La mansión
Yo me cubrí con la sábana arrugada y él se levantó de la cama tirando el preservato y colocándose los calzoncillos de nuevo. No volvió a la cama, abrió los cajones del armario y me tiró un conjunto de ropa interior que ni conjuntaba. Me lo puse y cuando me estaba abrochando el sujetador a toda prisa para quitarle mi ropa de entre las manos, llamaron a la puerta con los nudillos. Me levanté consiguiendo encajarme el enganche y joder, ¡me acababa de acostar con Enzo!

Me agaché para coger una vieja camiseta de manga corta que se había salido de mi maleta y me la puse estirándola hasta medio muslo.

—¿Qué coño haces? —me preguntó sujetando uno de mis sujetadores en la mano.

—Abrir, han llamado —me estiré y le quité mi prenda de la mano—. Y deja de toquetear mis cosas.

—Te acabo de follar, no me hables de tocar tus cosas.

Puse los ojos en blanco y arrastré los pies pasando sobre la ropa tirada del suelo hasta la puerta. Tiré del pomo y el hombre tras la puerta me dio un repaso desc
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