Desde otro punto las leyes en un Clan siempre se verían como locuras y ese también fue el caso de Emma, quien aún no concibía que quisieran marcarla como si fuera una pertenencia a una empresa. Llegó la mañana y aún estaba esa molestia de no saber, de donde sacaban tantas ocurrencias, se suponía que nada sobrepasaría lo que pasaba por su mente, pero por supuesto que esos desquiciados del concejo eran los únicos capaces de hacerlo. Más que todo, Vicente siendo el instigador de tal fechoría.__ ¿Tengo cara de vaca? Porque solo eso explica que me quieran marcar. - dijo cuando llegaron a la oficina. Maximiliano dejó de lado sus ocupaciones. - Una cosa es que tengo que escucharte cuando dices que soy tuya cada dos segundos, pero de eso a que alguien me...__ Deja ese tema por la paz. No permitiré que te hagan nada. - declaró su esposo. - Ya lo dejé claro y si alguien lo intenta, le pondré esa misma marca en los intestinos.__ No tienes que ser tan descriptivo conmigo. - los gestos de Emma
Los ojos de Max captaron ese disparo que marcó su vida, el primero de ellos.No podía concentrarse en su trabajo. Por más que trató de no pensar en lo que estaba viendo y escuchando a causa de sus recuerdos, le fue imposible no regresar a ese sitio abandonado, con olores desagradables y a antigüedad. Frío y sin un sitio al cual correr. Por instinto masajeó su muñeca, esa donde la cicatriz estaba y la cual ardió como si la herida hubiese sido hecha en ese instante. Emma se dió cuenta de lo que ocurría con él, por lo que posó la mano sobre ese sitio, logrando que todo el ruido que había fuese eliminado con solo su contacto. Al fijar sus ojos en los de su asistente, Max pudo respirar sin sentir que cada respiración era la de estacas incrustadas en sus pulmones. __ Ya está. - le dijo ella, inclinándose un poco para unir sus labios sobre los de él. - No lo veas más.__ No estoy viendo nada. - rió con ironía, como si tratara de regresar a ser el hombre que dejaba de lado las emociones p
Ofelia siempre tuvo en su cabeza la forma para ser vista como una mujer que llevara el apellido de un hombre que con solo la mención fuese la llave para entrar a cualquier lugar. En ese instante, cuatro de sus grandes amigas estaban en su mesa, cenando mientras el tema de conversación era la organización de uno de los eventos más grandes del club en donde cada una existía. Todas comiendo con tal elegancia, tomándolo como una competencia de quién tenía más modales entre dicha agrupación. El tintineo que causó cuando los cubiertos tocaron la loza de sus platos era todo el ruido que podía escuchar, además de las risas delicadas de cada una de ellas. Ninguna esperó al hombre que entró dando grandes pisadas, mientras su saco se ondeó debido a la velocidad que llevaba. __ ¡¿Donde está?! - la pregunta las hizo sobresaltar a todas cuando un rugido salió de su garganta rompiendo con el silencio. - ¡¿Donde está, Ofelia?!__ Maximiliano, hijo...__ ¡Deja las put4s apariencias, Ofelia! ¡Deja d
La urgencia con la cual Maximiliano se adueñó del cuerpo de Emma arrasó con el lado racional del inglés y el temor de su mujer, en un sitio donde no había nada más que ellos dos y una extensa oscuridad que se cerró sobre ambos para ahogar pensamientos y darle paso al deseo que ninguno quería apagar. La mano subió por el abdomen que se tensó con el agarre brusco y doloroso de su marido en la parte trasera de su cuello, mientras ella trató de arrancarle los botones de la camisa, arañando su piel en el proceso. El beso cargado de dominio la mantuvo presa de las ansias por recuperar el aliento, sin poder lograr más que él hombre que la puso contra el mueble de la oficina en donde prácticamente le destrozó la prenda que llevaba puesta aún.Los senos quedaron ante sus ojos, los cuales fueron atacados por el hombre que apretujó uno de ellos, en tanto sus dientes atraparon el pezón del que se llevó a la boca, Emma no pudo dejar de sentir que necesitaba atención en otro sitio, mientras que e
