Camille iba con el estómago encogido, con deseos de vomitar. Apretó con fuerza el volante hasta que los puños perdieron el color. Darius estaba cumpliendo su amenaza de perseguirla y hacerle pagar. Miró por el espejo retrovisor y vio dos autos detrás de ellos. El rostro se le puso pálido, solo de pensar lo que podrían hacerles si no lograba escapar. Tenía mucho camino por delante, no se atrevía a refugiarse en el hostal de Bárbara y que la anciana fuera asesinada. Tampoco podía sacar el teléfono del bolso, no quería distraerse y tener un accidente.Un grito escapó de sus labios cuando sintió el sonido de un disparo. Volvió a mirar por el espejo retrovisor y vio que, del asiento del copiloto y los asientos traseros, sobresalían armas fuera de uno de los autos que la perseguían. Pisó el acelerador, pero sentía que no era suficiente. La angustia provocada por el miedo, no la dejaba razonar. Pesó que iban a morir en esa carretera, donde no se veían más almas que ellos.Los disparos se inc
—Camille, abre la puerta —ordenó Jason, después de intentar abrir la puerta y descubrir que tenía seguro—. Por favor, quiero asegurarme de que estás bien.—No puedo moverme —respondió ella con un nudo en la garganta—. Lo intento, pero es imposible.—Inténtalo, preciosa, si no, tendré que romper la ventanilla y los cristales pueden herirte —Jason le habló con dulzura. Reconocía en los ojos de ella, lo mismo que sintió la primera vez que estuvo en una guerra con el Sindicato.—No te vayas y me dejes aquí si demoro en hacerlo —le pidió ella, con temor.Él le aseguró que no se movería de allí. No le importaba el tiempo que tuviera que esperar.Cinco minutos le llevó a Camille mover los brazos. Cinco minutos que le parecieron una eternidad. Jason lo sintió como una hora, más, porque uno de los hombres que la atacaron había quedado vivo en el accidente. Quería ir hacia él para acabar con su vida. Hacerlo sufrir antes de arrancarle el último aliento.Cuando ella salió del auto, él la revisó
Jason quería asegurarse de que Camille estuviera bien, antes de continuar con la cruzada que tenían entre manos. Los culpables de lo sucedido a su mujer iban a pagar, pero antes, tenía que verla.—¿Se cumplieron mis órdenes de llevar a Camille al cuartel general de Las Cobras? —le preguntó a Wilson, cuando subieron a los automóviles.—Sí —respondió Wilson—. Llegaron hace diez minutos y los instalaron en tus habitaciones.—Llama a esos soldados que la llevaron y ordénales que se queden frente a su puerta. No creo que haya problemas allí, pero no podemos confiarnos. No dejaré descuidada por segunda vez la seguridad de ella y de Darrin.Wilson obedeció de inmediato, él también estaba de acuerdo con su jefe que había que extremar las precauciones. Los que estaban detrás del ataque, podían querer terminar el trabajo y siempre había uno que otro soldado que sucumbía a sobornos.Cuando llegaron, uno de los miembros del consejo se interpuso en el medio de Jason exigiendo una explicación. Él e
Jason sonreía mientras veía, desde su auto, como Bruce entreabría la cortina de una de las ventanas del apartamento para observar hacia afuera. Se veía nervioso al hombre que una vez se burló, cuando no sabía a quién estaba enfrentando.—Pensé que tendría mejor seguridad, considerando quién es su familia —comentó Wade inclinándose para ver fuera del auto.—Supongo que piensa que somos unos idiotas. Que nos iremos si no vemos a sus hombres —dijo Jason con ironía—, dentro del apartamento debe haber alguien col él. No creo que lo hayan dejado completamente solo.—¿Qué haremos?, ¿iremos por él ahora o vamos a esperar? —preguntó Wade.Él lo tenía claro, lo mejor era terminar cuanto antes el trabajo. Lo privaría de jugar con Bruce, pero le daría la oportunidad de regresar junto a Camille. Y en ese momento, ella era lo más importante.Sin perder más tiempo, se bajó del vehículo y lideró a sus hombres dentro del edificio. Fue delante en todo momento, guiando, tomando las decisiones. Cuando ll
