(Clara)El tiempo parecía agonizar entre mis heridas y el dolor que me provocaban. Perdí la cuenta de la cantidad de veces que me desmayé por mi baja presión. La debilidad que poseía mi cuerpo era rotunda. Lo primero que vi al despertar fue nuevamente el rostro de Carla. Ella traía un vaso de café y una tostada en la mano.Se sentó cerca de mí, sabía que con las esposas puestas no podría intentar prácticamente nada para escapar y mucho menos con el sufrimiento que traía encima. El aroma del café recién hecho inundó mis fosas nasales y me hizo rugir el estómago con furia. Temí que fuera a derramar la bebida hirviendo sobre mí, pero, al contrario, ella solo quiso beberlo.—Me gusta charlar de mujer a mujer. ¿Sabes? —preguntó ella.Estaba impecable, a pesar de estar en este cuarto torturándome se veía como una estrella de cine. Llevaba unas gafas de sol oscuras y modernas. Tomó un trago de café antes de seguir.—¿Tu crees que los hombres siguen un patrón? —quiso saber, con un tono irónic
(Koddel)La piel desgarrada en mi cuerpo ardía, esa mala pata de haber quedado prendido de ese hierro salido en ese edificio. Seguí avanzando a pesar de que ese escombro me golpeó muy fuerte. Era un completo desastre y apenas si tenía conciencia por ese dolor intenso. Zim rengueaba a causa de las magulladuras. Los disparos sonoros venían de afuera, cuanto habría que vivir para seguir adelante con esto. El edificio se caía a pedazos y si teníamos la suerte de salir de este sitio lleno de explosiones, nos cocerían a balas allí afuera.Tuve un refilón de lucidez cuando llegamos a una de las ventanas que conducía a otro balcón del edificio. Salté sin decir más ni pensarlo y Zim me siguió. El aterrizaje también fue bastante doloroso, ninguno los dos tenía una resistencia sobrehumana. Se podía ver, desde ese balcón, que los hombres que disparaban se hallaban situados en la entrada, por lo cual esta parte trasera estaba más desierta. Aprovechamos esa ventana para intentar bajar al suelo, par
(Jimmy)Kimmu preparaba las tostadas con mantequilla y azúcar que le gustaban a mi hijo. No sabía porque, pero no podía dejar de mirarla. Santo cielo, era como si estuviera contemplando a un ángel. Ella sonrió cuando me vio hipnotizado.—¿Qué te sucede? —preguntó divertida.—Eh… Nada, es que sigo pensando en este tonto encierro. —dije, buscando una excusa que sonara convincente.Mi hijo jugaba todavía con los lápices. A veces apretaba tan fuerte los crayones que también rompía las hojas. Me enseñó el dibujo que estaba haciendo y aunque eran puros manchones de color, se podían ver a simple vista unos barrotes.—¡Encerradosss! —gritó, al tiempo en que arrojaba los colores al suelo con rabia.Me esperaba que no lo tomara a bien, el no poseía paciencia y era en extremo difícil de controlar. Empezó a arrojar otras cosas al suelo, las tijeras, las cartulinas de brillos, todo lo que tenía en su taller de arte que a veces odiaba y otras veces amaba. Me apenaba que pudiera controlar tan poco s
(Clara)Sus insultos eran cada vez más fuertes. Quería romperme psicológicamente, estaba torturándome para que me odiara y podía verlo con claridad. Porque ella no toleraba que Koddel me hubiera preferido, que me hubiese escogido a mí.Pasó de insultarme en un sinfín de ideas, a mostrarme las fotografías de las noticias con mi nombre, las que me ridiculizaban, para volver a traer esos recuerdos a mi mente.—La verdad es que tu esposo fue coherente y serio al dejarte a tiempo. Eres una mujer lastre, de las que envejecen rápido y se vuelven locas. —ella tomaba una copa de champaña mientras platicaba conmigo.No dejaba que me durmiera, me arrojaba agua helada cada vez que veía que mis ojos se cerraban.Ni siquiera lograba hacer que se calmara, luego de la visita de su hermano se había vuelto notablemente más violenta y eso me asustaba. Aunque la muerte no era algo que pudiera esperar, porque la escuché decir que quería que Koddel me viera morir. Ella tenía un plan más intrincado que lo q
