Al día siguiente…Estaba desayunando con Ana Beatriz y Lola en el mesón de la cocina. De pronto llamaron a la puerta:—¿ Quién será? ¿ Usted espera a alguien tan temprano señora Ana Paula? —No en lo absoluto. Tal vez puede ser papá que olvidó de nuevo sus llaves. —¿Quiere que abra yo?—¡ No Lola! Déjame ir yo para saber de quién se trata. Mientras tanto sigue dándole el desayuno a Ana Beatriz. Caminé por el largo corredor mientras pensaba que tal vez podía ser Luis José, en todos estos días él había ido a visitar a Ana Beatriz y pasaba con ella el tiempo que le permitía su trabajo en el hospital. Sin embargo, aún no habíamos definido nada sobre nuestra relación. Yo en el fondo estaba llena de dudas y miedos, porque no quería volver a pasar por una nueva separación de nuevo. Al llegar a la puerta, respiré profundo antes de abrirla, no dejaba de causar en mí cierto nerviosismo cuando tenía enfrente de mí a Luis José. No podía negarme a mí misma que aún estaba profundamente enam
Después de un par de horas, habíamos llegado al hospital en donde tenían internada a Abril. Era realmente muy triste ver las medidas de seguridad que tenían en vista de que había sido catalogada como una delincuente de alta peligrosidad, muy a pesar de saberse que se encontraba en estado de gravedad. El hospital no era el mismo donde trabajaba Luis José, este se trataba de un edificio adjunto al penal de mujeres en donde se encontraba Abril pagando su sentencia. —Hola, soy el doctor Luis José Simanca, ex esposo de la señora Abril Rincón. Me avisaron que la habían trasladado aquí del penal, por herida de arma blanca. El guardia encargado enseguida revisó en el sistema y le dijo a Luis José:—La reclusa se encuentra hospitalizada en la sala 22 al final del pasillo, puede registrarse allí con mi compañero para que pueda darle el acceso. —Muy bien, gracias. Luis José me tomó de la mano en vista de mi estado de nerviosismo. Aquel sitio era muy deprimente y frío. Había algunos famil
Sentía la respiración de Luis José muy cerca de mí boca, estaba deseosa de que me besara, no podía seguir engañándome a mí misma y negándome la posibilidad de ser feliz con el padre de mis hijos. A pesar de todos mis miedos, lo miré a los ojos y le dije con toda la sinceridad de mi alma y de mi corazón: —¡Claro que te amo! Desde la primera vez que te vi en aquella playa solitaria cuando apareciste de la nada para ayudarme con la herida que me había hecho en mi pie, supe que eras el gran amor de mi vida. —Yo también te amo Ana Paula, tú eres la mujer de mi vida y lo más hermoso que me ha pasado además de mi hija y de ese bebito que llevas en tu vientre, que es también fruto de nuestro amor. Enseguida me besó, fue un beso lleno de amor y al mismo tiempo de deseo, ese deseo y esas ganas que llevábamos acumuladas desde hace mucho tiempo. No quería que ese momento terminara jamás, solo quería perderme entre sus brazos, estaba ansiosa de poder estar con él y que me hiciera el amor has
Habían transcurrido los días, la relación entre Luis José y yo había comenzado como si nos estuviéramos conociendo por primera vez. Iba al apartamento a visitar a nuestra hija y por supuesto también compartía tiempo conmigo, pero luego a pesar de las ganas de estar juntos íntimamente como tanto lo deseábamos, al finalizar su visita, él se iba y yo me quedaba como cuál adolescente cuando tiene un novio bajo la estricta vigilancia de sus padres.Para mí, fue realmente muy divertido, comenzamos a conocer otra parte de nuestras vidas que no sabíamos que existía. Íbamos al cine, al teatro, a comer, en fin, la relación comenzó a consolidarse poco a poco y a convertirse cada vez en más necesario el querer estar juntos como una gran familia. Aún no había pedido mi mano formalmente a mi padre, creo que él estaba planificando muy bien que fuera un momento muy especial. Estaba haciendo todo lo posible para que las cosas marcharan de la mejor manera, sentía que no solamente lo hacía para com
