A mis oídos llegaban las palabras como hilos congelados. Cuando Koddel preguntó sobre él sitio en el cual había transcurrido el asesinato, su hermano se dispuso a llevarlo a la escena. No los seguí, no me pareció adecuado, él tenía que hacer esto sola.Me pregunté si este sería el mejor momento para irme, tomar un taxi y llegar hacia el aeropuerto más cercano. Eso quizás fuera lo mejor, para volver a mi vida tranquila. Aquí no parecía ser un lugar hermoso para vivir, el asesinato de una mujer era una advertencia suficiente.—Querida. —dijo una voz a mis espaldas. Era una voz masculina y ronca.Era un hombre mayor el que hablaba. Supuse que sería el padre. Le mostré mis condolencias de inmediato, el hombre acababa de enviudar. Se presentó luego de aceptar mis respetos por su perdida. —Debo mostrarte la casa, es una casa familiar. Nos gusta estar todos juntos. —empezó a decir, eso me desconcertó. Su esposa había muerto, pero el quería mostrarme las instalaciones de la casa en un tour.
(Narra Thomas)La mujer caminaba con un temor propio de un desconocido enjaulado con lobos. Era una persona muy peculiar. Llevaba un peinado sencillo, un atuendo de lo más corriente a mi gusto y un maquillaje sutil. Aun así, pese a que no tenía ni una pizca de refinamiento, tenía algo en su actitud y una belleza natural que la hacía verse increíble. Eso me hacía enojar y no sabía ni tenía la menor idea del porqué.Mi esposa era notablemente más hermosa, perfecta en cada parte de su rostro, sus rasgos delicados y su piel de porcelana complementaban su figura tallada. Era perfecta para mí, la mujer más bella.Sin embargo, esta mujer parecía tan segura y espontanea que me abrumaba su presencia en mi casa. Estaba rompiendo con nuestra tan bonita armonía.Me dirigí hacia uno de nuestros balcones para poder hablar con Ashley, que lloraba, recordando a mi difunta madre.—Es que no logro pensar quien podría hacer algo tan terrible. —dijo ella, negando con la cabeza. —Tu hermano querrá culpart
El me ofreció un camisón casi transparente para dormir.—Deberás usarlo. —dijo él, con su voz imponente de jefe. —Quiero que duermas con eso cada noche.Eso me molestó.—¿Y si no quiero? —pregunté, rebelde.El me lanzó una sonrisa de lo más seductora.—Querrás, te lo aseguro.Así era nuestra rutina de conversación. Joder, esto era tan nuevo para mí. A veces, caía en la cuenta de que estaba al otro lado del mundo con un millonario cuya naturaleza no conocía muy bien, con particulares costumbres y una familia terrible. Eso me daba un poco de miedo.Clara, estás cansada de tener miedo, esta vida es una locura y es justo lo que tu andabas necesitando. ¿No lo crees? Me pregunté a mí misma. Si tanto quería cambiar, dejar atrás a mi relación con Lucio, a la psicópata de cielo.En la primera noche juntos, pude darme cuenta de que, no podía negarme bajo ningún concepto a querer desobedecerlo. No porque el me obligara, claro que no lo hacía, pero tenía una habilidad para seducirme que me desarm
(Thomas)Me apresuré en caminar por mi estudio para lavar un poco mis pensamientos. La sangre que manchaba los suelos era retirada por una de mis empleadas.Ya habían retirado el cadáver de la mujer que presumía tener a Koddel agarrado del cuello. Suponía que era el riesgo de haber jugado con fuego. Rassen se había marchado para seguir con sus asuntos, que obviamente me involucraban.Sellamos el pacto con la sangre derramada de la sumisa de Koddel. Las otras dos hermanas tendrían las pruebas.El nombre de Carla era el más importante. Si ese hombre le declaraba la guerra a mi hermano, tendría su apoyo y eso me haría escalar más en mi jugada.Me retiré de mi estudio para no seguir contemplando esa limpieza. Caminé hacia mi automóvil y comencé a conducir hacia el punto acordado con Rassen. Tenía que ver a otra persona muy importante.Llegué hacia los suburbios más deteriorados de la ciudad, donde había un viejo conocido que me esperaba.—Carl, es un gusto verte. —saludé, al entrar a esa