Amber caminaba de un lado al otro de la habitación con nerviosismo. Era la llamada número doce que le hacía a Bruce y él no contestaba. No estaba acostumbrada a ser ignorada, menos, en la situación que se encontraban, por ello, insistió. Pero al ver que pasaban los segundos y era enviada al buzón de voz, solo pudo pensar en una explicación, Bruce ya no vivía. Gotas de sudor comenzaron a rodar por su cuerpo y el corazón se le aceleró enloquecido, al imaginar que vendrían por ella. El instinto le ordenó que saliera corriendo sin mirar atrás, pero se negaba a hacerlo. Se merecía vivir en aquella casa y gozar de los privilegios de pertenecer a la familia Norwood. No podía creer que todo estuviera en peligro por una arribista que había aceptado hacerse pasar por ella. Pero cuando recibió una llamada de un empleado fiel a sus padres y le confirmó la muerte de Bruce, no le quedó más remedio que dejar sus posesiones más valiosas y salir huyendo. Corrió por el pasillo intentando llegar al p
La ducha no fue tan rápida como Jason hubiera querido. Tenía sangre por todas partes y le resultó difícil sacarla toda. Quería llegar a Camille sin nada que le hiciera temer de él.Pensó encontrarla dormida. Descansando del día agotador que había tenido. Sin embargo, ella lo esperaba recostada en la cama mientras revisaba el teléfono que tenía en las manos.—Me acaban de informar que tus padres vinieron por Darrin, ¿Por qué desobedeciste mi orden de permanecer aquí dentro? —él no quería que su voz se escuchara autoritaria, pero que ella hubiera expuesto a su hijo al peligro, no le gustó ni un poco.—Quería que estuviera en un lugar conocido. Se veía nervioso estando en este lugar tan… lleno de armas por todas partes —respondió ella, sin hacer caso del tono de voz—. No lo envié solo, el hombre que lo cuidó mientras estuvo en el hospital durante la cirugía, estuvo aquí para verlo y envió algunos hombres para su protección, ¿no confías en él?—Lo hago, pero ese no es el punto, me desobed
Camille observaba a Jason con una sonrisa enamorada. Desde el primer día que lo conoció hasta ese instante, no lo había visto tan relajado y desprendiendo tanta energía positiva como en ese momento. Sin máscaras de por medio y sin tener que fingir lo que no era delante de otras personas, él se veía mucho más joven que la edad que en realidad tenía. Cuando le sonreía, el corazón de ella latía un poco más rápido y sentía mariposas en el estómago. Si alguien lo hubiera dicho meses atrás, que se iba a enamorar del hombre que dirigía una de las organizaciones criminales más peligrosas de la ciudad, se hubiese reído en su cara.Él se movió hacia la nevera y ella le quitó la mirada de encima, observó a su alrededor, deteniéndose unos segundos en cada miembro del personal de la cocina. Ellos se veían incómodos, con su jefe preparándole el desayuno a una mujer, cuando para él nunca lo había hecho. La sorpresa reflejada en sus rostros, era casi cómica.—Mi intención era llevarte el desayuno a l
—Por supuesto, quiero ver quién se atreve de impedirte entrar. Bennett no lo hará, te lo aseguro. —respondió Jason. —Pero tu hermano dijo… —Cuando ese cero a la izquierda tenga voz y voto en la familia, ahí si me voy a preocupar, mientras, me importa una m****a lo que diga. —la interrumpió él. Luego, con una sonrisa y mostrándole la bandeja, le pidió que lo siguiera hasta una de las terrazas para disfrutar del desayuno. Dos horas después, Jason llamó a Wilson Hale. Las nuevas órdenes para su empleado de más confianza, eran incrementar los soldados que cuidaban a la familia Olivares. Quería tenerlos protegidos hasta que terminara la reunión en la casa de su abuelo. Wilson estaba de acuerdo. En las familias perjudicadas, se había registrado movimiento sospechoso. Sus informantes le habían advertido que tuvieran cuidado con un posible ataque, era posible que intentaran cualquier cosa en su contra. —Por ahora le están llorando a mi abuelo, pero hay que mantenernos alerta. Cuida de la