No podía evitar el nerviosismo al tener aquel sobre misterioso en mis manos, mientras sentía la mirada de aquel abogado clavada en mi, esperando a que yo me decidiera a abrirlo para saber su contenido. Respiré profundo y terminé de abrirlo, saqué un documento que tenía su sellos y las estampillas anexadas requeridas por la ley, comencé a leerlo y en la medida que iba avanzando no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. —¿Pero qué significa esto? —Lo que está leyendo señora Ana Paula, es el testamento que dejó el Señor Guillermo Boss donde la nombra a usted como su heredera universal. —¡Pero esto no puede ser! Yo no puedo aceptar algo así. —Déjeme decirle que todos los bienes del Señor Guillermo se encuentran a su nombre, además de las cuentas bancarias y una colección de obras de artes realizadas por él, que se encuentran bajo llave en una propiedad ubicada en París, que también está a su nombre. Yo no salía de mi asombro, de hecho no podía ni levantarme del sofá. Sabí
Enseguida tomé el teléfono para llamar a Patricia, tenía el pálpito de que a través de ella podía dar con el paradero de Leonardo. —¿Patricia? ¡Hola! Soy yo, Ana Paula. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —¡Ana Paula! Pero qué sorpresa, la verdad es que no esperaba tu llamada. Bueno yo estoy dentro de todo más tranquila. Pero cuéntame ¿Y tú cómo estás? —Bueno la verdad es que después de tantas cosas que me han pasado los últimos días, creo que me siento un poco aturdida todavía. La muerte de Abril fue un duro golpe que terminó de partir mi corazón en dos. —Sí, de verdad que lo siento mucho, desafortunadamente ese fue el final que ella misma se buscó. Pero me imagino que no llamaste para hablar de tu hermana Abril, ¿Acaso sucede algo? —Sí, la verdad es que hoy me sucedió algo que no me lo esperaba y de alguna manera sé que cuando te enteres de qué se trata te va a sorprender.—Ya me has puesto ansiosa por saber. ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Tiene algo que ver con Luis José? —¡No!
Patricia había llegado al restaurante donde trabajaba Leonardo, estaba muy nerviosa ya que el tener que verlo de nuevo frente a frente, significaba para ella tener que lidiar con el recuerdo de Guillermo. Era realmente impresionante el parecido tan grande que tenían los dos, y en el fondo tenía miedo de que sin darse cuenta terminara mezclando sentimientos por ese gran parecido. Se sentó a una mesa y enseguida el mesero se acercó a ella mientras le ofrecía la carta con el menú.—Buenas tardes señorita, ¿Desea ordenar?—La verdad es que estoy buscando al chef, el señor Leonardo Boss. —¡Claro enseguida le llamo! ¿Me podría decir su nombre por favor?—Sí, dígale que lo busca Patricia Palermo. —Muy bien, enseguida regreso. Patricia miraba de un lado a otro, sentía que no estaba segura de si estaba haciendo bien o no, pero de igual forma debía notificarle a Leonardo lo de la herencia. Tomaba un poco de agua, luego respiraba profundo y trataba de controlar sus manos temblorosas,
Años después…— Ana Beatriz, Frida Sofía y Ana Luisana, ya es hora de que vayan a lavarse las manos para merendar. Han pasado todo el día jugando en la piscina y se van a insolar. — ¡Ay mami! Déjanos un ratito más, es que estamos aburridas y queremos seguir jugando. — Niñas, deben hacerle caso a mamá, llevar tanto sol después les puede hacer daño en la piel, así que vamos rápido a lavarse las manos y luego se sientan a la mesa que dentro de unos minutos vamos a comer. — les dijo luis José, el cual acababa de llegar exahusto con todos los preparativos de su nueva clínica en Cancún. — Gracias cariño, estas niñas cada vez me sacan más canas verdes. ¿Y cómo va la nueva clínica? — Está todo muy bien, ya contratamos al nuevo personal, terminé de pintar mi consultorio y todo está quedando a pedir de boca. Pero ven y dame un beso mira que he pasado todo el día trabajando y solo con tus besos puedo sentir alivio. — Ahora soy yo tu salvadora pero no desconocida jaja