos me relevan en mis tareas, todos me ayudan con el bebé, incluso la que me veía con mala cara ahora es la que está más pendiente del niño. A la salida del trabajo, ninguno se retiraba sin antes despedirse del niño, así entre cariños y atenciones de parte de todos mi bebé fue creciendo. Por otro lado Augusto (el doctor) en sus días libres en el hospital nos visitaba, al principio me sentía un poco incómoda, pero ya me estoy acostumbrando a sus visitas, esa tarde recibo su llamada. —Hola Fernanda, me gustaría invitarte e
A partir de ese día, Augusto me llamaba en sus horas libres, o bien en mi hora de almuerzo, siempre llegaba a la casa con regalos para Marlon David que faltaba pocos días para cumplir su primer añito. Ya estaba dando sus primeros pasos y atendía por el nombre de David y no de Marlon, esto es debido que los empleados del restaurante lo llamaban David argumentando que Marlon era un nombre muy fuerte para un niño, por supuesto yo nunca les dije que así se llamaba su papá, sólo la señora Isabella lo sabía. Para su cumpleaños sólo quiero picarle una torta en el restaurante, no tengo dinero suficiente para hacerle fiesta, tengo un dinero ahorrado y eso es para algo que tengo en mente, ya llegará el momento que le pueda celebrar en grande un cumpleaños de mi hermoso bebé. A Marlon David el día de su cumpleaños lo visto con su ropa nueva, eso sí tiene y mucha, los muchachos del restaurante siempre le están regalando trajes, se veía muy hermoso, cada día se parecía más a su
Marlon David, está creciendo muy rápido, después de su primer cumpleaños, noto que su crecimiento va muy acelerado, en un pestañear puede llegar a los dos años y yo me siento estancada, vine a Italia a cumplir con un sueño y todavía no he iniciado el proceso. Voy a esperar para reunir un poco más de dinero y así empiezo mi búsqueda para estudiar diseño de Modas. Tengo que averiguar cómo hago con el bebé, si voy a estudiar aquí en Roma necesito a alguien que me lo cuide, no le puedo dejar esa responsabilidad a la señora Isabella. Bueno por ahora lo que necesito es dinero para ver cómo me organizo. El día de trabajo como siempre fue duro, con clientes cariñosos que dejan buenas propinas, otros con mal genio que nunca están conforme con el servicio, por supuesto estos son los más tacaños, los que pretenden que las meseras están a su disposición dentro y fuera del restaurante, total que vienen todo tipo de personas y a todos tenemos que sonreírle. El dueño
El trabajo en el restaurante me está resultando muy incómodo, cada vez que le llevo el café al señor Frank, me mira con lascivia, eso me inquieta, pero no dice nada, simplemente me mira. Una tarde a la hora de entregarle el café. —Señorita Fernanda este viernes un grupo de amigos se van a reunir aquí, así que necesito que los atienda, después del servicio le llamo un taxi para que la lleve a su casa. Eso me pareció muy bien, no sabía a qué hora terminaban esas reuniones y después irme para mi casa a altas horas de la noche es aterrador, aún más después del problema que tuve con Luciano. —¿Señorita Fernanda me está escuchando? —Sí, sí, lo escucho, está bien —Para atender a los invitados no se ponga el uniforme, vista con su ropa normal, pero falda, no pantalones. Eso me pareció extraño, pero bueno igual mis faldas no son muy cortas, así que por eso no hay problema. Llegó el día de la reunión, la señora Isabella estuvo esperando que la llam
El desayuno estuvo muy ameno la novia de Franco era igual a él, muy chistosa, entre los dos hacen reír al más serio, ellos quieren mucho a mi niño, Marlon David los llama tíos, bueno no lo pronuncia con exactitud, pero entre balbuceos es lo que quiere decir, tío, esa palabra hace que Franco se vuelva loco de alegría. La señora Isabella no pierde tiempo, cuando los muchachos salen de la casa enseguida me toma de la mano y me sienta en el sofá. —Ahora sí, quiero que me cuentes todo lo que pasó anoche. —Señora Isabella, tenemos prohibido contar lo que ocurra en esas reuniones de invitados especiales, pero usted es diferente, yo confío en su discreción, no quiero problemas con el dueño del restaurante. —No te preocupes, yo no soy mujer de estar comentando cosas que no son de mi incumbencia, yo soy muy discreta, veo y callo, siempre y cuando no me afecte a mí, ni a los míos. —Señora Isabella, el espacio de arriba, el cual el personal tiene prohibido visitar, r
Sin lugar a dudas es el odioso turco el que está entrando por esa puerta, tengo que hacer algo de inmediato, no me puede ver. Sin pensarlo mucho me vuelvo a sentar en la mesa, gracias a Dios que la silla está de espalda a la entrada del salón, me siento bajo la mirada de sorpresa de Richard, lo veo y le digo con voz asustada. —Ayúdame. El mira a su alrededor, y luego me toma las manos que están temblando, creo que todo mi cuerpo tiembla. —Dime en qué te puedo ayudar. —El hombre que está entrando, no me puede ver. Richard busca hacia la puerta y lo mira. —El turco, ¿te refieres a él? —Sí, sácame de aquí por favor. —Está bien, quédate tranquila yo me encargo. Le hizo una seña a la muchacha que trabaja conmigo, ella se le acerca. —La señorita Fernanda se siente mal, la voy a sacar de aquí, pero no quiero que Frank lo note, ¿será que te puedes encargar de eso? —Claro Richard, yo me encargo, no te preocupes Fernanda. —Gr
Cuando salimos de la casa, ya los rayos del sol se estaban asomando, anunciando el amanecer, de día la casa se ve impresionante. Es una construcción moderna en medio de un ambiente natural. Todo el paisaje a su alrededor invita a la meditación, los árboles que cubren el sendero para llegar a la casa son inmensos, vestidos con grandes ramas. Rompo el silencio porque ya me estaba inquietando. —Gracias por ayudarme con lo del turco. —Ya me has dado las gracias, cantidad de veces. —Y te las seguiré dando. —Si estás tan agradecida, acepta mi oferta de trabajo. —Te dije que lo iba a pensar. Me deja en la puerta de la casa. —Ya sé dónde vives, en cualquier momento me aparezco por aquí. —¿Y eso para qué? —Voy a ser tu jefe, así que puedo venir a buscarte o a traerte. —Todavía no he aceptado tu oferta de trabajo. Sonríe y luego se aleja en su auto, por cierto es un auto último modelo. Entro a la casa con mucho cuidado p
Cuando entro a la casa la señora Isabella me está esperando, sentada en un sillón frente a la puerta principal. —Hija, gracias a Dios que llegaste, me tenías preocupada, ¿por qué llegas tan tarde? Ella hablaba, pero no se había dado cuenta en las condiciones que llegaba. —Ya el niño se durmió, le di un baño, su alimento y se quedó dormido. Cuando paso al lado de ella, se da cuenta de la venda en mi hombro. —Isabella hija ¿qué te pasó? La miro y me lanzo en sus brazos a llorar. —Cálmate hija, cuéntame. —El señor Frank intentó violarme. —¿Qué? —Sí, gracias a Dios pude defenderme, le rompí la cabeza. —Bien bueno que le rompiste la cabeza a ese desgraciado, ¿lo denunciaste? .—No. —¿Y por qué no? —¿Y si me acusa de agresión? —Tú lo acusas de intento de violación. —Eso no es tan fácil. —Caramba Fernanda, tú no pegas una, ahora ¿qué vamos hacer?. — La pregunta es,¿qué voy hacer? usted no tiene po