Todavía no salía de mi asombro al ver que mi padre y Patricia se conocían. — ¿ Entonces no piensan decirme de dónde se conocen? — ¡ Claro que sí hija! Patricia fue mi alumna y además trabajamos juntos en varios casos aquí en México. Pero estoy sorprendido de verte aquí, ¿ Cómo conoces a mi hija? — Papá, Patricia fue quien sacó en libertad a Guillermo. Mi padre se quedó con los ojos abiertos y con una expresión que definitivamente lo había dejado muy impresionado, lo menos que se esperaba era que su pupila al final iba a terminar dejando en libertad al hombre que prácticamente me había destrozado la vida. — ¿Cómo está doctor Barradas? Lamento haberlo encontrado en esta circunstancias, pero lo que dice Ana Paula es verdad, yo fui el abogado defensor de Guillermo. — La verdad es que me sorprende que una joven tan brillante como tú, haya decidido defender a un delincuente como Guillermo. — Ante todo soy una profesional doctor Barradas, y usted mismo me lo inculcó cuando estaba
Mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido, me sentía muy nerviosa porque era la primera vez que veía Guillermo en ese estado de deterioro, grave y sin saber si iba a sobrevivir de ese aparatoso accidente. En su mirada se veía una profunda tristeza y al mismo tiempo la desesperación de querer decirme muchas cosas pero que en medio de su debilidad y dolor, le costaba mucho esfuerzo poder hablar. —Ana Paula…viniste. —Por favor trata de calmarte un poco Guillermo, el agitarte te puede hacer daño. A pesar de mis advertencias él estaba muy desesperado y seguía insistiendo en querer decirme algo que al parecer era muy importante para él. Yo estaba en medio de una mezcla de sentimientos encontrados, porque no podía dejar de sentir lástima y mucha pena, de verlo en ese estado tan indefenso y desvalido. Pero al mismo tiempo recordaba todo el tiempo que me perdí sin ver a mi hija, y una especie de coraje me invadía por segundos y lo que sentía era mucho odio hacia él. —Tengo…algo …
Al día siguiente…Estaba desayunando con Ana Beatriz y Lola en el mesón de la cocina. De pronto llamaron a la puerta:—¿ Quién será? ¿ Usted espera a alguien tan temprano señora Ana Paula? —No en lo absoluto. Tal vez puede ser papá que olvidó de nuevo sus llaves. —¿Quiere que abra yo?—¡ No Lola! Déjame ir yo para saber de quién se trata. Mientras tanto sigue dándole el desayuno a Ana Beatriz. Caminé por el largo corredor mientras pensaba que tal vez podía ser Luis José, en todos estos días él había ido a visitar a Ana Beatriz y pasaba con ella el tiempo que le permitía su trabajo en el hospital. Sin embargo, aún no habíamos definido nada sobre nuestra relación. Yo en el fondo estaba llena de dudas y miedos, porque no quería volver a pasar por una nueva separación de nuevo. Al llegar a la puerta, respiré profundo antes de abrirla, no dejaba de causar en mí cierto nerviosismo cuando tenía enfrente de mí a Luis José. No podía negarme a mí misma que aún estaba profundamente enam
Después de un par de horas, habíamos llegado al hospital en donde tenían internada a Abril. Era realmente muy triste ver las medidas de seguridad que tenían en vista de que había sido catalogada como una delincuente de alta peligrosidad, muy a pesar de saberse que se encontraba en estado de gravedad. El hospital no era el mismo donde trabajaba Luis José, este se trataba de un edificio adjunto al penal de mujeres en donde se encontraba Abril pagando su sentencia. —Hola, soy el doctor Luis José Simanca, ex esposo de la señora Abril Rincón. Me avisaron que la habían trasladado aquí del penal, por herida de arma blanca. El guardia encargado enseguida revisó en el sistema y le dijo a Luis José:—La reclusa se encuentra hospitalizada en la sala 22 al final del pasillo, puede registrarse allí con mi compañero para que pueda darle el acceso. —Muy bien, gracias. Luis José me tomó de la mano en vista de mi estado de nerviosismo. Aquel sitio era muy deprimente y frío. Había algunos famil