Koddel llegó a mí, encontrándome en su cuarto, buscando alguna cosa que pudiera usar para salir a la calle que estuviera limpia. Necesitaba usar un teléfono, tenía que avisarle a mi hermana para que me recibiera nuevamente en su casa. Quería largarme de allí antes de que fuera tarde.Sonreí, besándolo en los labios, quería disimular si me iba a escapar así. De lo contrario, podía querer retenerme con algún engaño.El me besó en el cuello, estrechándome entre sus brazos. Su calor se me hizo adictivo, el roce de nuestras pieles me recordó todo lo vivido.—Hoy saldré de compras. —declaré, con los ojos brillantes, estaba fingiendo un estado de relajación. —Quiero ropa nueva y también otras cosas.No pareció sospechar nada, por el contrario, me tomó de las caderas y me acarició de arriba abajo, con sus dedos hábiles y fuertes. Se veía tan atractivo en estos momentos, aunque su mirada develara tantos secretos.Luego de mi plática con Luna las cosas habían cambiado. Ella me dijo la verdad so
(Koddel)Dejé a mi futura esposa para que pudiera salir a hacer sus compras. Entendía que quizás necesitara espacio. Cuando conocí a Clara, ella era una mujer muy determinada y ahora tener que estar aquí debía ser muy complicado para ella.Cerré los ojos antes de partir hacia mi recorrido planeado. Necesitaba tomar un poco de aire fresco para aclarar mis ideas. Tenía tanto en que pensar, mi posición estaba en una cuerda floja y no podía seguir ignorándolo.Ashley me habló al ver que Clara y Luna se marchaban en uno de nuestros autos preparados.—Se ha ido, ¿Acaso volverá? —preguntó ella, con un sarcasmo propio de su personalidad.Mi tía no era la persona más agradable del mundo bajo ningún concepto. Tenía una personalidad fuerte y a veces se tornaba bastante agresiva. Pero nosotros le guardábamos paciencia.—Claro que, si lo hará, estamos comprometidos. —dije, con una convicción de hierro.—Pareces ingenuo para ser un hombre con tanto poder. —Ashley puso los ojos en blanco y arrugó la
Sentada sobre ese perfecto y cómodo tapizado, me sentía como una reina. El tener chofer era algo sofisticado, aunque a mi me gustaba más conducir.Luna sonrió cuando se lo dije.—Te encantará el centro, te mostraré todos los lugares que a mi me gustan. —dijo, con entusiasmo.Parecía una muñeca, cuyos sentimientos eran moldeados por su dueño. Porque Tom era su dueño, podía verlo en su mirada, ella no tenía la libertad que cualquier persona poseía.—Gracias, necesito con urgencia una muda de ropa limpia. —solté, eso en parte era cierto, no me había cambiado desde que llegué.—Koddel estará feliz de verte más hermosa. —empezó a decir. —Es nuestro deber mostrarnos siempre impecables, espero logres encontrar un estilo que combine la elegancia y la seducción. Pero descuida, yo te ayudaré.Ella hablaba como si fuera una sumisa, una esclava prácticamente, en una casa grande y de apariencia tétrica. Yo no quería convertirme en alguien así. Me dije a mi misma que Koddel no era así… ¿Y si en rea
Despertar con ese dolor de cabeza era un mal que no le deseaba a nadie. Tenía moretones por todo el cuerpo, sentía como mis huesos estaban más frágiles. Intenté abrir los ojos inútilmente, aún los tenía vendados. La oscuridad me daba un miedo terrible en esos momentos, aunque yo no fuera de las personas que le temían demasiado a la noche. Tampoco pude hablar, mi boca estaba cubierta con otra venda y el sabor era repugnante. Quería gritar auxilio lo antes posible, algo ingenuo, porque ya nos habían transportado hacia vaya a saber dónde. Me pregunté cuál sería el objetivo de la persona que nos había secuestrado, si en pocos segundos moriríamos o si nos torturarían.De un manotazo, alguien me quitó la venda de los ojos con fuerza. Pude contemplar el rostro de un hombre de unos cuarenta y cinco aproximadamente, con un color de cabello canoso mezclado con rubio. —Estoy contento de que sean mis invitadas. —dijo al tiempo en que también le quitaba la venda de los ojos a Luna, que estaba m