22.

Había algo que no estaba bien.

No podía decir exactamente de qué se trataba, pero estaba completamente segura de eso.

Erick no le decía nada, pero era capaz de mirar la inquietud en sus ojos. De un momento a otro había parado las compras y se sentaron en una cafetería a descansar. Él estaba frente a ella con los brazos cruzados, sumergido en lo más profundo de sus pensamientos mientras él refunfuñaba cosas que ella no entendía y fruncía el ceño.

— ¿Recordarme incesantes veces que el rojo no es mi color te ha puesto de mal humor? — Anastasia dejó de lado su té helado para romper con el silencio. — Pues tú tampoco te ves muy atractivo con el gris y no me ves haciendo pucheros.

— No estoy haciendo pucheros, los hombres como yo no hacemos puch... — Se calló de repente cuando parte del glaseado de un postre fue a parar a su cara repentinamente. — ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

— A los niños hay que disciplinarlos para que no digan mentiras. — Comenzó a reírse al ver la crema deslizándose
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