__ No soy de intervenir en la relación poco llevable que tienen Ofelia y tú, pero considero que la forma en que sucedieron las cosas pasan lo...__ Ni te esfuerces, Iván. Poco me interesa comenzar mi mañana con una más de las discusiones por culpa de tu esposa. - lo silenció Max al abrir la puerta de su casa, ya vestido con un traje hecho a la medida. - Si es todo, la puerta sigue abierta.__ No, no me iré hasta que me digas lo que ocurre para que te comportes como si fueras un violento siempre. - lo siguió hasta el comedor donde este se sentó y ofreció a su padre, quien solo recibió un café. - Tú no eres impulsivo, hijo. Lo que sea que tienes contra ella, podemos hablarlo. __ Tú eres partidario de que son pruebas, solo son conjeturas sin sentido. - le dijo Max. - Por más que te lo explique, lo único que dirás será que si tengo pruebas y no, no las tengo aún. __ Pero debe ser algo grave para que pongas así. __ Que te lo diga Ofelia. - insinuó. __ Es lo mismo que dijo ella y no pie
__ ¡Abre los ojos, Iván! ¡Abre los maldit0s ojos! - le exigió su hijo sosteniendo su saco, para levantarlo. - ¡Despierta! Emma estaba apresurada conduciendo a la clínica, mientras su esposo no dejó de presionar la herida que su padre tenía en su torso. La sangre no dejó de emanar de la herida y para Max, era como si sintiera el resquemor él mismo. __ Estamos por llegar. - avisó su mujer pisando el acelerador, mientas Max tenía su ropa bañada de la sangre que su padre botó en grandes cantidades, estaba comenzando a perder color y él no podía pensar en otra cosa que no fuera en aquél niño que le rogó a su madre despertar, mas nunca lo hizo.Regresó a ese sitio apestoso, donde no pudo ver más que unas cuerdas en sus pies, para impedir que pudiera escaparse. Apretó a Iván contra su pecho y luego de tantas veces que le reprochó el haber sido tan débil, ahora rogó por qué este no se rindiera. Sus puños estaban cerrado con la camisa de su padre en el interior de sus dedos casi blancos.__
Las miradas de Max siempre dirían mucho más de lo que pudieran hacerlo sus palabras, era algo que Emma tenía claro. Pero en ese momento no sabía lo que estaba viendo. Su esposo salió de la clínica sin pronunciar una palabra, mostrándose como el mismo de siempre, pero con ese silencio rotundo de no responder ni decir nada al respecto. Ofelia por su parte ya estaba organizando un funeral, Nataniel ni siquiera sabía que sentía, pues aún cuando era el hombre que conoció como una figura paterna muy presente, la influencia de su madre era mucho mayor. __ Dime algo. Lo que sea. - trató Emma por enésima vez. - Max.__ Estoy bien. Solo necesito pensar. - dijo este a su vez, pasando a la ducha, mientras Emma no tenía ni la más mínima idea si ese tiempo era el que necesitaba para derrumbarse, aunque Max salió aún más sereno de lo que entró. __ Max, sé cómo te sientes. Sí necesitas...__ Saldré esta noche. - avisó colocándose ropa y un abrigo, sacó un maletín de su armario que Emma jamás habí
El helicóptero aterrizó y Emma no supo que lugar era, pues la mañana comenzó a llegar y desorientada no tenía ni la más remota idea de lo que sucedía en realidad.Samir la dirigió por un camino empedrado en donde cargó todo por ella, mientras tanto Emma no dejó de ver a su alrededor. La neblina de la mañana le erizó los vellos del cuerpo entero, pero solo se abrazó a sí misma para continuar descendiendo hasta una casa que parecía más una casa para aislarse del mundo entero. Entonces algo tuvo sentido. Era eso lo que quería estar en un lugar donde nadie pudiera tener contacto con ellos.__ El señor pidió que le tuviéramos un abrigo listo, señora. - dijo una mujer de mediana edad que tenía el cabello perfectamente amarrado. Ella agradeció y se cubrió con la tela gruesa inmediatamente, preguntando a la vez por Max. - Se encuentra en la sala de comunicación. Cuando termine de seguro saldrá de ahí. __ ¿Puedo ir allí? - preguntó tímida. __ Es su esposo, según dijo. Puede hacer lo que sea.