Ese día, al regresar a casa, me sentía impotente y afectada tras la conversación con Luis José. Había confirmado el delicado estado de salud de mi hermana Abril, y aunque lo amaba profundamente, no podía ignorar que él era su esposo. La situación me obligaba a mantenerme callada y alejarme de él para siempre. — Ana Paula, por fin llegas. Papá y mamá preguntaron por ti. Nos invitaron a almorzar en el club, pero no respondías el celular. — Lo siento, Abril, pero no me siento bien. Me retiro a mi habitación. — ¡Espera! Mira cómo tienes el pie inflamado y sangrando. El dolor de la herida era indescriptible. Me había olvidado de cuidar la herida debido a mis preocupaciones. — Debes curarte esa herida, Ana Paula. Debería decirle a Luis José que te examine. — ¡No! No es necesario, yo puedo hacerlo. — ¿Por qué no? Luis José es un excelente médico. Aunque aún no se ha especializado, estás en buenas manos. — No quiero molestarlo. Puedo cuidarme sola. Ver a Luis José junto a mi hermana m
La tensión en la habitación era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso y cargado de secretos. Y me sentía atrapada en un torbellino de emociones, me debatía entre la culpa y el deseo prohibido que me consumía lentamente. Luis José, tratando de apaciguar la ola de coraje que se veía en Nelson, intentó calmar las aguas antes de que la situación empeorara. Mientras yo después de aquel beso que me había estremecido, no podía evitar sentirme culpable y traidora. Mis ojos se encontraron con los de Nelson, quien me miraba con una mezcla de confusión y celos al mismo tiempo, sin tener la certeza real de lo que estaba sucediendo. — Nelson, no es necesario que adoptes esa actitud —dijo Luis José, con voz firme—. Pero solo estoy en la habitación de Ana Paula para curarle la herida en el pie. Se le salió un punto y había que suturar de nuevo. Nelson, con sarcasmo, respondió: — ¡Ah claro! Se me había olvidado que eres médico. Qué amable de tu parte, ¿no crees, cariñito? Es bue
Regresando a casa, el silencio pesaba en el auto. Mi madre, al volante, parecía esperar una respuesta que yo no podía articular. Lo que debió ser un motivo de alegría se había convertido en mi peor pesadilla: el hijo que llevaba en mi vientre era el resultado de un pecado, cometido sin saber lo que estaba haciendo. — Pero hijita, desde que salimos del consultorio del doctor, no has dicho una sola palabra. ¿Acaso no te da gusto que vas a ser madre? — mi madre rompió el silencio con preocupación. — Yo… la verdad es que yo…no me esperaba esto — balbuceé, luchando contra las lágrimas. — Bueno hija, es lo más lógico que podía pasar si tú y Nelson no se cuidaron. Ahora lo importante es que hablemos con Nelson para adelantar la boda para este mismo fin de semana; no podemos dejar que pase más tiempo. — ¿Qué? ¿Decirle a Nelson? ¿Casarme este fin de semana? ¿Pero te volviste loca, mamá? — exclamé, sintiendo que su presión me estaba aplastando por completo. Mi madre frenó el auto de repente
Luis José manejaba el automóvil mientras yo me perdía en mis pensamientos. Muchas cosas rondaban mi mente, pero una en particular persistía desde que supe de mi embarazo. El silencio entre nosotros se prolongó hasta que estacionó el auto en un mirador, revelando una vista impresionante de la ciudad. La paz y la calma del lugar me tranquilizaron, y el contacto con la naturaleza me hizo sentir un poco más serena. —Bajemos del auto. — dijo Luis José. —Respirar aire puro te ayudará a calmarte para que podamos hablar. .Sin pronunciar palabra, descendí del vehículo. Estaba exhausta de llorar y de no dormir desde que descubrí que el hombre del que estaba enamorada era el esposo de mi hermana. Nos sentamos en unas rocas cercanas al auto. El silencio se prolongó, una eternidad para mí. Luis José esperó pacientemente hasta estar seguro de que estuviera un poco más tranquila; hasta que finalmente rompió el silencio: — ¿Podemos hablar? ¿Te sientes mejor? — Sí. — ¿Es mi hijo el que esp