(Koddel)Yo sabía que la familia de Carla iba a estar furiosa después de semejante enfrentamiento. Porque su padre sabía que yo, había ganado esa pelea incluso sin violencia.—Fue un discurso motivador. —dijo Zim, que todavía no se recuperaba de sus propios nervios.Era imposible pensar que el actuaría con normalidad, había pasado la mayor parte de su vida en las sombras, manejando mis negocios desde el anonimato que lo mantenía a salvo. Ahora todos conocían su rostro, su peor pesadilla de había vuelto realidad.Zim buscó en la guantera del auto un móvil un poco gastado, pero que tenía crédito para realizar llamadas. Me lo entregó.—Has las llamadas que correspondan para que vengan nuestros refuerzos. —dijo con un tono apurado, tenía prisa por librarse de la responsabilidad. —Me largo de aquí.—No vas a irte, no te pasará nada. Deja de ser tan cobarde. —solté, con algo de fastidio. Ahora mi prioridad era encontrar a Clara, sin ella no tenía nada en la vida. —Debemos encontrarla.—Es t
(Jimmy)Estaba todavía platicando con Kimmu cuando Ashley entró al cuarto, viendo a mi hijo dormido en uno de los sofás de la habitación.—Til ya está dormido, tu servicio no es requerido aquí. —dijo Ashley, con su voz más agreste y parca, estaba en alerta.—Disculpe, es que debo limpiar este cuarto antes de marcharme. —empezó a decir Kimmu, con la cabeza gacha, señalando todo el desastre que la fiesta había dejado por todas partes.Los papeles de confeti, los adornos, estaban desparramados por cada rincón del lugar. Los platos sucios por el pastel y los utensilios utilizados también se hallaban todavía en la mesa. Ashley arrugó la nariz, siendo como un sabueso, rastreando su sospecha.—Está bien. —dijo después de una larga pausa que se me hizo prácticamente eterna. —Limpia todo y vete a tu casa. —su hostilidad creció, ella miró a la muchacha de arriba abajo con una mirada despectiva. Vi que eso la hizo sentir mal y hubiera querido poder defenderla, si no fuera porque habría levantado
(Clara)—Una cita, es lo único que le he pedido a las noches que he pasado en soledad. Una noche contigo para demostrarte lo mucho que vales. —dijo Lucio, todavía con la voz amable y ronca a la vez. —Nadie debió quitarte tu amor propio, eras y siempre serás una mujer brillante.Las lágrimas salían de mi rostro. La decepción se mezclaba con la impotencia, porque los recuerdos venían a mi mente como fotografías tan vivas. Él me había hecho la mujer más feliz del mundo por mucho tiempo, cuando tuvimos nuestro casamiento, la luna de miel, nuestra vida en pareja de ensueño. Yo estaba bien conmigo misma, orgullosa de mi carrera, forjada con tanto esfuerzo. Para que todo se derrumbara en engaños, el llanto volvió a escaparse de mí, sin vergüenza alguna.Lo que más me dolió fue saber que le había vendido al mundo y a mi misma la imagen de un matrimonio perfecto, todos me felicitaban constantemente. Nadar en mentiras era lo más triste, porque chocarse con la realidad es puro dolor, físico y me
Al tener que marcar un número, mi mente se quedó en blanco. Las puntadas en la cabeza a causa del dolor de los golpes se multiplicaron. Comencé a pensar que estaba perdida. Al intentar navegar por internet me topé con que el internet no era el suficiente para lograr entrar a un sitio con mi cuenta.Solo podía llamar y no recordaba el número de Koddel, ni de Zim, ni de nadie que hubiera conocido hacia poco. La debilidad me estaba haciendo cerrar los ojos y me creí próxima a desmayarme en cualquier segundo. Si perdía la oportunidad ahora, no volvería a tener la chance de pedir ayuda.Me habían mandado a ese ángel del cielo y tenía que pensar en algo. Busqué en mis recuerdos, hallando solo un único número que jamás olvidé con el pasar de los años.Este era el número de Lucio. Al haber estado casados por tanto tiempo, era el número de móvil que siempre sabía de memoria por si surgía una emergencia. Marqué sin temor los dígitos y esperé a que se conectara.Fue un tiempo de minutos larguísi