Miedo nocturno

No dije nada ni cuando Enzo empezó a conducir. Iba de morros en el asiento del copiloto y mi madre en los asientos traseros del deportivo descapotado casi alucinando por estar ahí sentada. La dejó en el motel asqueroso y alejarme de ella me dejó tiempo para procesar mejor todo. 

Estaba bien, me sentía más liviana por mi parte. Las cosas con mi madre habían fluído, no sería jamás una madre de verdad pero era mi familia y sabía que no podía vivir toda la vida llena de rencor y odio por ella. 

Sentí un calor rodearme la rodilla y vi la mano de Enzo sobre mi piel. Tiré de sus dedos y los alejé de mi. 

—No me toques —repetí. 

—No me jodas. Te he dejado días tranquilos para que disfrutes, pero tenías que h

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