Mi padre estaba a punto de revelarle a Nelson la noticia de mi embarazo cuando el teléfono de la casa sonó, interrumpiendo el destino con su estridente urgencia. Era yo, claro, llamando justo a tiempo antes de que se desatara la tercera guerra mundial. —Hola, Ana Paula, ¿dónde demonios te has metido? Nelson acaba de llegar y está hablando con papá. —Abril, mi hermana, sonaba preocupada. —¿Ya papá le contó a Nelson sobre el bebé? — pregunté con mi voz temblorosa y sintiendo un susto que se alojó en mi estomago. —No, aún no. Justo iba a empezar a hablar con él cuando el teléfono lo interrumpió ya que se imaginó que podías ser tú. ¿Pero dónde estás? ¿Y Luis José está contigo? —Sí, Abril, pero por favor, pásale el teléfono a papá. Necesito hablar con él urgentemente antes de que pueda contarle lo de mi embarazo a Nelson. ¡Apresúrate! Mi padre tomó la bocina, se escuchaba realmente molesto. —¿En dónde estás, Ana Paula? Tu prometido está en casa, y deberías estar aquí para que habl
Yo trataba de luchar por mantener la calma mientras enfrentaba a Nelson. El aire estaba cargado de tensión, y las palabras amenazaban con terminar de destruir mi vida más de lo que ya estaba. — Nelson, no es necesario que sepas quién es el otro hombre —le dije con voz temblorosa, la verdad es que en el fondo tenía mucho miedo de su reacción—. El daño ya está hecho, no podemos continuar anclados en un compromiso que ya no tiene razón de ser. Nelson me miró con su furia contenida ya que no podía pegar cuatro gritos en vista del lugar en donde nos encontrábamos. Sus ojos oscuros parecían atravesarme, ya no sabía cómo hacer para tratar de calmarlo y hacerlo entender que ya no había nada que hacer. — ¡Necesito saberlo! —exigió—. ¿Quién es el canalla que te ha embarazado? Si estás esperando un hijo de otro hombre, merezco saber la verdad. ¿Quién es tu amante? Comencé a sudar frío, me mordí el labio inferior, sentía que en cualquier momento podía caer desmayada al piso. No podía revela
Horas después, Nelson me llevó de regreso a casa. La tensión en el ambiente se palpaba, mientras él se enfrentaba a mis padres, asumiendo audazmente que él era el padre del hijo que yo esperaba. Pero la verdadera sorpresa estaba reservada para Luis José.Él, esperaba de Nelson lo peor, ya que llegó con su habitual aire de altivez, y se había anticipado a que él venía dispuesto a sacar a relucir la verdad. Luis José se estaba preparando para el choque que esto iba a generar en mis padres y especialmente para las consecuencias que Abril enfrentaría cuando la verdad saliera a la luz. Sin embargo, quedó atónito cuando Nelson, con una sonrisa sarcástica, se dirigió a mis padres:— Bueno, suegritos, Ana Paula me ha dado la excelente noticia de que seré padre. Así que he venido a asumir mi responsabilidad como todo un caballero. No soy como otros que se esconden tras la falda de una mujer. Yo sé enfrentar mis obligaciones y voy a cumplirle a Ana Paula como ella se lo merece.El comentar
El sentir de nuevo los labios de Luis José, me hizo estremecer una vez más, sabía que estaba mal, pero no entendía por qué él tenía ese efecto en mí. En ese momento, la cordura se desvaneció. Solo quería que ese instante fuera eterno.Nunca había sentido algo igual, y estaba segura de que él también lo experimentaba. Sin embargo, lo aparté de mí mientras sollozaba:— ¡No, Luis José! Esto no está bien. ¿No te das cuenta de que mi hermana Abril está en la otra habitación a tan solo unos pasos de aquí? Esto es una , esto no debe pasar de nuevo.Él me miró con intensidad. —Ana Paula, te amo. — susurró. —Después de lo que vivimos en Cancún, no puedo estar con Abril. Esto que siento por ti es mucho más fuerte que yo. Y por esa razón no puedo permitir que te cases con Nelson.— No puedo cancelar la boda. Todo está en marcha, aunque quisiera detenerlo.— Pero Ana Paula, aún estamos a tiempo de decir la verdad. No puedo vivir sin ti. ¿Cómo es posible que Nelson aceptara casarse contigo despué