Sentía la respiración de Luis José muy cerca de mí boca, estaba deseosa de que me besara, no podía seguir engañándome a mí misma y negándome la posibilidad de ser feliz con el padre de mis hijos. A pesar de todos mis miedos, lo miré a los ojos y le dije con toda la sinceridad de mi alma y de mi corazón: —¡Claro que te amo! Desde la primera vez que te vi en aquella playa solitaria cuando apareciste de la nada para ayudarme con la herida que me había hecho en mi pie, supe que eras el gran amor de mi vida. —Yo también te amo Ana Paula, tú eres la mujer de mi vida y lo más hermoso que me ha pasado además de mi hija y de ese bebito que llevas en tu vientre, que es también fruto de nuestro amor. Enseguida me besó, fue un beso lleno de amor y al mismo tiempo de deseo, ese deseo y esas ganas que llevábamos acumuladas desde hace mucho tiempo. No quería que ese momento terminara jamás, solo quería perderme entre sus brazos, estaba ansiosa de poder estar con él y que me hiciera el amor has
Habían transcurrido los días, la relación entre Luis José y yo había comenzado como si nos estuviéramos conociendo por primera vez. Iba al apartamento a visitar a nuestra hija y por supuesto también compartía tiempo conmigo, pero luego a pesar de las ganas de estar juntos íntimamente como tanto lo deseábamos, al finalizar su visita, él se iba y yo me quedaba como cuál adolescente cuando tiene un novio bajo la estricta vigilancia de sus padres.Para mí, fue realmente muy divertido, comenzamos a conocer otra parte de nuestras vidas que no sabíamos que existía. Íbamos al cine, al teatro, a comer, en fin, la relación comenzó a consolidarse poco a poco y a convertirse cada vez en más necesario el querer estar juntos como una gran familia. Aún no había pedido mi mano formalmente a mi padre, creo que él estaba planificando muy bien que fuera un momento muy especial. Estaba haciendo todo lo posible para que las cosas marcharan de la mejor manera, sentía que no solamente lo hacía para com
No podía evitar el nerviosismo al tener aquel sobre misterioso en mis manos, mientras sentía la mirada de aquel abogado clavada en mi, esperando a que yo me decidiera a abrirlo para saber su contenido. Respiré profundo y terminé de abrirlo, saqué un documento que tenía su sellos y las estampillas anexadas requeridas por la ley, comencé a leerlo y en la medida que iba avanzando no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. —¿Pero qué significa esto? —Lo que está leyendo señora Ana Paula, es el testamento que dejó el Señor Guillermo Boss donde la nombra a usted como su heredera universal. —¡Pero esto no puede ser! Yo no puedo aceptar algo así. —Déjeme decirle que todos los bienes del Señor Guillermo se encuentran a su nombre, además de las cuentas bancarias y una colección de obras de artes realizadas por él, que se encuentran bajo llave en una propiedad ubicada en París, que también está a su nombre. Yo no salía de mi asombro, de hecho no podía ni levantarme del sofá. Sabí
Enseguida tomé el teléfono para llamar a Patricia, tenía el pálpito de que a través de ella podía dar con el paradero de Leonardo. —¿Patricia? ¡Hola! Soy yo, Ana Paula. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —¡Ana Paula! Pero qué sorpresa, la verdad es que no esperaba tu llamada. Bueno yo estoy dentro de todo más tranquila. Pero cuéntame ¿Y tú cómo estás? —Bueno la verdad es que después de tantas cosas que me han pasado los últimos días, creo que me siento un poco aturdida todavía. La muerte de Abril fue un duro golpe que terminó de partir mi corazón en dos. —Sí, de verdad que lo siento mucho, desafortunadamente ese fue el final que ella misma se buscó. Pero me imagino que no llamaste para hablar de tu hermana Abril, ¿Acaso sucede algo? —Sí, la verdad es que hoy me sucedió algo que no me lo esperaba y de alguna manera sé que cuando te enteres de qué se trata te va a sorprender.—Ya me has puesto ansiosa por saber. ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Tiene algo que ver con Luis José? —¡No!